LA MODA DEL CAPIBARA
Los Hydrochoerus hydrochaeris son los roedores más grandes del mundo y tenemos la suerte de conocerlos porque viven en este pedazo de continente llamado Sudamérica. En general se los conoce como carpinchos, aunque en los últimos años, de la mano del consumo masivo de productos inspirados en el mamífero, ha ganado lugar la denominación capibara.
Parte de la negación de nuestra raíz indígena se ilustra con nuestra ignorancia sobre la proveniencia de muchas de las palabras que usamos y, precisamente, capibara viene de nuestra herencia guaraní (bapiÿvá o kapi’yva significan señor del pasto o comedor de pasto, respectivamente) aunque a esta especie solemos denominar carpinchos.
¿Cómo fue que estos animalitos se volvieron objetivo del consumo masivo y depredatorio? Todo comenzó hacia el año 2000 cuando los carpinchos formaron parte de los dibujos animados japoneses llamados “Kapibarasan”, producidos por la misma empresa fabricante de los famosos juguetes Bandai. Así comenzó la fascinación en Asia hasta que, dos décadas más tarde, cuando TikTok ya se había consagrado en el mundo digital, se convirtió en tendencia la canción de un artista ruso (Сто-Личный Она-Нас) titulada «Capibara».
Con una melodía entre sensual y cómica, el estribillo tan sólo decía «Ca-pi-baraaaa capibara capibara capibara capibara capibara capibara» y fue utilizada para ilustrar las más simpáticas y tiernas imágenes de carpinchos nadando, durmiendo o interactuando con otros animales.
Mochillas, llaveros, peluches, remeras, medias, útiles escolares, globos de helio y una infinidad de artículos que se venden por miles de millones en el mundo estampan el rostro apacible de los carpinchos, generando nuevas toneladas de desechos industriales a partir de una moda que más temprano que tarde quedará obsoleta.
Tanto es el impacto económico de las ventas de productos con el carpincho como protagonista que en diciembre del año pasado se armó una polémica a nivel global porque Liao Yue, un empresario chino radicado en Perú, registró la palabra “Capibara” como marca ante el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi) de ese país, generando una oleada de iniciativas similares en otros puntos del globo.
PELUCHES SI, ROEDORES DE VERDAD NO
Por supuesto, Argentina no escapó a la fiebre mundial del consumo de juguetes y prendas del simpático roedor. Sin embargo, en simultáneo con la fascinación infantil con esa moda, los carpinchos son combatidos por grandes inmobiliarias, por los propietarios de las casas más costosas del Nordelta y por el gobierno.
Desde hace años, con la proliferación de los barrios cerrados dispuestos a modificar todo a su paso para tener jardines más excéntricos y lagunas exclusivas, el hábitat de grandes comunidades de carpinchos fue, literalmente, detonado. Los nuevos moradores de esos territorios, familias adineradas de todos los colores de la política, el mundo empresarial y, también, del narco, comenzaron a odiar a los carpinchos por comer sus plantas y defecar en sus jardines.
Compraron perros de caza, instalaron cercos eléctricos e hicieron tapiales en los lagos para que los roedores no pudieran salir del agua, por eso se ven cadáveres de carpinchos flotar en las lagunas VIP de los countrys: son especímenes que murieron ahogados tras la fatiga de nadar por horas sin poder pisar tierra de nuevo.
“Daniel Scioli, propuso dos medidas que llegan al paroxismo de la crueldad animal: el traslado de los grupos de animales de su hábitat y la castración masiva de los especímenes que quedan en la zona del Nordelta”
Por años las gestiones locales y de la provincia de Buenos Aires han hecho caso omiso a esta delicada situación de irreversible daño ambiental, porque la muerte de las comunidades de carpinchos sólo es la punta del iceberg de un sistema de desarrollo urbano depredatorio, insustentable y elitista, cuyas consecuencias recién comenzamos a ver.
