20 DE JUNIO

BELGRANO: EL PEDAGOGO JUZGADO DE LA PATRIA

En el Día de la Bandera, además de recordar cuánto nos emocionan esos colores que nos hermanan y aúnan, conmemoramos la muerte de Manuel Belgrano. Hablar de la historia nos da algunas claves para pensar nuestro presente y, como no andamos con chiquitas, tuvimos el gusto de entrevistar a Mara Espasande, una de las historiadoras más prominentes de la Argentina.

Texto: Agustina Díaz | Ilustración: Diego Abu Arab
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Mara Espasande es licenciada y profesora en Historia por la Universidad Nacional de Luján (UNLu) y Especialista en Pensamiento Nacional y Latinoamericano del siglo XX por la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). Se desempeña como docente y ha publicado diversos libros y materiales didácticos de historia argentina del siglo XIX y XX. Su trabajo incansable junto con el maestro Norberto Galasso la ha convertido en una de sus indiscutibles discípulas.

Quisimos hablar con ella sobre Manuel Belgrano, un revolucionario en todas las acepciones de esa palabra. Maldito de la historia durante las primeras décadas posrevolucionarias y, luego, edulcorado prócer por la historiografía mitrista. Lo cierto es que el pensamiento y las acciones de Belgrano fueron tan coherentes y patrióticas que hasta nuestros días interpelan, incomodan y convocan.   

– ¿Cuál es el valor de la conmemoración de estas fechas y los próceres como Manuel Belgrano?

– La historia es una invitación a repensar no solo nuestro pasado, sino también nuestro presente. Por eso es que la historia siempre se encuentra en revisión y en reconstrucción, porque vamos al pasado con las preguntas y las inquietudes que los y las historiadoras tenemos desde nuestro presente. Por lo tanto, volver al siglo XIX, volver a las efemérides que nos constituyeron como patria, implica discutir y repensar qué somos como nación argentina y cuáles fueron los proyectos de aquellos que nos antecedieron. En particular, la Revolución de Mayo, la creación de la bandera, las efemérides vinculadas con San Martín y la declaración de la independencia el 9 de julio, forman un conjunto de fechas en las cuales se pone en discusión el origen de la nación argentina. Todo esto era lo que se discutía en 1810, en 1812, en 1816 y volver a trabajar aquella época implica también rediscutir quién queremos ser hoy. Entonces, me parece que el estudio de aquel pasado nos permite analizar y discutir quiénes queremos ser.

– ¿Qué fue lo que distinguió a Belgrano de otros revolucionarios?

– Manuel Belgrano compartió con otros revolucionarios ideales, proyectos, principios, en particular a partir del 25 de mayo de 1810 con el grupo que se encontraba liderado por Mariano Moreno junto a Castelli y tantos otros hombres y mujeres que consideraban que era necesario llevar adelante un conjunto de reformas sociales, políticas, económicas, ya sea en el marco de la existencia de una monarquía o en el marco de un nuevo estado independiente republicano. Esto se va a ir desarrollando con el correr del tiempo. ¿Qué lo distingue a él? Hay bastantes elementos que marcan particularidades en este personaje. Por un lado, él había sido funcionario de la corona española, había sido secretario del consulado y desde ese lugar había tenido la oportunidad de estudiar y de proponer una serie de reformas económicas vinculadas a las ideas de la fisiocracia de la época. Él había estudiado, además, en Salamanca, en Europa, y había vivenciado de muy cerca la Revolución Francesa. Por lo tanto, todas las ideas vinculadas a la libertad, igualdad, fraternidad y también aquellas relacionadas con la necesidad de aumentar la productividad agrícola de nuestro territorio se encontraban presentes desde la teoría que él va a llevar muy inteligentemente a propuestas prácticas adaptadas al territorio americano.

– ¿Qué ideas?

