REARMAR LO ROTO
UN REFUGIO PARA LA SALUD MENTAL
Funciona desde finales del 2022 en Gualeguaychú y es producto del trabajo conjunto entre el Hogar de Cristo, el Hospital Centenario y la Residencia de Salud Mental de esa institución. El profesor de Psicología Juan Pablo Marconi contó de qué se trata la experiencia de La Casita Convivencial.
“Estando en el hogar empezamos a atender situaciones personas que no solamente tenían un problema de consumo, sino que tenían problemas relativos a un padecimiento subjetivo. La Casita es el dispositivo que se creó para esas personas, que, además, no tienen una vivienda donde vivir”, contó el profesor de Psicología, pronto a licenciarse en la materia, Juan Pablo Marconi, uno de los responsables de La Casita Convivencial, dispositivo creado por El Hogar de Cristo.
Durante más de siete años, Marconi trabajó en el centro barrial Nazareth, el primero inaugurado en la ciudad por los hogares impulsados por el Papa Francisco. Después, con el creciente deterioro de los niveles de vida y el aumento de la demanda de personas en situación de consumo problemático, se fueron fundando los demás dispositivos, como el de la capilla Asunción de María, el del barrio Munilla o el Jesús Niño, en La Cuchilla.
“En julio de 2022 nos acercamos al Servicio de Salud Mental del Hospital Centenario a plantear que queríamos abrir una casa de este estilo y, junto a ellos y a la RISAM (Residencia en Salud Mental), empezamos a armar el proyecto”, relató Marconi sobre el proceso que demandó cerca de tres meses de trabajo. Luego de los cuales comenzaron a buscar una vivienda para alquilar. Resuelto ese punto, la misma fue equipada con muebles donados y, en diciembre del 2022, hace exactamente dos años, llegó la primera persona.
La Casita se encuentra en una zona céntrica de la ciudad, pero, entre sus acuerdos internos está el de no identificarla públicamente. “Lo que se busca es tener el mínimo proceso de institucionalización, que sea como cualquier otra casa. Con un equipo que acompaña, pero que respeta la privacidad. De hecho, yo tengo llave de acá, pero nunca entro sin tocar timbre y pedir permiso, porque no es mi casa”, aclaró el profesional, sentado en uno de los sillones donados que hoy son parte del pequeño living de la vivienda.
“Son personas que tienen posibilidades mínimas de cocinar, de poder bañarse, limpiar la casa y de poder construir algo por fuera, también”
La casa es mixta y han pasado ocho personas desde que se abrieron sus puertas. En la actualidad son cinco, su capacidad máxima. “La demanda es siempre alta, la suficiente para que esté completa. Harían falta más casas, obviamente”, expuso el docente. Al tiempo que aclaró que no cualquier persona puede llegar a La Casita: “Son personas que tienen posibilidades mínimas de cocinar, de poder bañarse, limpiar la casa y de poder construir algo por fuera, también. Este es un dispositivo transitorio, por un tiempo, no está estipulado ese tiempo, pero es transitorio. Poder vivir solos es una apuesta que trabajamos mucho, por supuesto”.
Juan Pablo Marconi es profesor de Psicología y está a punto de licenciarse en esta materia
El rol de la Municipalidad de Gualeguaychú es importante en este proyecto. Desde que se puso en marcha el mismo, el Ejecutivo acompañó con fondos que cubren parte del alquiler de la casa y, además, dispuso de una persona, quien es parte del equipo de acompañamiento. Esta decisión, tomada durante la gestión del ex intendente Martín Piaggio, fue continuada por la del actual jefe de gobierno, Mauricio Davico.
“Es importante saber que nosotros somos cinco en el equipo de acompañamiento, pero no somos el equipo tratante, ese equipo está en el hospital o en el CAPS (Centro de Atención Primaria de la Salud)”, diferenció el entrevistado, quien integra dicho grupo con una trabajadora social, un operador psicosocial, una persona del área de Accesibilidad del Municipio y otras que, si bien no son profesionales, tienen una larga experiencia en el acompañamiento de este tipo de situaciones.
¿QUÉ ESPERAMOS DE LOS DEMÁS?
La tan maltratada Ley de Salud Mental (que nunca se financió, ni se puso en funcionamiento de manera integral) contempla este tipo de dispositivos, así como los llamados hospitales de día o casas de medio camino. Pero, lejos de ser la norma, por el contrario, La Casita Convivencial es la excepción a la regla. No hay dispositivos de este tipo, ni en Gualeguaychú, ni en la provincia. Los casos son, como este, aislados y producto de la organización de la comunidad, más que de una política de Estado seria y sostenida en el tiempo.
“Es muy difícil gozar de salud mental si no tenés vivienda, si no tenés trabajo, si no tenés derecho a comer, a bañarte, a vestirte”
“Es muy difícil gozar de salud mental si no tenés vivienda, si no tenés trabajo, si no tenés derecho a comer, a bañarte, a vestirte, a ser reconocido por otro. Este dispositivo busca alojar a esas personas, poder darles un lugar y ofrecer un vínculo posible, con el quipo que acompaña y con sus compañeros”, explicó Marconi. Y se refirió a la necesidad de interiorizar reglas, respetar tratamientos, aprender a vincularse con el hospital, con los CAPS, con el Municipio y otras instituciones. “La casa busca eso: que la persona pueda adquirir las habilidades que necesita para sostener su propia vida”, remarcó. Y, sobre los objetivos futuros, apuntó a “sostener lo construido”, aunque “también pensamos abrir una segunda casa y fortalecer el acompañamiento a las personas que dejan el dispositivo, ese es un gran desafío”.
“Creo que, como sociedad, debemos pensar cuánto del otro permitimos en la convivencia, cuánto lo aceptamos como es. Porque, si pretendemos que las personas que viven entre nosotros sean sumamente productivas, ahí hay un problema, porque no todas las personas lo son. Entonces, ¿qué lugar le damos a ese otro? ¿lo abandonamos a su suerte y si no es competitivo que quede afuera? ¿qué esperamos del otro que no sea producir su capital?”. Las preguntas de Marconi quedan flotando en el aire de la casa. La misma casa que, asimismo, es una de las tantas respuestas posibles a esos interrogantes.
captura de pantalla
por Tati Peralta
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