CORRUPCIÓN SÍ, CRUELDAD TAMBIÉN
La corrupción, los sobornos, el favoritismo, los privilegios y la falta de transparencia son, más que una excepción, una constante en la historia de la República Argentina. Es como una especie de serpiente, de cobra que se alimenta de sobres, bolsos o maletines, y que está siempre por estrangularnos. Funciona como una especie de monstruo escamado que divorcia con profundas heridas a las dirigencias que representan de las bases representadas y, con ello, socaba la legitimidad del propio sistema.
En honor a la verdad, la cobra de la corrupción no pone sus huevos sólo en las alturas, sino que anida en todos lados. Está presente en una infinidad de pequeños hechos cotidianos, en parte de nuestra cultura, nuestra educación, nuestras organizaciones familiares y en casi todos los ámbitos en los que nos desarrollamos. Se trata de una especie de marca en el “ethos” argentino, que reproducimos generación tras generación. Viveza criolla le dicen algunos, para justificarlo o suavizarlo. Una característica social que encarnan, hasta límites impensados, quienes detentan posiciones de jerarquía en una estructura social cada vez más desigual.
Cuando estalla en las altas esferas del poder la corrupción golpea fuerte en la opinión pública. Son las veces que quedan expuestos los grandes “decisores” políticos y económicos, los que piden a las mayorías grandes esfuerzos mientras despilfarran “la tuya”.
El escándalo de los audios es un bochorno sin precedentes: por ser explícito y por haber ocurrido en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis) en el medio de crueles recortes que han dejado desprotegidos los derechos de miles de personas (y sus familias). Es menester señalar que la discapacidad es un tema siempre rezagado por las agencias de marketing político y marginal en las campañas, prácticamente ignorado por parte de los ideólogos de las grandes políticas públicas y desconocido por gran parte de una sociedad que se muestra entre insensible e indiferente. Por eso el sector de la discapacidad está en crisis desde hace años, los profesionales exhaustos y las familias agotadas.
En ese marco, la asignación de subsidios o pensiones fue tradicionalmente una medida mínima respecto a las muchas acciones que se necesitarían para abordar integralmente y responsablemente el proyecto de una sociedad más inclusiva y equitativa. Sin embargo, reconociendo la enorme deuda política y social, desde la llegada al gobierno de La Libertad Avanza (LLA) lo poco que estaba en pie y funcionaba ha sido desfinanciado y desarticulado.
Pero el escándalo con la Andis no es una excepción, parece ser el hecho que reconfirma la tendencia. El primer caso de corrupción sobre la LLA comenzó con el armado de sus listas para la elección de 2023. Se habló abiertamente de la venta de las bancas en consejos deliberantes y legislaturas provinciales. La recaudación onerosa de Karina Milei era un secreto a voces antes de tomar las riendas del Ejecutivo nacional. Ya en el gobierno, los mecanismos de repartición de los altos cargos públicos también fueron señalados por corrupción y algunas de las figuras descollantes del oficialismo despiertan suspicacias (Sturzenegger, Caputo, los Menem y otros) por sus vínculos y favoritismos en negociados millonarios.
La corrupción del gobierno libertario, incluso, alcanzó rango internacional con el criptoescándalo Libra, que implicó la participación directa del Presidente de la República en la promoción de una estafa. Según la mayoría de las encuestadoras, la enorme dimensión del escándalo global no había mostrado una incidencia importante en el electorado de LLA.
Hay indicadores de que esto cambió con el caso de los audios, por tratarse de un material probatorio contundente sobre el cual el gobierno no puedo justificarse y por ocurrir en un área tan sensible como las personas con discapacidad. Por supuesto que los límites electorales de LLA no sólo guardarán relación con la decepción ante la reproducción de las lógicas corruptas de la política, el cansancio, el hastío o el descreimiento seguramente se entenderá más al observar (y vivenciar) los efectos del plan económico que en un año y medio comenzó a mostrar sus debilidades: la sequía de inversiones, la pérdida de fuentes de trabajo, el precio del dólar, la caída del consumo, el encarecimiento de la vida que diluye las bondades de la caída de la inflación, etcétera.
“Hay indicadores de que esto cambió con el caso de los audios, por tratarse de un material probatorio contundente sobre el cual el gobierno no puedo justificarse y por ocurrir en un área tan sensible como las personas con discapacidad”
Desde ya, la desazón de los votantes de LLA no tiene inmediata traducción en un interés electoral por el resto de las fuerzas opositoras. En el peronismo, el espacio opositor más importante, la falta de renovación, la forma de construcción de las candidaturas y las pujas internas en casi todos los distritos hablan de una fuerza que no ha logrado mostrarte atractiva para la sociedad no peronista.
DEL AÑO DEL ÑAUPA
Como dijimos, la corrupción no es una novedad en la Argentina. Desde tiempos de los caudillos unitarios a federales, las acusaciones se reboleaban de aquí para allá. Pero fue hacia fines del siglo XIX que la lucha contra la corrupción se transformaría en un “clivaje político” en el sistema político. Clivaje es un término propio de la Ciencia Política para aludir a aquello que rompe, que parte aguas, que construye oposiciones entre un sector y otro.
