Criar solas

CRIANZAS Y CUIDADOS

Criar solas

En Argentina hay 1.600.000 hogares sostenidos por madres que crían solas porque los padres están ausentes. Dos mamás de Gualeguaychú nos cuentan su experiencia.

Texto: Laura Rothberg

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Fotografía: Joaquín García

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En la vida de las mujeres la pregunta por la maternidad es casi una constante. Ya sea que quieras ser madre o no, la sociedad en la que vivimos parece esperar que resolvamos esa cuestión…y cuanto antes mejor, porque se pasa el reloj, lo sabemos todas.

Cuando era chica solía decir no muy convencida que quería tener bebés, pero no marido. Con los años fui descubriendo que el oficio de ser mamá es un trabajo descomunal. Lo que el tiempo también me enseñó es que son muchas, muchísimas, las mujeres que crían solas, y en la mayoría de los casos esa forma de crianza no responde a un deseo, sino a un destino no elegido y atravesado por una violencia simbólica y económica que pone sus vidas y las de sus hijas e hijos en riesgo.

Dato mata relato

En nuestro país, según datos oficiales, hay más de 1.600.000 hogares monomarentales, es decir casas en dónde las tareas de cuidado y crianza recaen sobre las madres, porque los padres están ausentes. Esta cifra representa el 11,7% del total de los hogares en Argentina. Además, se estima que en estos hogares viven alrededor de 3.000.000 de niños, niñas y adolescentes.

Sabrina (33) es mamá de Mateo (5). Se encuentra separada del papá de su hijo desde el 2018, con algunas idas y venidas durante estos años. Quedó embarazada viviendo en otra ciudad, dónde se fue a estudiar una licenciatura que pudo terminar. En ese momento su pareja no tenía trabajo, la familia de él no era una opción como red de contención y la situación económica no traía ninguna certeza. Entonces, decidió mudarse nuevamente a Gualeguaychú y vivir con sus papás:

“Pensé que iba a ser temporal, una cosa de unos meses, pero la realidad es que la economía se fue complicando y ahí me empecé a dar cuenta que ser una madre sola no es tan simple como parece”

Mateo nació en el Hospital Centenario los primeros días de enero. Después de intentar por unos años vivir los tres bajo el mismo techo, decidieron que lo mejor era que el papá del nene regresara a su ciudad natal para terminar sus estudios. Sabrina se quedó viviendo en casa de sus padres y entendió que era momento de generar ingresos por su cuenta, así que comenzó un emprendimiento de viandas:

“Trabajaba desde las 6 de la mañana hasta las 12 del mediodía en la cocina, después trabajaba en las redes y a la noche hacía las compras y dejaba todo listo para seguir cocinando los pedidos del día siguiente. Todo esto con el nene, que tenía un año y medio. Le ponía el cochecito, lo dejaba en el patio, a veces dormía, a veces cocinaba con él a upa. La verdad, era cansador, pero a la vez yo estaba tranquila porque estaba con mi hijo y estaba todo bien. No te preguntas muchas cosas en ese momento, lo haces medio por inercia”.

Según UNICEF (2022), el 50,2% de los hogares en los que no vive el padre no recibió dinero en concepto de cuota alimentaria en los últimos seis meses

Lucila (27) tiene dos hijos: Teo y Rodrigo. Estudia una licenciatura aquí, en la ciudad, y tiene un trabajo que le demanda muchas horas fuera de la casa. Fue mamá de Teo cuando tenía 16 años:

“Fue un cambio enorme, cuando yo me enteré de que estaba embarazada de él fue una inmensa alegría. Claramente porque tenía 16 años y no sabía lo que era maternar 24-7, los 365 días del año”.

Unos años después nació Rodrigo, su segundo hijo. Del papá de su primer hijo, ni noticias, Teo lleva el apellido de su mamá. Con el papá de su segundo hijo, la cosa fue diferente, decidieron hacerse cargo de la crianza de Rodrigo de forma compartida, sin ser una pareja formal. Por ahora funciona bien.

“Cuando nació Rodri, yo no estaba en un momento para tenerlo, estaba cursando mi anterior carrera, que no la pude terminar, nació él y después arrancó la pandemia. Tuve que dejar mi trabajo, fue muy, muy, muy difícil. Pero bueno la vida se antepone. Y no lo quiero pintar de rosa, pero cuando tenés dos hijos no te queda otra que ponerle toda y salir adelante”

Según datos publicados por UNICEF en el año 2022, el 50,2% de los hogares en los que no vive el padre no recibió dinero en concepto de cuota alimentaria en los últimos seis meses y el 12,% sólo recibió cuota alimentaria algunos meses.

Cuando le pregunto por este tema, Sabrina me cuenta que, con los años, y después de muchas complicaciones, orden judicial de por medio y 11 meses de ausencia paterna para Mateo, logró llegar a un acuerdo. Ahora están intentando una crianza compartida en cierto marco de normalidad:

“Hace más o menos un año la situación laboral del papá se pudo acomodar y consiguió un trabajo en blanco en la ciudad en la que vive, y ahora que Mateo va al jardín yo pude también conseguir un trabajo un poco más formal. Sigue siendo precario, pero me permite organizarme con los tiempos. Siempre con la ayuda de mi mamá y mi hermana, que son las personas que más me han contenido. Pero la maternidad en esos primeros años fue cruda y fue sola. No digo que la pasé mal, digo que en otras condiciones hubiese estado mejor”.

