En medio de las recientes discusiones por la baja en la tasa de natalidad en la República Argentina apareció un indicador que antes hubiera sido imposible de pensar: la tenencia de gatitos/as y perritos/as como forma preferible de “expandir la familia”. Claro está que esa es sólo una variable para analizar un fenómeno complejo y global, como las transformaciones en las composiciones familiares y la estructura poblacional, pero visibiliza una realidad innegable en los tiempos en los que vivimos: una mayor sensibilidad hacia los animales y un mayor rechazo a diversas formas de maltrato y abandono.
Con tal sólo entrar a cualquier red social se puede observar la tendencia a valorizar positivamente la tenencia de animales de compañía, el repudio a acciones de maltrato y el crecimiento de activismos que van desde el rescate al veganismo. Sin embargo, estas nuevas formas de concebir el vínculo entre los seres humanos y los animales conviven con viejos paradigmas y prácticas que se traducen en miles de animales en situación de calle, enfermos, hambrientos, expuestos a la violencia, en ocasiones peligrosos para los humanos.
Podemos recordar lo sucedido en la última edición del Carnaval del País, cunado, a raíz del ingreso de caninos al circuito del desfile de las comparsas, se produjo un hecho que rápidamente se hizo viral en redes sociales: el acento estaba puesto en el repudio a cualquier acto lascivo hacia los perros callejeros. La situación que alcanzó un nivel de difusión extraordinario por acontecer en el marco del mayor espectáculo a cielo abierto de la ciudad, al poco tiempo dejó de estar en agenda (como ocurre con los “virales” digitales) pero la problemática sigue aún allí.
¿Qué pasa con los animales callejeros en Gualeguaychú? ¿Cuál es el rol ineludible del gobierno municipal? ¿Qué tareas se ponen al hombro los activismos y militancias y cómo hacen para sostener ese trabajo? ¿En qué nos tendríamos que comprometer toda la comunidad? Para pensar en todo eso, qué mejor que la voz de quienes viven entre maullidos, ladridos y relinchos.
GALOPANDO LOS VIENTOS
Mauro es parte de Guaba, esa ONG que se hizo conocida este verano por contener a los perritos del Corsódromo algunas noches de carnaval tras el incidente ocurrido durante un show de la batucada de Papelitos. Allí estaban, un puñado de voluntarios que ad honorem, se dedicaban a calmar, acariciar y guiar a los animalitos a zona fuera de peligro para ellos, el público y el espectáculo.
“La tarea fue inmensa, porque en la mayoría de los casos se trata de rescates en condiciones extremas de vida de los animales y de las familias que los explotan”
Guaba nació hace ocho años, con una campaña para abrigar y visibilizar a los perros callejeros y rápidamente comenzó a trabajar con caballos caídos. “Son caballos que aparecían en basurales o baldíos, víctimas de abandono después del carrerismo. Cuando llega el invierno y se terminan las pasturas, el caballo no tiene morfi y se viene muy a pique, se vienen abajo en peso y si son medios viejos, no pasan el invierno”.
La tarea fue inmensa, porque en la mayoría de los casos se trata de rescates en condiciones extremas de vida de los animales y de las familias que los explotan, como una especie de círculo de exclusión, violencia, maltrato y abandono donde están los animales y las familias que los usas frente a una sociedad que mira sin ver. Dice Mauro al respecto: “detrás de la atracción a sangre no sólo está la problemática del caballo explotado, sino, también, la de una infancia vulnerada que está expuesta a transitar expuesta a los peligros del tránsito, la del adulto que es un trabajador precarizado y expulsado hacia la marginalidad».

Los logros de Guaba fueron muchos, todos a base de perseverancia y dedicación: Planes de Alimentación Equina, acompañamiento de fiscales en algunas intervenciones, el proyecto de ordenanza del sendero del Camino de la Costa, que constituyó la recuperación de un importante corredor ecológico, y los proyectos trabajados en el Consejo Deliberante, de Tracción a Sangre y Prohibición de las Jineteadas. Sin embargo, más allá de esos avances, al día se pueden ver por las calles de Gualeguaychú y Pueblo Belgrano a caballos vencidos por el hambre y los latigazos. “Hay dejar de romantizar el carrerismo, entender el maltrato, la vulnerabilidad y la precarización que conlleva ese fenómeno y tener la voluntad política de abordarlo. Porque hoy la ordenanza ya está y no hay que inventar nada. Ya tenemos estudiado el recorrido de forma progresiva, con anillos concéntricos, con sustitución por bicicarros”, dice Mauro con dulzura y fuerza, esa que le da la coherencia de haber defendido sus ideales poniendo el cuerpo tantas veces (y hasta recibiendo rebencazos por hacerlo).
