ESTA YA LA VIMOS

S.O.S. RÍO URUGUAY: ¡OTRA VEZ, VIENEN POR EL AGUA!

Como pasó con Botnia, hace más de 20 años, la empresa HIF Global pretende instalar una refinería química de e-combustibles en la uruguaya Paysandú. El mega proyecto ocupa la amplitud de todas las playas de Colón, en la costa entrerriana del Uruguay. Un nuevo conflicto ambiental binacional emerge.

Texto: Agustina Díaz | Ilustración: Diego Abu Arab
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No es una novedad para el pueblo entrerriano la crítica situación del “río de los pájaros”. Pero a los daños ambientales persistentes (y en casos irreversibles), ahora se sumarían los desechos de la empresa HIF Global, que pretende instalar una refinería química de e-combustibles. Un nuevo conflicto ambiental binacional emerge por la acción de una firma multinacional.

VIVIR EN “LOOP”: ESTO YA LO VIVIMOS

En 2003 el rumor acerca de la instalación de fábricas de pasta de celulosa en Fray Bentos llegó a los oídos de los pobladores de Gualeguaychú. Tres años más tarde, la ruta internacional que conecta ambas ciudades fue cortada por la Asamblea Ciudadana Ambiental y la reina del carnaval de aquel entonces, con la ayuda de Greenpeace, desfiló con un cartel que decía “Basta de Papeleras Contaminantes” en Viena, bajo a la mirada de los 58 jefes de Estado que participaban de la IV Cumbre Unión Europea – América Latina y el Caribe.

El proyecto de radicación de pasteras contaminantes daba miedo. No había información oficial, las comunidades no eran convocadas ni consultadas al respecto y cada decisión de las autoridades carecía de cualquier tipo de licencia social. En aquella oportunidad, no era el Estado uruguayo el que estaba desarrollando el proyecto, pero era quien ponía la cara por los inversores extranjeros que venían huyendo de otros puntos del globo por delitos ambientales y no estaban dispuestos a revelar sus rostros.

En países como los nuestros, subdesarrollados, dependientes y con fuertes desbalances en el comercio exterior, las promesas de inversiones millonarias extranjeras han sido el mantra con el que se le ha rezado al capitalismo global. En aquella oportunidad fue igual: los defensores acérrimos del “desarrollo” esgrimieron sus argumentos frente al supuesto pensamiento conservador de las militancias ambientales, tan alarmistas y exageradas.

“En países como los nuestros, subdesarrollados, dependientes y con fuertes desbalances en el comercio exterior, las promesas de inversiones millonarias extranjeras han sido el mantra con el que se le ha rezado al capitalismo global”

Se suponía que millones de dólares en las mejores tecnologías iban a generar un efecto derrame sobre la calidad de vida de la gente, que decenas de miles de puestos de trabajo con salarios altos iban a aparecer de la noche a la mañana y quela inserción exitosa de Uruguay en el mundo estaba garantizada. Claro está que nada de eso pasó y que el único derrame que hubo desde entonces (y sucede seguido, aunque poco nos enteremos) es el de ácido sulfúrico. De hecho, el último ocurrió hace un puñado de días, durante el trasbordo de un barco hacia la pastera finlandesa. Ese fue el último de los 14 episodios contaminantes generados en menos de un año, según lo refirió el médico Martín Alazard, referente de la Asamblea Ciudadana.

De más está decir que los argentinos también hemos creído en los cantos de sirena de las grandes multinacionales y que cientos de conflictos ambientales atraviesan nuestro territorio desde Jujuy a Tierra del Fuego.

¡SEMEJANTE BOLAZO!

Hace unos años, cuando se aprobó la ley de etiquetado frontal de alimentos, nos enteramos queloque comemos, confiados al ver un hermoso envoltorio verde, que nos da la sensación de estar degustando una manzana recién sacada de un árbol, en verdad es un producto ultraprocesado, excedido en sales, azúcares y grasas malas. En otras palabras, aprendimos a desconfiar y, ahora, ante una nueva publicidad de alimentos sospechosamente ricos y sanos decimos:“¡semejante bolazo!”, “seguro nos están mintiendo”.

Algo similar nos debería suscitar las promesas de explotación de recursos naturales que se muestran tan “eco friendly”, porque agregan la palabra “verde” pero no explican en nada su funcionamiento y consecuencias. Desde La Mala, iremos abordando este tema en las próximas ediciones con especialistas en la temática, pero, en primera instancia, nos parece fundamental compartir las atendibles inquietudes planteadas por la Multisectorial Somos Ambiente, de Colón, que comenzó a levantar la voz en un contexto de silenciamientos y desacreditación de los reclamos ambientales por ser parte de la “agenda woke”, uno de los archienemigos imaginarios del gobierno libertario. 