Para Lucila las cosas fueron diferentes con ambos hijos. El papá del primero nunca se hizo cargo y ella decidió no reclamar la cuota porque entiende que son más los problemas que le trae exigir el dinero -que en su caso ronda los $15.000-, que hacerse cargo por su cuenta de la economía del hogar. Con su segundo hijo fue diferente:

“Con Rodrigo sí cobro la cuota alimentaria y su asignación por discapacidad. Pero la verdad es que la cuota alimentaria es un derecho del niño y una responsabilidad de ambos progenitores, si una se dedica a criar y en cierta parte también a mantener económicamente al hijo, la otra parte que no cría, que nunca cría, debería pagar una cuota alimentaria, como mínimo”.

Índice de crianza: Ahora podemos saber cuanto cuesta criar

En agosto del 2023, el Ministerio de Economía presentó el Índice de Crianza (IC), un instrumento del INDEC que sirve como valor de referencia para saber cuánto destinan las familias a criar y cuidar niños, niñas y adolescentes. El IC resulta especialmente útil porque permite fijar un monto de referencia para la cuota alimentaria.

Está compuesto de dos partes: por un lado, se toma el valor de todos los bienes y servicios necesarios (alimentación, vestimenta, transporte, vivienda, educación) y, por el otro, se evalúa el costo de dedicar tiempo a las tareas de cuidado.

La importancia de contar de manera oficial con un índice que nos ayude a cuantificar el costo de criar radica en que pone sobre la mesa no sólo el dinero que hace falta, sino también el tiempo necesario para hacerlo. Este último componente es especialmente importante, ya que históricamente el trabajo de cuidados, en su mayoría a cargo de las mujeres, ha sido invisibilizado y menospreciado en nuestra sociedad.

A la ya difícil tarea de disponer de tiempo para una misma en medio del maremoto que implica la maternidad, se le suma una imposibilidad concreta (y muy injusta) si todas las tareas de crianza y cuidados dependen de un sólo progenitor. Sabrina lo resume así:

“Nadie se plantea el tiempo que una pasa criando, maternando. Para la sociedad es como un: bueno, sos madre, listo, hacete cargo. Hay justificaciones muy crueles, muy violentas para la mujer. Hay mucha diferencia, nadie se cuestiona por qué el tipo desaparece. Y nadie piensa que una madre puede necesitar tiempo para salir y para hacer vida social sola. Cuestiones de la vida que son igual de necesarias que generar dinero”.

Criar en red vs. renunciar a la paternidad

Hace unas semanas, en un programa vía streaming, la ahora electa diputada por La Libertad Avanza, Lilia Lemoine, contó que está trabajando en un proyecto de ley de renuncia a la paternidad. Más allá de los argumentos absolutamente desopilantes que esgrimió para fundamentarlo, en su “lógica” hay un profundo desconocimiento, o un uso perverso de la realidad concreta que viven millones de hogares argentinos que son sostenidos por mujeres.

La polémica ley que propone Lemoine no tiene ningún sentido, ya que de hecho muchos padres argentinos desconocen su responsabilidad en la crianza y no necesitan ningún marco jurídico para hacerlo. Tanto es así que, de acuerdo con datos recabados por UNICEF, en 2022, tres de cada cinco hogares a cargo de mujeres no recibieron la obligación alimentaria en tiempo y forma.

Cuando esos padres se ausentan aparecen otras redes de contención, otros apoyos con los que las mujeres cuentan, o de los que las mujeres dependen para la crianza. En el caso de Sabrina, esas redes fueron su familia:

“Son muy importantes, es lo que me ha sostenido y me ha permitido vivir, estudiar, trabajar. La cuestión económica es muy difícil estando sola, sobre todo si tenés que alquilar, que no fue mi caso, yo viví con mi mamá hasta hace un tiempo, y ella fue la persona que más me ayudó en la vida a poder criar. Ella fue completa y absolutamente toda mi red de apoyo. Y le voy a estar eternamente agradecida por ser tan incondicional”

Lucila cuenta que su mamá y su hermana han sido los dos pilares de apoyo que tuvo, pero también sintió la necesidad de una red externa a su familia:

“Las redes de acompañamiento a la hora de criar sola son muy importantes. Muchas veces sentí esa necesidad de ver otras mamás o de tratar de ver otros lugares donde haya personas que estén pasando lo mismo que yo, y no los encontré hasta que Mateo empezó el jardín. Ahí hice espejo con varias mamás que están en la misma situación”.

Las mujeres, entonces, no crían solas, crían siempre en red. Pero en muchos casos, 1.600.000 para ser exactos, lo hacen sin el acompañamiento y la presencia del padre de sus hijos e hijas. De esa inmensa red que se necesita para los cuidados y la crianza de niños, niñas y adolescentes, muchos padres están directamente ausentes.

Lemoine realizó estas declaraciones en octubre de este año, unos días antes de las elecciones generales. Sabemos que en campaña políticos y políticas les hablan a sus posibles votantes. A casi dos semanas de un balotaje que va a definir qué tipo de país queremos por los próximos cuatro años, me parece interesante, preguntarnos entonces: ¿A quiénes les habla Lilia?