PONER EL LOMO
Carmen comenzó en 2008. Hoy el Refugio La Casita tiene unas siete voluntarias y 43 animales bajo su cuidado, la mayoría de ellos “viejitos”, perros que ingresaron cachorros y siguen allí, esperando una adopción que probablemente jamás les llegará. En ese lugar, desde hace un tiempo no se tienen más ingresos, el dinero no alcanza y las voluntarias están exhaustas. A los 250 mil pesos semanales necesarios en alimentos se suman los requerimientos de medicinas y veterinarios. De ferias de ropa a ventas de pastafrolas, las voluntarias no solo cuidan, curan, juegan y alimentan, sino que buscan las mil formas de garantizar algo de alimento para la jauría de rescatados. Es una tarea pesada para cualquier persona y no reconocida socialmente. Carmen padece dolores crónicos de espalda que la tienen a mal traer: “no me quejo porque yo elegí dedicarme a levantar perritos de la calle y lo voy a seguir haciendo porque está en mi ADN, pero necesitamos que la Ordenanza sea efectiva y que realmente se sensibilice y concientice a la población y que, también, nos ayuden con el tema de los alimentos porque nosotras hacemos lo que tendría que hacer el Estado”
La proliferación de animales, su desamparo y la violencia a la que están expuestos, es un problema social que debería responsabilizarnos a todos y que debería afrontar planificadamente el Estado. Sin embargo, esta tarea la termina haciendo decenas de personas y de manera voluntaria. Por eso la concientización que reclama Carmen es una pieza fundamental en desactivar la problemática: tenencias y cuidados responsables son el pilar de todo lo que se continúa después. Bien sabemos que hay familias que dan a sus hijos cachorros como juguetes que luego son descartados, que en algunas casas los golpes son la forma de disciplinamiento y que las faltas de castraciones hacen estragos y por eso hay que educar a niñeces, juventudes y adultos en las consecuencias comunitarias de las acciones que individualmente desarrollamos.
“Necesitamos que la Ordenanza sea efectiva y que realmente se sensibilice y concientice a la población y que, también, nos ayuden con el tema de los alimentos porque nosotras hacemos lo que tendría que hacer el Estado”
Carmen, que ha dejado jirones cuidando perros, y que tiene el cuerpo resentido por esa entrega, es un ejemplo de las muchas personas que todos los días hacen una tarea que nadie reconoce económicamente, un trabajo pesado sin horarios, ni salarios, ni aportes.
MORDER LA RAÍZ
En 2016 se crea en nuestra ciudad la organización Provoin (Proteccionistas, voluntarios e independientes). Su objetivo fundamental es evitar la reproducción y los nacimientos a través de la concientización y las castraciones entendiendo que es la raíz de todo el problema. Una de sus voluntarias, María Antúnez nos habló con vehemencia y seguridad tras años de estudiar el tema y dedicarse a él “se estima que en Gualeguaychú hay una sobrepoblación de más de 50 mil perros y gatos que, para ser controlada, demandaría un número estimado de 833 castraciones mensuales. Es sencillo, si se castra poco nos gana la reproducción y es por eso que los programas de castraciones deben cumplir 6 requisitos indispensables: ser gratuitas, masivas, sistemáticas, extendidas, tempranas y no excluyentes (por edad, peso, condición, si está preñada o no, etc.)”.
Estos seis requisitos esenciales señalados por María, son la verdad incómoda a la que ninguna gestión de ayer ni hoy puede responder. En tiempos de motosierras aplaudidas, el rol ineludible del Estado vuelve a aparecer frente a los problemas de la gente. “Hay que entender que esto es una responsabilidad estatal y pública, de hecho los programas de castración son programas de salud pública, especialmente para las infancias como lo ha alertado la Asociación Nacional de Pediatría, porque los niños, especialmente los más vulnerables, se ven afectados por parasitosis zoonóticas de animales de compañía que les terminan generando desnutrición y malnutrición con la consiguiente afectación en su sistema inmunológico y cognitivo”

Cabe destacar que nuestra ciudad tiene un castrador municipal móvil gracias a un proyecto de Provoin presentado a través de presupuesto participo, que permite armar un quirófano en lugares alejados y complejos donde no hay donde castrar con seguridad, en otro ejemplo del virtuosismo que se logra entre los saberes que amasan las militancias y los recursos públicos que administran los gobiernos.
