El carnaval fue en sus orígenes jolgorio y desparpajo, un despelote de cuerpos, vidas, músicas y movimientos que buscaron ser libres al menos por un momento excepcional. En América Latina y en nuestro país muchas expresiones artísticas y populares fueron conviviendo y mezclándose. Así fue como pasamos del desenfreno callejero a un espectáculo excelso y exquisito como el Carnaval del País.
Entre la tensión entre festividad espontánea y espectáculo late el corazón de un mundo que alimenta almas, genera laburo y hace crecer a nuestra ciudad.
En medio de ese corazón, latió una inquietud tremenda, sincera e inocente en un estudiante de la Escuela Privada de Educación Integral Nº23 “Emanuel”: “¿Por qué yo no puedo salir en el carnaval?”. Una pregunta recurrente en las personas con distintas discapacidades y sus familias cada vez que su deseo de hacer y participar se ve coartado por los límites y estorbos que construye una sociedad excluyente a la que le cuesta cambiar.
APRENDER DONDE SE ENSEÑA
A partir de esa pregunta sencilla y profunda, profesionales de la educación que se desempeñan en la EPEI N°23 decidieron adentrarse a desafío de armar, nada más y nada menos, que una comparsa. Así nació la idea de “Carnaval con Todos”, un proyecto socioeducativo y cultural, convertido anoche en realidad, que fue acompañado por el EPEI N°15 Taller Protegido Emanuel, la E.E.I. N°12 José Facio, la EPEI N°18 Santa Rita y el C.E.T. Alium.
Alonso Villanova es profesor de Artes Visuales y carnavalero de corazón, y fue de los primeros que se metió con toda el alma en el proyecto que “iba a ser un carnaval, un carnaval con todos”, explicó Alonso con emoción y orgullo.
“Creo que el carnaval es mi vida”, expresó a La Mala. Alonso ha sido espectador, integrante y artista. Su compromiso con el lenguaje cultural del carnaval lo llevó a fundar la comparsa Amancay en la ciudad de Urdinarrain a partir de la “escuelita”, una propuesta de talleres de formación artística.

“A partir de esa inquietud que sembró un estudiante, junto con Rodrigo Ipperi (cantante de la comparsa Marí Marí) pensamos en una pequeña murga que después se nos fue un poquito de las manos. Pero bueno, queríamos generar esto, decir que nosotros lo podemos hacer. No sabíamos cómo, pero sabíamos que iba a ser un carnaval, un carnaval con todos”, contó con emoción y orgullo.
Como todo proyecto grande, ambicioso y profesional, muchas manos trabajaron incansablemente para hacer del Carnaval con Todos, una obra para aplaudir de pie. Educadores, colaboradores, profesionales, familias y estudiantes crearon, pensaron, ensayaron y dedicaron largas semanas de trabajo intenso para lograr la primera experiencia de este tipo en la Argentina.
“Empezamos desde la grupalidad. Desde la Orientación Vocacional Ocupacional que tenemos en la escuela, se trabajó la identidad. Investigamos sobre los carnavales, sobre la historia de Gualeguaychú y la leyenda de la fundación de la ciudad, de donde sale la temática. Así fue como comenzamos a idear cómo hacer este carnaval y, también, que todos podemos hacerlo. Fue maravilloso todo el proceso, en el que nuestros estudiantes, las familias, a través de diferentes talleres, iban haciendo los trajes, porque no todos podemos hacer todo, pero sí todos podemos hacer una parte”, remarcó.
Es cierto, no todos podemos hacer todo, pero todos podemos hacer algo, una parte, porque todas las partes son vitales e importantes. Personas, instituciones, gobiernos y empresas… si entregáramos algo de lo propio, confiáramos en el laburo de los demás y pondríamos por delante el bien común, sería otro cantar en esta sociedad que se muestra por momentos tan egoísta y dura.
TODOS LOS CUERPOS PUEDEN SER INSTRUMENTO DE MOMO
Macarena Abraham tiene 38 años y es profesora de educación física en la EPEI N°15 «Taller Protegido Emanuel», una de las instituciones involucradas en el proyecto. Cuando la invitación llegó a esa institución, las áreas estético expresiva (música, teatro y educación física) quedaron a cargo y comenzó la aventura.
“Estos espacios son fundamentales para todos los estudiantes. La música, el arte, los juegos y la actividad con el cuerpo los atraviesa, moviliza, predispone y energiza. Ellos ya demuestran ser el mejor público para trabajar porque todo les gusta, todo disfrutan, todo les llama la atención. Por eso, todos los espacios que podamos brindarles, deportivos, obras teatrales o hasta una simple salida a cenar son un regalo inmenso que los hace tremendamente felices en el corto plazo y, en el largo plazo, les van grabado memorias… al día de hoy nos recuerdan cada cosa que hemos hecho”, relató.