El clivaje ético o moralista inaugurará la modernización del sistema político con la irrupción de la Unión Cívica (UC). Primero, a través de las armas, después con la estrategia de la abstención y, finalmente, imponiéndose en las urnas, los radicales van a distinguirse frente a los a los conservadores del Partido Autonomista Nacional (PAN), enfrentando “la causa democrática” frente al “régimen” corrupto conservador.
Aquellos radicales no se pronunciaban contra el modelo agroexportador en plena consolidación y expansión, ni en contra de su modo de acumulación y distribución (inequitativa) de la riqueza, sino que buscaban transparentar el sistema electoral y democratizar el ingreso a los cargos públicos de los que sólo participaban los sectores más aristocráticos. No distinguía a radicales y conservadores una concepción distinta del modelo de desarrollo o del modelo distributivo, la ruptura estaba en la denuncia o el goce de los actos de corrupción, del favoritismo, los privilegios y la falta de transparencia que acompañaban las decisiones del gobierno.
En 1912, en medio de un contexto social cada vez más tensionado, el PAN accedió a la sanción de la Ley de Sufragio Obligatorio y Secreto (masculino). Por entonces, las presiones no sólo venían de los radicales, también, de los socialistas, las organizaciones sindicales combativas, del anarquismo y hasta de sectores agrarios cansados de las condiciones leoninas impuestas por los grandes terratenientes (movimiento que se conoció como Grito de Alcorta). Luego, la Ley Saenz Peña se hizo efectiva y el radicalismo llegó a la presidencia por primera vez.
Ochenta y tres años después el clivaje moralista re-emergió de manos de los radicales. Eran tiempos del menemismo, de la farándula, de la pizza con champagne, del despilfarro, de hechos funestos e impunes como los atentados de la AMIA y la Embajada de Israel y la explosión de fabricación de armas de Río Tercero. Fue entonces cuando, frente al modelo de la convertibilidad que nadie quería abandonar, apareció Fernando de la de la Rúa levantando las banderas de la honestidad y la transparencia.
La Alianza prometía continuar con la política económica, pero sin la corrupción que la ensombrecía. Sin embargo, ganada las elecciones, a los pocos meses de asumir, el vicepresidente renunció en medio de un escándalo de corrupción y desde allí todo fue en caída. El Fondo Monetario Internacional (FMI) tuvo cada vez mayor injerencia en un país devastado, las presiones de la deuda externa se desbocaron y tal fue la desesperación que Domingo Cavallo, el ex super ministro de Economía menemista fue convocado para cazar al monstruo que él mismo había parido y alimentado. Ese caso, hace 24 años, todo explotó por los aires: por el hartazgo social frente a la persistente corrupción, sí, pero más por la reproducción de un sistema económico excluyente que ya había dilapidado la calidad de vida de las mayorías argentinas.
EL PARTIDO LIBERTARIO ¿SEGUIRÁ AVANZANDO?
El macrismo había sido una mala experiencia y la gente había votado con mucha expectativa al Frente de Todos. Pero el desboque de la inflación, la falta de respuesta, la ineficacia del Estado y las internas políticas fueron alejando la simpatía de los y las votantes. Y lo que marcó un parteaguas para que la gente pasara de la decepción a un enojo furioso fue la foto de Olivos, donde se vio al presidente en medio de un festejo, rodeado de gente, en la quinta presidencial, en plena pandemia.
Era momento en que los familiares despedían en soledad, si es que lo lograban, a sus seres queridos muertos por el Covid 19; cuando niños tuvieron que interrumpir sus procesos educativos porque las escuelas estaban cerradas; cuando miles de personas perdieron su empleo o tuvieron que cerrar sus negocios. En ese contexto de soledad, rompimiento obligatorio de los lazos sociales y padecimientos económicos de millones, el Presidente, impunemente, celebraba y posaba para una foto.
“¿A dónde irán a parar las nuevas decepciones y enojos? Porque el modelo económico acelera sus límites a la vez que la corrupción se vomita en los escritorios oficialistas”
El triunfo de LLA se explica mucho más por el enojo y la frustración que por lo atractivo de sus ideas. Es por eso que los discursos violentos y los insultos a la casta calaron más hondo que las alarmas que encendían el anunciado plan económico en plena campaña electoral.
¿A dónde irán a parar las nuevas decepciones y enojos? Porque el modelo económico acelera sus límites a la vez que la corrupción se vomita en los escritorios oficialistas.
¿El resto de las fuerzas políticas están dispuestas a quitar la cizaña y separar la paja del trigo? Es difícil pensarlo cuando los otrora partidos moralistas (la UCR y el PRO), que se rasgaron las vestiduras con la “corrupción K”, ahora se muestran tan genuflexos con tal de lograr cualquier acuerdo con Karina Milei y así no quedar fuera de la marea libertaria.
También es difícil pensar en esa tarea al peronismo, que se queda en la comodidad del castigo a los corruptos más bochornosos, como Kueider e Insaurralde, pero evita un análisis profundo de sus lógicas de construcción, que han permitido, sostenido y acrecentado la influencia de personajes como esos en sus estructuras.
Otra vez la cobra de la corrupción envuelve la historia argentina y, aunque nunca llegue a matarnos, su asfixia nos adormece.
¿Anidan sus huevos entre nosotras y nosotros? Más vale prestar atención, sobre todo en tiempo de malas.