– No transpoló ideas, no importó ideas ni recetas, sino que partió de las lecturas que había adquirido en Europa para traducirlas y aplicarlas a nuestro territorio. Esto también lo hace en el plano educativo, por ejemplo, cuando propone en el reglamento de escuelas que realiza en aquella ocasión, que dona su dinero para poder crear escuelas en la región del actual noroeste argentino, él propone que la educación sea para todos los niños y las niñas, incluía las mujeres, y para todos los grupos sociales, incluidas las mujeres, por ejemplo, indígenas. En este sentido tenía una mirada igualitaria de la educación y consideraba que era una de las claves para transformar la realidad americana. Por esto algunos llaman a Belgrano el pedagogo de la Revolución, tiene una gran cantidad de textos donde reflexiona y piensa en la cuestión educativa y el vínculo con el desarrollo económico. Y también con el crecimiento político de nuestro pueblo, porque hay un artículo dentro de ese reglamento donde él plantea que la educación debe enseñar a preferir lo americano por sobre lo extranjero. Esta mirada nacional que ya se encontraba presente en él… Entonces, el lugar que le da a las ideas económicas, el lugar que le da a la educación me parece que lo distinguen y lo hacen un cuadro, hoy diríamos un cuadro político integral, porque además asume la responsabilidad militar en cuanto a estar a cargo del ejército regular, en primer lugar, a Paraguay, luego dirigiéndose hacia el norte. Y es muy elogiado, a pesar de lo que se ha dicho en la historiografía, que se lo ha criticado por tener un mal desempeño en el campo militar, es muy elogiado por San Martín, que en realidad es el único militar de carrera que había llegado de España con formación en este campo y que había llevado adelante las guerras de la emancipación aquí, en América. Esto también es otro elemento que lo distingue, la capacidad de observar la realidad y ver dónde podía aportar, ya sea en el campo de las ideas o en el campo de la lucha concreta americana. Y otro elemento, y para mí el más importante, es la capacidad de interpretar la realidad social y política. 

– ¿Cómo es eso?

– Belgrano es quien, con mucha lucidez, en 1816 plantea al Congreso Constituyente de Tucumán, luego de la declaración de la independencia, la necesidad de formar una monarquía en este territorio, una monarquía temperada, bajo la conducción de un descendiente de la Casa Inca, porque consideraba, por un lado, que era la manera de conseguir el reconocimiento diplomático internacional y, por el otro, porque entendía que este proyecto era fuertemente apoyado por la base popular del territorio rioplatense y americano. De hecho, la región del noroeste estaba fuertemente poblada por pueblos originarios que van a movilizarse alrededor de Güemes y otros caudillos, y otros jefes militares en apoyo a esta idea de Belgrano. Por lo tanto, era un hombre muy creativo, que tuvo las herramientas para analizar la realidad, que quiso transformar las estructuras injustas de su época. Todo esto lo convierte en un cuadro político revolucionario destacado de las primeras décadas del siglo XIX.

“Belgrano fue un defensor de un Estado que cuidara a sus habitantes, que asegurara la posibilidad para todos y todas de acceder a la educación, que fomentara la agricultura y la industria”

– ¿Cómo se puede leer hoy?

– La obra de Belgrano tiene una vigencia impresionante. Cuando uno relee lo que escribió y estudia las decisiones que tomó se encuentra con un hombre con una gran formación intelectual, pero fundamentalmente con un hombre muy atento a la realidad de su tiempo y con una gran flexibilidad para modificar sus propias posturas y adaptarse a los desafíos de cada una de las diferentes etapas de las luchas revolucionarias. Pensemos que él comenzó siendo funcionario de la Corona. Luego apoyó un proyecto vinculado a la coronación de Joaquina Carlota, llamado el Proyecto Carlotista, cuando Fernando estaba séptimo. Luego protagonizó y fue parte del grupo morenista de la Revolución de Mayo. Fue también diplomático y militar, pero lo que atraviesa el conjunto de sus obras es este amor por la patria y este amor por el pueblo desde una perspectiva de búsqueda de la igualdad social. Él concebía que esta nueva sociedad debería estar fundada en un principio de igualdad. Y esto me parece que hoy nos habla y nos invita a pensar cuáles son los criterios con los que queremos organizar nuestra comunidad nacional, cuáles son las prioridades y cuál es el rol del Estado en este proceso. Belgrano fue un defensor de un Estado que cuidara a sus habitantes, que asegurara la posibilidad para todos y todas de acceder a la educación, que fomentara la agricultura y la industria. Soñaba un país productivo y lo soñaba en el marco de una patria grande americana. Por eso es que él pensaba coronar a un inca, porque creía que un inca podía aglutinar al conjunto del territorio suramericano. Creo que son enseñanzas geopolíticas y políticas que en el día de hoy nos podrían ayudar para repensar el rol de la Argentina en este siglo XXI.

– Hay muchos debates acerca del surgimiento de la Bandera ¿Cuál es la verdad de la milanesa?