RESCATAR LO ROTO
Las y los rescatistas son personas excepcionales. Se meten en basurales, zanjas, descampados o, incluso, casas donde la vida de un animal corre peligro por violencia o inanición. Han vencido el miedo, el asco y el dolor a fuerza de la ternura devuelta por aquellos animalitos rescatados que, aunque a veces logran sobrevivir unas horas, entregan su gratitud con lamidas y miradas que rompen el alma de cualquier persona con un rasgo de bondad y humanidad. En ocasiones, no sólo se enfrentan a las exigencias del rescate sino, también, a las exigencias de una sociedad tan confundida que reclama más a quienes trabajan de manera voluntaria y ad honorem que al Estado que es el que debe brindar las respuestas.
Somos Rescataditos nació hace dos años en nuestra ciudad y son sólo tres personas que con el whatsapp, algunas colaboraciones y mucho amor por los animales todos los días sacan perros y gatos del infierno, incluso para acompañar su muerte con caricias.
Rescatando del horror fue como Patitas nació hace más de 20 años cuando se hizo cargo de lo que fue la “perrera municipal”, un sitio del horror donde los animales se encontraban en condiciones espantosas. “En el predio había animales atados en los autos que se habían convertido en chatarras. En un solo canil a veces había más de 80 perros que sin comida, se terminaban comiendo entre ellos”, relata una de sus fundadoras como quien recuerda una película de terror.
“Los refugios no deberían existir, por eso hay que destinar dinero a las castraciones qué es el único método comprobado, eficaz y ético para el control de los animalesl”
En sus épocas más complicadas, Patitas terminó albergando más de 400 animales, sobre la base del agotamiento de las personas que se sumaban para ayudar. “Los refugios no deberían existir, por eso hay que destinar dinero a las castraciones qué es el único método comprobado, eficaz y ético para el control de los animales. Los refugios atacan las consecuencias del problema, no las causas. Además, en los refugios son muy pocos los adoptados, pasados los 4 meses, el animal no es buscado por ningún hogar”.
Pero los refugios existen, por suerte, para que las calles de la ciudad no sean un espectáculo dantesco de animales destrozados. Existen a pesar de la falta de financiamiento y de profesionales y trabajadores rentados. La actual ordenanza vigente (N° 12803/23), buena en lo escrito, incumplida en lo concreto, prohíbe la creación de nuevos refugios y establece que el Estado debe dar apoyo a estas instituciones tratando que cada animal pueda ser adoptado y reubicado en la sociedad. También prohíbe los criaderos que siguen funcionando, tratando a los animales como cosas reproducibles para el capricho consumista de las personas.
GRITAR MÁS FUERTE QUE GATO ENAMORADO
Activistas, voluntarios/as, militantes, o como sea que llamemos a esas personas que entregan su tiempo en beneficio del bien común, trabajan para salvar vidas y dignidades animales como quien intenta sostener el agua de un río con las manos. Frente a una sociedad que les exige sin piedad, con escasos recursos, intentan hacer lo que deberíamos resolver entre todos a través de la gestión pública de los gobiernos que nos representan.
Un capítulo aparte, es el de la exigencia para un sistema judicial que sólo actúa, como en tantos otros temas, cuando algo gravísimo pasa y sólo quedan hechos terribles para lamentar.

Aquí, quisimos reflejar ese laburo silencioso para la mayoría de nosotros y nosotras, vital para un montón de animalitos que han encontrado un poco de respeto en medio de una cultura social del descarte, del consumo y la violencia. Aguanten los amigos de cuatro patas y aguante la gente que los cuida en Las Malas.
Si te querés sumar a colaborar o ayudar económicamente:
GUABA: Contacto: @somosguaba
REFUGIO LA CASITA: Alias: refu.lacasita / Donación de ropa en buen estado para las ferias de recaudación de fondos / Compra de productos que se venden a través de redes sociales @refugiolacasita
PROVOIN: Alias: castra.perro.gato.mp
RESCATADITOS: Alias: somos.rescataditos / Contacto: @somos_rescataditos
PATITAS: Alias: refu.pati.tas.mp