UN TROPIEZO QUE SÍ ES CAÍDA
La derrota electoral de La Libertad Avanza (LLA) en la provincia de Buenos Aires fue estrepitosa para el gobierno. Y lo fue por dos razones: por haberla convertido en una especie de plebiscito de gestión y por haberla llevado a puntos tan álgidos de confrontación exponiendo a la figura presidencial.
Si bien era una elección legislativa, de medio término y provincial, la forma de gestionar el proceso electoral por parte del gobierno terminó por convertirla en una cruzada. El ruido de la derrota fue igual de fuerte que los gritos descalificatorios de Milei hacia la figura del gobernador Axel Kicillof, a quien insultó llamándolo soviético y socialista, entre otros improperios característicos de la Guerra Fría que se sucedió hace unos sesenta años atrás.
Frente a una sociedad hartada que buscaba respuestas por afuera de lo conocido, los gritos desaforados, los insultos, el odio anti casta fueron efectivos en la campaña de 2023 para un ignoto partido político sin ninguna experiencia ni responsabilidad gubernamental. Pero, dos años más tarde, con veinte meses de gestión sin resultados para el bolsillo de las enormes mayorías y salpicaduras de corrupción por doquier, la magia de la motosierra dejó de seducir.
La caída de los salarios, el aumento del desempleo, el fin de la obra pública, los insultos al pensamiento opositor (incluidos niños con autismo, médicos del Garrahan, artistas y cientistas del Conicet) y las fundadas sospechas de negociados en funcionarios, incluida la hermana del presidente, generaron un caldo de malestar que se sirvió con plato hondo en las urnas del 7 de septiembre. Porque cuando se está en el gobierno y se tienen responsabilidades institucionales, el slogan tuitero no es suficiente para contrarrestar las sospechas de corrupción y la incapacidad para manejar los asuntos de Estado.
También pesó en la performance electoral de LLA su estrategia de construcción política avasallante. Podía salir muy bien, y liquidar la potencia de cualquier sector que quisiera capitalizar el voto antiperonista, o podía salir muy mal, generando un acuerdo sólo de cúpulas sin que el electorado de los demás partidos absorbidos quisiera involucrarse. Pasó lo segundo.
Sin condiciones, el PRO y la Unión Cívica Radical (UCR) aceptaron las reglas impuestas por LLA. Desde lo más simbólico (el color del frente electoral) a lo más concreto (los lugares en las listas) y, por temor a quedar fuera de un triunfo antiperonista en la provincia de Buenos Aires, cerraron acuerdos que resultaron difíciles de explicar de cara los afiliados y simpatizantes.
“Cuando se está en el gobierno y se tienen responsabilidades institucionales, el slogan tuitero no es suficiente para contrarrestar las sospechas de corrupción y la incapacidad para manejar los asuntos de Estado”
Ahora, con la foto de la derrota, se empiezan a mover las fichas en el tablero, con la intención de despegarse de una gestión que se viene a pique. La tarea no será muy sencilla porque, en primer lugar, importantes funcionarios nacionales salieron de las entrañas del PRO y de la UCR (Bullrich, Petri, Toto Caputo, etcétera) por lo que se presenta una importante dificultad en proyectar una escisión. Además, en segundo lugar, en lo que queda del desarrollo electoral de 2025, algunas provincias quedaron abrochadas a los acuerdos de unidad con LLA. Entre ellas, se encuentra la Entre Ríos de Frigerio.
¿SOS O TE HACÉS?
“¿Cómo hará Frigerio para seguir hablando de lucha contra la corrupción con los escándalos que implican a la hermana del presidente, Karina Milei, con quien él mismo se sentó a sellar un acuerdo político?”
En la historia de Entre Ríos, el ámbito educativo siempre fue sensible y demandante. Recordemos que una de las primeras acciones que Néstor Kirchner realizó como recién asumido presidente en 2003 fue visitar Paraná para destrabar el duro conflicto docente que implicaba a miles de trabajadores y trabajadoras de la educación y a todas las familias entrerrianas. Frigerio lo sabía, por eso en sus primeros meses de gestión quiso ganarse el favor de la comunidad educativa, mostrándose trabajador, austero y sensible. Pero hoy, la foto de Frigerio con una brocha en la mano pintando las aulas junto con maestras, padres y madres parece una postal lejana, aunque tenga algo más de un año. Hace pocos días, al salir de una actividad institucional del Consejo General de Educación (CGE), fue abucheado con cánticos que ilustraron el malestar del sector educativo duramente castigado por los recortes.