– A pesar de la diversidad de ámbitos en los cuales se desempeñó, hablamos de un Belgrano economista, de un Belgrano periodista, de un Belgrano pedagogo, militar, revolucionario, conductor político, ha quedado en la historia asociado a la creación de la insignia nacional, de la bandera nacional. Y sobre esto, a lo largo del tiempo, han surgido diversos relatos y muchos mitos historiográficos sobre el origen y por qué de la elección de los colores de la bandera nacional, el azul celeste y el blanco. Recordemos que la bandera se hizo por primera vez en febrero de 1812, en orillas del Paraná, cuando Belgrano se encontraba recorriendo el litoral, cuidando que el territorio no sea invadido por las fuerzas realistas que provenían de la banda oriental. En ese contexto, lo que hace Belgrano es tomar los colores de la escarapela, que ya había sido aprobada por las autoridades de Buenos Aires. Se ha dicho durante mucho tiempo que los colores fueron inspiración del cielo. Esto, obviamente, es un relato infantilizado que está relacionado con una historiografía que busca elementos simbólicos a la hora de explicar la historia a las infancias. Otra hipótesis planteó que en realidad se trataba del manto de la Virgen, y esto se asemeja a lo que realmente ocurrió porque en realidad el azul celeste y el blanco eran los colores efectivamente del manto de la Virgen, pero aquella que se encuentra presente en el escudo de la familia de los Borbones. El blanco eran los colores distintivos de la familia gobernante en aquel momento de España de Fernando VII Borbón, que se encontraba preso en manos de Napoleón. Recordemos que en esos años de revolución no estaba todavía clara la situación política de las provincias americanas. Es decir, el Rey se encontraba preso y la primera junta había jurado fidelidad al Rey preso. Es un momento donde hay autonomía, pero no hay independencia. De hecho, se especulaba con el regreso de Fernando y que el mismo Fernando llevara adelante un proceso de reforma política, de apertura en consonancia con las ideas liberales de la época. Esto luego no va a ocurrir cuando Fernando VII retorne al trono, va a declararse absolutista, va a enviar a reprimir los movimientos insurreccionales en América y allí es cuando la revolución, después de 1814, se declara abiertamente anti española. Pero en los años 10, 11, 12 todavía allí el símbolo de Fernando VII, los colores de la casa de los Borbones, se encontraba presente en la gesta revolucionaria. ¿Qué era lo que se resistía? Se resistía al absolutismo como modelo político, encarnado en ese momento por las autoridades virreinales, con foco en Lima y también en la Capitanía de Chile, que era donde se van a dirigir los ejércitos revolucionarios.

– ¿Por qué Belgrano fue maltratado por la dirigencia política revolucionaria de aquellos años? 

– Belgrano va a ser más que maltratado, va a ser atacado por parte de la dirigencia política que se encontraba en Buenos Aires. Sufre un juicio cuando vuelve de la campaña al Paraguay, a donde fue enviado por la Primera Junta con la intención de expandir la revolución. Él se dirige allí, pero no logra plegar esos territorios a la causa de Mayo, es derrotado militarmente y retorna a Buenos Aires. Para entonces, la Primera Junta se había transformado en la Junta Grande y luego en el primer Triunvirato. Este último se dedica a perseguir a todos los sectores políticos que habían estado asociados a Mariano Moreno (ya muerto por entonces, presuntamente asesinado en Altamar). Así fue como, con el Triunvirato, todo el grupo que había llevado adelante aquella revolución comienza a ser desplazado por representantes de la burguesía comercial porteña, muy ligados a los intereses ingleses. Por esta “desobediencia”, el Triunvirato, que tenía por secretario a Bernardino Rivadavia, decide juzgar a Belgrano.

“Belgrano va a ser más que maltratado, va a ser atacado por parte de la dirigencia política que se encontraba en Buenos Aires”

Belgrano murió pobre e ignorado, como muchos otros hombres y mujeres que entregaron su vida y patrimonio a la “causa argentina”. “Triste funeral, pobre y sombrío, que se hizo en una iglesia junto al rio en esta Capital al ciudadano Brigadier General Manuel Belgrano”, fue el relato que publicó en una página interior “El Despertador Teofilantrópico”, un periódico que dirigía el padre Castañeda por aquel entonces.

No hubo exequias oficiales, ni solicitadas en los diarios, ni banderas a media asta, ni poemas, ni discursos oficiales, ni coronas de flores, ni lágrimas. Eran tiempos de división, sangre, violencia y mezquindad por parte de las elites gobernantes que fueron cimentando un proyecto de Argentina dependiente y poco integrado socialmente. Pocos períodos de la historia doblaron ese curso del destino (o lo intentaron) y por eso, como dijo Leopoldo Marechal, “la Patria es un dolor que aún no tiene bautismo”.

Sin embargo… ¡pucha que nos emociona la celeste y blanca! ¿Será que algo de todo lo que hizo Belgrano no fue en vano?

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