La empresa HIF Global pretende instalar una mega refinería química de e-Combustibles, de proporciones sin precedentes. La inversión multimillonaria promete dólares y empleo para producir Hidrógeno Verde… ¡un golazo! ¿no? Pero cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía, decía mi abuela, y el lado B del asunto es lo que las militancias ambientales intentan mostrar y, en lo posible, evitar.

Según lo informado por Somos Ambiente, la fábrica produciría dos insumos básicos: Hidrógeno Verde, por medio de electrólisis, para descomponer la molécula de agua (H2O) extraída del rio Uruguay y Dióxido de Carbono, por medio de la incineración de productos forestales (80%) y de la Planta de ALUR (20%). De la unión de estos dos gases, obtendrían Metanol, cuya producción sería de 560.000 toneladas por año. Asimismo, del Metanol se obtendrían e-combustibles para la exportación de gas, kerosén para aviación, aceite, gasolina y lubricantes.

“Del Metanol se obtendrían e-combustibles para la exportación de gas, kerosén para aviación, aceite, gasolina y lubricantes”

Paneles fotovoltaicos sobre una superficie de 600 hectáreas; construcciones industriales de mayor proporción que toda la costa playera colonense; chimeneas de dióxido de carbono que serían venteadas hacia las ciudades de Colón, San José y Liebig; manipulación de productos altamente contaminantes en las aguas del río, y la demanda de millones de litros de agua del caudal del Uruguay son la contraparte de la inversión propuesta por HIF Global.

¿Qué les queda a los entrerrianos? Volver a apelar al Tratado Binacional del Río Uruguay, que exige el consentimiento del Estado argentino y del Estado uruguayo en emprendimientos productivos que afecten la cuenca hídrica compartida y, de este modo, exigir la relocalización del proyecto.

Recordemos, como antecedente positivo, que en medio del clímax del conflicto ambiental por la instalación de las pasteras frente a Gualeguaychú durante el 2006, una de las empresas, ENCE, de capitales españoles, decidió retirar su proyecto y emprender estudios para radicarse en otra localidad uruguaya.

EN “LOOP”, PERO UN POCO PEOR

En 2006, la Asamblea Ciudadana de Gualeguaychú tuvo un éxito parcial, ya que sus medidas de fuerza torcieron el brazo de ENCE, que abandonó la construcción de su fábrica. UPM, el otro grupo inversor de origen finlandés, decidió quedarse y obligar al Estado de la República Oriental a responder por él. En una actuación sin precedentes, la Cancillería argentina llevó el caso a la Corte Internacional de la Haya.

Lamentablemente, el fallo emitido por esa corte no fue el más deseado ni favorable para nuestro país, ya que, si bien confirmó que Uruguay había violado el Tratado binacional, no obligó al desmantelamiento de la fábrica y tan sólo sugirió el monitoreo conjunto de las implicancias ambientales.

El golpe fue muy duro, no sólo para la ciudadanía gualeguaychuense comprometida en la lucha, sino para todos los demás pueblos de la Argentina que estaban (y siguen estando, en muchos casos) en una situación similar. Ningún pueblo había llegado con su voz a la Haya para exigir respeto a su territorio y forma de vida, pero la Corte hizo caso omiso a uno de los fundamentos medulares del derecho ambiental, el principio precautorio, sentando un terrible y desolador precedente.

A partir de 2010, cuando la Corte dio su veredicto y UPM comenzó a exportar su pasta de celulosa, el optimismo e involucramiento en la militancia ambiental, que por algunos años fue tan masiva en nuestra ciudad, se fue apagando.

ENTONCES ¿CÓMO SEGUIMOS?

En un contexto político nacional en el que gobierno central se muestra extraño a cualquier proyecto serio de integración regional, genuflexo ante la administración norteamericana de Donal Trump y contrario al reconocimiento de la cuestión ambiental como un tema fundamental, por considerarla parte de la “agenda Woke”, una actuación eficiente y comprometida de la Cancillería argentina en la custodia de los intereses territoriales parece imposible. En ese marco, nos queda el de al lado, nos queda la familia, los vecinos y los amigos. Nos queda confiar en las fuerzas de un pueblo que ha tenido sus conquistas y nos queda hallar alguna fórmula para alimentar la esperanza en que podemos cuidar, al menos, lo poco que nos queda del río que nos da la vida.