LACTANCIA Y MATERNIDAD
DAR LA TETA ES UN ACTO POLÍTICO
Con motivo de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, La Mala dialoga con Mariana Gerardi Davico, Psicóloga social que trabajó durante años en “Programa primeros años” (un programa nacional de primera infancia). Una entrevista en la que amamantar es un acto político y cobra sentido en comunidad.
Todos los años, entre el 1 y el 7 de agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna, para dar información y concientizar sobre la importancia de “dar la teta”. Para un bebé, es esencial los nutrientes de la leche para un crecimiento saludable pero, ¿alcanza sólo con eso?
El lema implementado para la jornada en esta ocasión es “Cerrando la brecha: apoyo a la lactancia materna en todas las situaciones”. ¿Qué brecha hay que cerrar? ¿Es amamantar cosa de mamás? Desde La Mala, charlamos con Mariana “La Negrita” Gerardi Davico, quien trabajó durante quince años en “Programa primeros años”, un programa nacional de primera infancia que acompaña a personas gestantes, mamás, personas que dan la teta y personas que no la dan (algunas porque no quieren, y otras porque no pueden).
-Mariana, dejando a un lado las ventajas nutricionales, ¿desde qué otras aristas se podría definir la lactancia materna?
-Quiero empezar aclarando que voy a hablar de ‘las lactancias’, ya que hemos aprendido con el tiempo que no sólo mujeres y madres damos teta y damos de lactar. Las lactancias tienen que ver con nuestras ancestras, con la infancia, con un poder que tenemos nosotras, con los miedos, con contradicciones, con angustias, con miradas, con amor, con el nutrir, con la información, con ser conscientes. Tiene que ver con el acompañamiento y el sostén. Tiene que ver con el cuerpo, con los cuerpos, con la alimentación y la posibilidad de la elección. Un bebé recién nacide tiene que estar cuidado siempre y alimentado para poder sobrevivir, y eso se hace en comunidad, no con una persona sola. La alimentación tiene que estar acompañada colectivamente.
-¿Es un mandato amamantar?
Vivimos en una sociedad donde a los cuerpos gestantes y a las mujeres, si llegamos a cierta edad y no tenemos hijes, se nos empieza a preguntar “¿qué? ¿no vas a tener hijos?”, como si fuese nuestra principal tarea, la reproducción.
Por suerte los tiempos van cambiando, pero esas preguntas nunca dejan de estar en la vida cotidiana donde transitamos. Pasamos a tener edades, que tiene que ver con una cuestión biológica, de posibilidades de reproducción, de la fertilidad, pero que muchas veces eso no va acompañado de poder pensar los procesos de lo que implica decidir gestar.
Después de parir, pareciera que dar la teta sí o sí tendría que ser como una cuestión instintiva. Ahí se arman un montón de preguntas (o por lo menos las tuve, y las sigo acompañando). Entonces la decisión debe ir primero en si vas a gestar o no, y una vez que eso sucede, aparece dar la teta como único recurso, y si no lo haces es como si fueses malas madre. Sin embargo, no es así. No somos malas madres si no damos la teta. Puede ser por muchos motivos que una no de la teta, puede ser incluso por cuestiones de salud. No es fácil dar la teta si una no está acompañada, si no sabe cómo formarse los pezones, cómo conocer su cuerpo, cuándo empiezan las venas a calentarse, cuándo las tetas se empiezan a llenar de leche, en cómo succiona el bebo o la beba nuestras mamas, en cómo nos tenemos que acomodar para que ese succionar pueda ser más compartido y quien está dando la teta en ese momento sienta comodidad con su cuerpo para hacerlo.
«No somos malas madres si no damos la teta. Puede ser por muchos motivos que una no de la teta, puede ser incluso por cuestiones de salud. No es fácil dar la teta si una no está acompañada»
Entonces, claro que lleva una presión social, y una presión social de dos caras también, porque a veces una está en el bondi, yendo de un lugar a otro por tareas domésticas y trabajo (que también tenemos doble trabajo, el doméstico y el trabajo fuera de casa), y por ahí tenemos que dar la teta en un espacio público, en el en el bondi, o en o en la calle, y muchas veces también somos juzgadas por eso. Cuesta, sacar la teta pareciera que es todo un movimiento también para el afuera.
Y es una cuestión de pudor propio, cada una va manejando sus corporalidades como puede, pero hay personas que lo tenemos más incorporado y lo podemos hacer sin vergüenza, sabiendo que ese vínculo que se armó en ese tomar la teta, es necesario para esa beba, bebé, o nuestro hije. Pero las miradas nunca dejan de estar, ya sean para cuestionar o para mirar amorosamente, pero están.
-¿Cuánto pesa ese mandato?