Como era de esperarse en un gobierno libertario, cuyos exponentes hasta propusieron privatizar los mares y las ballenas, el responsable de la cartera de ambiente de la gestión nacional de La Libertad Avanza (LLA), Daniel Scioli, propuso dos medidas que llegan al paroxismo de la crueldad animal: el traslado de los grupos de animales de su hábitat y la castración masiva de los especímenes que quedan en la zona del Nordelta. Como si todo eso fuera poco, se señaló que parte de las medidas serán financiadas y llevadas a cabo por Nordelta S.A., la principal desarrolladora inmobiliaria de estos exclusivos barrios privados. Sin prurito alguno, Nordelta S.A. vende a través de su página web lotes en uno de sus más prometedores countrys al que llamaron “Carpinchos” y describen como “uno de los últimos barrios de su tipo en Nordelta. Excelente ubicación. Frente al futuro centro de Nordelta. Muy próximo a los ingresos por Bancalari y Ruta 27. Este barrio está consolidándose muy rápidamente, con más del 60% de los lotes con casas terminadas o en alguna etapa de construcción”. Mirá aquí.
Seguramente, las inocentes infancias que adoran a los capibaras ignoran que se los mata y se los combate como si fueran extraterrestres en sus propias tierras.
Y POR ENTRE RÍOS ¿CÓMO ANDAMOS?
La situación de la provincia en desastrosa. Como hemos contado en detalle en La Mala, cuando elaboramos el Mapa entrerriano del daño ambiental, estamos en una provincia con un estado de situación crítico desde hace años. A los efluentes cloacales e industriales volcados a nuestros ríos, el uso indiscriminado de agrotóxicos que destruyen la fauna y flora nativa y la ausencia absoluta de planes de ordenamiento territorial con una mínima perspectiva ambiental se suma, con la gestión actual, el avance sobre los pocos reductos de monte nativo que conservamos (menos del 5% de nuestra superficie) y la habilitación de caza indiscriminada de fauna autóctona.Hace unos meses, fue la liberación de la caza de aves y, ahora, la rienda suelta a la caza de Myocastor coipus, conocidos como coipos o nutrias.
La Resolución Nº 1194, emitida por la Dirección de Recursos Naturales y Fiscalización del gobierno encabezado por Rogelio Frigerio, permite la captura de estos mamíferos acuáticos entre el 24 de junio y el 29 de septiembre. La medida busca “controlar la población” de coipos debido a supuestos daños en terraplenes y cultivos de nuez pecán y sus pieles pueden usarse para la industria peletera. Es decir, lejos de fundamentos ecológicos, la decisión responde a intereses totalmente económicos.
“A la vez que el gobierno provincial lanzó la campaña #ModoCarpincho para promocionar el turismo de invierno (con la peor temporada de los últimos 20 años), habilita la matanza masiva de animales silvestres tan simpáticos y vitales como los capibaras”
Organizaciones como el Centro para el Estudio y Defensa de las Aves Silvestres (Ceydas) alertan sobre cómo esta matanza masiva puede impactar negativamente el equilibrio de los ecosistemas ya que se trata de una especie nativa que habita ríos, lagunas y esteros del litoral siendo su presencia vital para la biodiversidad acuática y la estabilidad de zonas ribereñas.
Lo que resulta paradójico es que, a la vez que el gobierno provincial lanzó la campaña #ModoCarpincho para promocionar el turismo de invierno (con la peor temporada de los últimos 20 años), habilita la matanza masiva de animales silvestres tan simpáticos y vitales como los capibaras. Claro, aquellos están de moda y “garpa” vender con su imagen, aunque el aliado gobierno nacional los combata como peste.
Es cierto, la ignorancia y la perspectiva de negociados que, lamentablemente, guían la mayoría de las acciones de los gobiernos de ayer y hoy, nos hace sentir impotentes. Pero no es menos cierto que formamos parte de una sociedad de mercado que poco busca mirar las consecuencias de nuestras tendencias de consumo y que poco se involucra en denunciar atropellos y construir soluciones.
Ojalá la gurizada que hoy crece fascinada por los capibaras pueda mostrarle a sus hijos o hijas un espécimen vivo de carpincho y coipo, si es que algo de ese mundo hermoso y fascinante queda en pie dentro de unos años.