SER MAMÁ, SER DOCENTE

EL AUTISMO, EN SEGUNDA PERSONA

Cada 2 de abril se conmemora el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, y los medios y las redes sociales le dan lugar al tema. Pero la fecha pasa y la vida sigue para las miles de familias que conviven con esta situación. Lo que sigue es el relato de Ana Larreteguy, gualeya, docente universitaria y mamá de Gervasio. “Ser diferentes no es un problema, el problema es ser tratado diferente”, dice.

Texto: Ana Larreteguy
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Soy Ana Larreteguy y no quiero teorizar, quiero realidad. Por eso cuando tuve la intención de escribir este artículo recordé que cada vez que hablaba de autismo no todas las personas sabían lo que decía.

Hice una encuesta en una red social, la pregunta era simple: ¿Conoces el CEA? Para mi sorpresa los resultados fueron 62% SÍ y 38% NO. Pero como es común creer conocer por lo que se lee o escucha en medios que desinforman, la siguiente historia les pedí que, si su respuesta había sido SÍ, me dijeran una característica del autismo… y ahí llegó la realidad.

Una de las respuestas fue “no tiene cura, pero sí distintos tratamientos”. Y acá es donde empezamos a derribar mitos: el autismo no necesita cura, porque no es una enfermedad. Según el discurso médico, es un trastorno del desarrollo que se manifiesta durante los primeros años de vida. Se caracteriza por dificultades en la comunicación y en el lenguaje, como también por conductas, actividades e intereses restringidos y repetitivos.

¿Y si cambiamos el discurso y decimos que es una condición de vida y sus características se hacen visibles a partir de los primeros años? Estas son desafíos en la comunicación e interacción social, intereses y actividades que les apasionan; muestran conductas que les ayudan a autorregular su propio nivel de estrés.

“Muchas veces queremos enseñar a colocar un planeta dentro del sistema cuando lo primero que tenemos que enseñar es a reconocer las emociones. Somos personas, no robots”

Otra de las respuestas fue “aprendizaje diferente”. Y sí, todas las infancias aprenden diferente, algunas (me arriesgo a decirla la mayoría) necesitan abordajes no tan mecanizados o “aburridos”. Por eso es necesario visualizar el interés de cada individuo o del grupo en el que está.

¿O acaso ustedes leen o hacen cosas que no les interesan en sus tiempos libres?

El autismo no es una barrera para el aprendizaje o el trabajo. Las personas con esta condición están en este mundo, son parte de nuestra sociedad, familia, escuela, club. Por eso, una de las terapias más fundamentales a la que asisten (mientras las obras sociales la cubren o el bolsillo de las familias puede) es la Terapia Ocupacional. Además de psicología, fonoaudiología, psicopedagogía y musicoterapia, entre otras.

Quiero resaltar el valor de las expresiones artísticas y de la actividad física programada para poder poner lo que sienten en ellas. Muchas veces queremos enseñar a colocar un planeta dentro del sistema cuando lo primero que tenemos que enseñar es a reconocer las emociones. Somos personas, no robots.

“Dejemos de hablar de normalidad para empezar a hablar de diversidad. Dejemos de hablar de aceptación para hablar de convivencia”

Y, sin dudas, las familias son quienes tejemos lugares seguros, no sólo para las personas autistas, si no para quienes convivimos con ellas. Esa familia, que puede ser de sangre o de corazón, que sabe lo que sí y lo que no, y pregunta, y no juzga, ni el cansancio, ni las lágrimas, ni la incertidumbre de un futuro impredecible. Y las familias también las componen la escuela y los compañeros de clase que hacen que todo sea más fácil.

Empecemos hoy. Dejemos de hablar de normalidad para empezar a hablar de diversidad. Dejemos de hablar de aceptación para hablar de convivencia. Necesitamos estos cambios, necesitamos que los institutos o universidades que forman docentes incluyan dentro de la formación las condiciones de este tipo. Es urgente. Como también es urgente la empatía dentro de las instituciones, tanto escolares como intermedias. A veces, la única adaptación metodológica que necesita un niño/a, es que crean en él/ella.

No es un camino fácil para nadie, pero las primeras barreras las pone el desconocimiento. Pregunten, sean curiosos. Busquen fuentes confiables. Ser diferentes no es un problema, el problema es ser tratado diferente. La discapacidad no está en el cuerpo de las personas sino en nuestra forma de mirar al otro/a. Seamos amables y respetuosos de las diferencias y así construiremos un mundo mejor para quienes vengan detrás.

Como docente, sostengo que es nuestro deber cuestionar y trascender las categorías escolares que nos impiden pensar que una niña o un niño, cualquiera sea, no tiene derecho a aprender con los demás y a ser reconocido/a como el resto. Como mamá, cuando me pregunta por el autismo, les hablo de tu sonrisa, que tantas veces me ha salvado la vida.

Los/as espero para recorrer este camino, juntos/as.


captura de pantalla

Rain Man (B. Levinson, 1988)

El clásico que puso el autismo en boca de todos. Dustin Hoffman la rompe como Raymond, un hombre con autismo y habilidades extraordinarias. Aunque algo estereotipado, sigue siendo una peli clave para entender cómo ha cambiado la mirada social sobre el espectro.

Atypical (R. Rashid, 2017)

Una serie que mezcla humor, drama y corazón. Sam es un adolescente con autismo que quiere ser más independiente, tener citas y descubrir su lugar en el mundo. Ideal para maratonear, reflexionar y reírse también.

The Reason I Jump (J. Rothwell, 2020)

Este documental te vuela la cabeza. Basado en el libro de Naoki Higashida, un chico no verbal con autismo. Muestra cómo sienten y piensan personas del espectro en distintos países. Emotivo, visualmente hermoso y necesario.