Allí estaban en el corsódromo, los estudiantes con los que trabaja Macarena y tantos otros más, bailando y actuando para deleite del público. Saludaban con grandes gestos y reverencias a todos los que fueron a verlos y, por un instante, fuimos nosotros los que pudimos realmente verlos a ellos como protagonistas, como artífices de la risa, como motivo de orgullo, como personas que también tienen el derecho al goce y al disfrute.
Nos enseña Macarena: “quienes trabamos con la discapacidad sabemos que ellos son simples y que lo complejo, muchas veces, es enseñarles a los de afuera que la inclusión pasa por el amor, el apoyo, la empatía y, sobre todo, el respeto. Y vale la pena aclarar que respeto no significa tener una mirada penosa, sino saber distinguir que existen los adultos con discapacidad, las infancias con discapacidad, familiares que acompañan y cuidan a las personas con discapacidad y que no todos tienen todas las posibilidades o herramientas para afrontar las vicisitudes y desafíos que se presentan”.
EL DERECHO A SER FELICES
Todo lo que hace felices a las personas requiere de entornos que garanticen el disfrute, y para las personas con discapacidad estos requerimientos se vuelven más complejos porque las asistencias y los acompañamientos deben ser más exhaustivos.
Jugar al fútbol, ir a una plaza, pasear por la costanera, bailar, pintar, acceder a espectáculos artísticos… todo es un poco (o mucho) más difícil para las personas con discapacidad y sus familias. De allí la necesidad de dar respuestas de manera colectiva, es decir, de que como sociedad pensemos cómo resolverlo. Sin lugar a duda, la presencia (o no) del Estado en estos temas es una de las formas en las que las sociedades dicen “presente” o se pegan el faltazo a estos temas que requieren un compromiso extra para que haya un poco de ecuanimidad en un mundo jodidamente tan desigual e injusto.

Como lo hemos tratado desde La Mala en diversas ocasiones, el sector de la discapacidad ha sido golpeado duramente por los recortes presupuestarios nacionales que implican un efecto derrame en provincias y municipios. Ojalá que el Carnaval con Todos nos recuerde (especialmente a quienes tienen responsabilidades de gestión) la importancia vital y la urgencia de fortalecer todos aquellos espacios donde las personas con diversas discapacidades pueden aprender, disfrutar y contribuir a una sociedad mucho mejor.
Que la propuesta haya sido declarada de Interés Educativo, Cultural y Social por el Honorable Concejo Deliberante de Gualeguaychú y de Interés Legislativo Provincial por la Cámara de Diputados de Entre Ríos nos abre una esperanza y expectativa acerca de lo mucho que el Carnaval con Todos puede crecer. Allí se necesitará también la concurrencia de las comparsas, los clubes, la comisión de carnaval, las empresas y todas las personas de buena voluntad que deseen que este desfile llegue para quedarse.
DICEN QUE MOMO LLORÓ DE EMOCIÓN

Unas telas emulando las aguas de los ríos que nos abrazan fueron desplegadas por la compañía de danza folclórica Cadencia, para dar lugar a cada una de las escuadras confeccionadas por las manos de propios bailarines.
Las sillas de ruedas se transformaron en canoas, la mayoría impulsadas por la fuerza de las madres que reman río arriba cada día. Los pueblos originarios que parió nuestra tierra, chanáes y charrúas, tuvieron su homenaje, porque sin esa herencia no hay identidad posible de construir. Entonces la representación de víboras y toros nos dieron la historia fantástica de fundación de Gualeguaychú, con actuaciones llenas de vida y compromiso.
Las banderas de las cinco comparsas del Carnaval flamearon al final, en representación de cada uno de los integrantes que dejan su corazón en la pasarela mágica que un día ideo José Luis Gestro. Y la batucada puso el broche de oro a una noche de carnaval atípica e inolvidable.
Como siempre pasa en carnaval, las risas y las lágrimas de emoción se mezclaron con el sudor de una calurosa jornada de noviembre, en la que el cielo se mostró amenazante, pero no pasó de eso. Las mamás besaron las frentes de sus hijos e hijas, los profes se abrazaron al culminar la quijotada y el público se fue con el corazón más ensanchado, consciente de que tenemos mucho más de lo que creemos.
Aquellos que parecen invisibles fueron los protagonistas de una historia que ya no puede prescindir de ellos, de sus vidas y de sus sueños. Cansados, emprendieron el regreso con deseos de volver muy pronto. Y algunos aseguran que, cuando el bochinche del desfile se fue calmando y la última luz del corsódromo se apagó, vieron a Momo sentado en lo alto de una tribuna, con un pañuelo de lentejuelas, secarse las lágrimas de gratitud y emoción.