-Lo que puede suceder es que por ahí no podamos producir leche, y eso puede generar mucha culpa, mucha angustia, con eso de “no soy buena madre”. Como que al no poder dar la teta, estás incompleta. Y eso no es así: lo que se arma en el vínculo, está en la maternidad, en gestar, y tener un niñe a upa, en mirarle y sostenerle. Ya sea con la teta como con la mamadera, es algo que se construye. Entonces no, no es una cuestión meramente natural o instintiva, sino que tiene que ver con la construcción de las subjetividades de esas infancias en vínculos con otres.
Puede suceder que tampoco sea su madre biológica o la persona que le parió quien le esté suministrando esa leche a través de una mamadera, pero sí alguien que lo ama, que lo quiere, que la quiere, que desea hacer esa tarea, y eso es lo importante: el vínculo. Lo que se arma en ese momento de encuentro, de la alimentación, de estar nutriéndonos.
«Puede suceder que tampoco sea su madre biológica o la persona que le parió quien le esté suministrando esa leche a través de una mamadera, pero sí alguien que lo ama, que lo quiere, que la quiere, que desea hacer esa tarea, y eso es lo importante: el vínculo.»
– ¿Cuántos días crees necesarios para la licencia por maternidad? ¿Alcanza para el desarrollo correcto de la lactancia del bebé?
-Me parece que nunca alcanzan los días de licencia. Creo que tendrían que ser un año, como mínimo, porque hay que darle importancia, no sólo a todo el periodo de embarazo, sino también luego de haber parido, al encuentro de esa persona con su bebé y la familia, la comunidad, y cómo se entretejen esos lazos. A todes les que parimos nos ha pasado: siempre estás pensando en cuánto tiempo te queda para volver a trabajar, y lo que te perdés en ese periodo que empezás a laburar y dejas a tu a tu niñe al cuidado de otras personas, si tenés la suerte de poder estar siendo acompañade.
Obviamente hay que tener en cuenta a las paternidades también, en esto de poder pensar nuevas subjetividades, nuevas formas de acompañamiento, y roles de las masculinidades, donde puedan tener el espacio para poder estar presentes y acompañar.
Eso es sumamente político, en el sentido de quiénes toman decisiones respecto a nuestros cuerpos. Es muy fuerte que otres definan sobre los tiempos que une tiene tanto previo al parto como posterior al parto, y el tiempo de lactancia. Como si fuera una cuestión inamovible, a donde una no pueda elegir eso.
-¿Es la lactancia materna un acto político?
-Para mí todas las acciones son políticas, en términos de que une no está aislado de su vida cotidiana, de su barrio, de su laburo. Implican movimientos, transformaciones, miradas. El amamantar es un acto político. Tanto en el decir que sí, como en el decir que no, como el desear hacerlo, y reflexionar como lo estamos haciendo juntos ahora.
-El lema de la Semana de la Lactancia materna es “Cerrando la brecha: apoyo a la lactancia materna en todas las situaciones”. ¿Crees que todos los cuerpos lactantes tienen las mismas oportunidades para su desarrollo?
-No todos los cuerpos lactantes tienen las mismas oportunidades. Me parece que nos cuesta mucho pensar hoy a varones trans dando teta, o parejas del colectivo trans-travesti-no binarie gestando, pariendo y amamantando. Y en relación a lo que decíamos de las miradas, todavía nos cuesta mucho como sociedad poder ver con ojos amables y alojadores estas otras formas y cuerpos lactantes en nuestro cotidiano. Creo que es parte de las luchas políticas que tenemos que seguir dando.
-¿Y con respecto al contexto político y económico actual de la Argentina?
-En las alternativas está la leche maternizada, que sale muy cara. Cuanto más estiremos la lactancia con la teta, no sólo que le da bienestar al bebé o la beba, sino que también se termina transformando en un alivio: si una tiene una teta no tiene que comprar la leche maternizada.
Lamentablemente en la actualidad, programas como el de “Primeros años”, y tantos otros, han sufrido despidos de trabajadoras y trabajadores que nos venimos formando hace años en el acompañar a las infancias y a las familias en situaciones difíciles de el proceso de gestar, parir y la lactancia. Esto va acotando las posibilidades de poder acceder a la información y a los derechos que tenemos las personas y les niñes para conocer, para poder elegir.
A una le da mucha tristeza porque hemos podido ver en nuestro trabajo, en nuestros lugares, cómo se van transformando las familias cuando una le da el espacio para la pregunta, para poder ponerle palabra al miedo, para poder decir “bueno no me sale leche, ¿qué hago?”, y darle lugar al llanto, y después ver la cara de alegría cuando eso se transformó y pudo dar la teta, o por ahí no pudo, pero vio que la mamadera calmaba el hambre de su hije, y que podía dormir a la noche y eso daba tranquilidad. Cuando es acompañado es distinto, eso es un acto político: estar, sostener, acompañar la mirada.
Lamentablemente este gobierno ha tirado por la borda años de trabajo, de construcciones comunitarias, pero habrá que seguir dándole resistencia en los territorios, porque esos nos quedaron de nuestro lado, por suerte. Nos reinventaremos nuevamente, para seguir nutriendo las infancias de nuestra puebla.