¿Cómo hará Frigerio para seguir hablando de lucha contra la corrupción con los escándalos que implican a la hermana del presidente, Karina Milei, con quien él mismo se sentó a sellar un acuerdo político?
¿Cómo recorrerá la provincia durante la campaña y responderá a las preguntas por el cese de la obra pública y la caída de los salarios y el empleo?
¿Cómo se las ingeniará para sostener el perfil desarrollista abrazando las ideas de LLA que detonó la competitividad de la industria y la producción agropecuaria nacional?
EL PERONISMO ENTRERRIANO TENDRÁ QUE COMER DE LO QUE SE ALIMENTA KICILLOF
“Axel está más alto” dicen en el peronismo para aludir a cómo creció su figura política con el resultado electoral del último domingo. Fiel a su estilo, manteniéndose tranquilo en momentos caldeados de la interna, escogiendo como único oponente a Milei y con una intachable trayectoria política que jamás lo ha puesto ni cerca de hechos de corrupción, el gobernador de la provincia de Buenos Aires dio un batacazo que sorprendió a propios, ajenos y a las encuestadoras electorales que le vienen pifiando desde hace años.
El primer batacazo de Kicillof fue en 2019 con su llegada a la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Si bien la experiencia macrista estaba profundamente desgastada, el triunfo electoral del PRO en el 2017 y la imagen positiva de María Eugenia Vidal no hacían del territorio bonaerense un “pan comido” para Kicillof. Quien, además, lo más importante para mostrar en su haber político era su gestión como ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner.
“Será muy difícil para Frigerio despegarse del lastre del gobierno nacional por estar pegado con cemento de contacto en lo electoral a LLA”
La “leona” Vidal, tan protegida por los medios de comunicación, perdió estrepitosamente frente a un economista académico que no contaba con el respaldo absoluto de los resortes pesados del PJ y que había optado por una austera campaña arriba del famoso Renault Clio. Cuatro años más tarde, al llegar a su fin el fracasado gobierno del Frente de Todos y contra todo pronóstico, Kicillof logró retener la provincia de Buenos Aires, que ahora se convirtió en bastión del retroceso de LLA en la política nacional.
Por supuesto, en este contexto, el peronismo entrerriano comienza a mirar con otros ojos al gobernador bonaerense, a quien, ahora, se percibe como un factor central del armado nacional del PJ de cara al 2027. Sin embargo, la transferencia de la potencia electoral vista este 7 de septiembre no será inmediata para el territorio panza verde de acá a octubre.
El PJ de Entre Ríos tiene, aparentemente, dos ventajas: por un lado, el negativo desempeño del gobierno nacional parece ser el argumento fundamental de la transformación o abstención de votos. Y en los días posteriores a la derrota la cúpula libertaria ha ratificado el rumbo más que cambiarlo. La conformación de una “mesa política” con los mismos actores, la falta de explicación sobre los asuntos de corrupción y los vetos a las leyes de emergencia social son nafta que avivan el fuego de la desconfianza, la decepción y del enojo. Por otro lado, será muy difícil para Frigerio despegarse del lastre del gobierno nacional por estar pegado con cemento de contacto en lo electoral a LLA.
Pero también el PJ entrerriano tendrá el desafío de mostrarte capaz, dinámico, receptivo y dispuesto a ser un verdadero partido de oposición. El tibio rol de Gustavo Bordet como diputado nacional frente al avasallamiento libertario y el escándalo de corrupción que envolvió a su ex mano derecha y ex senador nacional Edgardo Kueider son dos lastres en medio de la campaña que tendrán que vencerse a fuerza de vocación política, liderazgos nuevos y calor militante.
Después de casi dos años de un panorama sombrío, la militancia peronista parece empezar a recuperar estima y alegría. Pero, por ahora, es sólo un inicio, se tendrá que construir el resto del camino.