ESPERT HOY, VARISCO AYER

TODOS NARCOS

El triple femicidio en Florencio Varela expuso la crítica situación que atraviesa Argentina en materia de crimen organizado. Pocos días después, el principal candidato libertario, José Luis Espert, quedó en el centro de la escena por su vínculo con “Fred” Machado, detenido en una causa por narcotráfico en USA. La basura no está sólo debajo de la alfombra, está en lo más alto del sistema y viste de corbata.

Texto: Agustina Díaz | Ilustración: Diego Abu Arab
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Hace algunas décadas Argentina se distinguía de sus vecinos regionales por no tener en su territorio los episodios de violencia que se registraban en México, Colombia o Perú, donde el narcotráfico se había convertido en un problema desmadrado con un poder tan superlativo que amenazaba todas las capacidades de los Estados. Pero hacia la década de 1990, Argentina dejó de ser un país de “tránsito” para convertirse en un país de consumo masivo y de “cocinas”.

El narcotráfico prospera al calor de las sociedades de consumo y privilegios que divierten a unos a expensas de los sacrificios de otros. Mientras más arriba de la pirámide social está el consumidor, menos contacto tiene con el barro y la sangre que transporta lo que toma para evadirse. En esas sociedades aprendimos a externalizar una parte importante de los costos que tienen lo que consumimos porque no estamos dispuestos a hacernos cargo de lo que implica.

En las “cocinas” se preparan aquello que someterá a los cuerpos, mentes y voluntades. Son ollas con sustancias que hierven en ranchos sucios, rodeados de excremento y mugre. La receta se sirve en finas barras de tragos, en los más caros hoteles y en las fiestas más exclusivas. La borra que queda se vende en el mismo barrio y alrededores. Tan lascivo son los restos que los pibes y pibas que los consumen pierden hasta los dientes.

En nuestra sociedad, tan intolerante a veces, tan permisiva en ocasiones, el crimen organizado creció de la mano de la exclusión, la marginalidad y la corrupción (por acción y omisión) de las fuerzas de seguridad, de la justicia y de la política. Y no sólo llegó para quedarse, llegó para romper y corromper todo.

EL NARCO OCUPA EL LUGAR DEL ESTADO Y EL ESTADO ES NARCO

El narco, con sus jefes y soldados, ocupa el lugar que ocupó el Estado alguna vez. Presta asistencia y dinero ante la urgencia y se las cobra con intereses de muerte. Sus lógicas de premios, castigos, lealtades y traiciones nos regresan a momentos históricos superados hace siglos. La tortura, la violación, la exhibición de cadáveres y los asesinatos cruentos son parte de esa forma de convivir en el mundo.

Los Estados se ven impotentes frente a la fuerza territorial que detentan las redes de tráfico de narcóticos y los dirigentes dispuestos a enfrentarlo corren riesgos grandes. Pero hay otra parte importante de la dirigencia, que lejos de combatir al narcotráfico, lo alimenta y se sirve de él.

Como a fines del siglo XIX, el lobby terrateniente ponía funcionarios, legisladores y hasta presidentes, en el siglo XXI el lobby narco opera en los cierres de campaña y en su financiamiento.

Pocos casos fueron tan obscenos como el protagonizado por Sergio Varisco, intendente de Paraná entre 2015 y 2019 por la fuerza política Juntos por el Cambio. Varisco había sido intendente de Paraná entre 1999 y 2003 y luego diputado nacional desde 2005 hasta 2009. La justicia ya había ido por él por diversos delitos y escándalos, pero no le importó a la Unión Cívica Radical (UCR) para llevarlo nuevamente a la intendencia.

Desde la campaña había trascendido que sus punteros “entregaban merca en los barrios” y otras fechorías que años después fueron constatadas por la Justicia. Varisco era un “señor bien” de la alta sociedad entrerriana y contaba con el apoyo de grandes productores rurales e industriales. Al llegar al poder, puso la administración pública municipal al servicio de los negociados espurios, como quedó demostrado en el juicio en el que el ex concejal de Cambiemos Pablo Hernández y la ex funcionaria de Seguridad local Griselda Bordeira también fueron condenados, dando cuentas del dispositivo de narcotráfico paraestatal construido por el gobierno radical-PRO de entonces.

“Como a fines del siglo XIX, el lobby terrateniente ponía funcionarios, legisladores y hasta presidentes, en el siglo XXI el lobby narco opera en los cierres de campaña y en su financiamiento”

La condena llegó pocos días después de terminar el mandato y quedó enterrada bajo un llamativo silencio mediático. Poco más de un año después, Sergio Varisco murió con tan sólo sesenta años de edad y, con ese hecho, se instaló que “se había acabado la rabia”. Pero claramente no fue así, pasó todo lo contrario. La anulación de un líder narco (por cárcel o muerte) no extingue al negocio. El lugar lo ocupa alguien más y consolida su posición a medida que se extiende en su poder y dominio territorial.

ESPERT, MANO DURA Y BOLSILLO BLANDO

José Luis Espert se hizo conocido en la política argentina por sus polémicas declaraciones y duras posiciones. Liberal en lo económico y conservador en lo social, no dudó en mostrar posicionamientos extremos a la hora de hablar de seguridad y delito.

“Cárcel o bala” fue la frase que popularizó porque para él es muy fácil resolver todo el descalabro social de la Argentina. Posturas así de simplistas para un escenario tan complejo revelan: ignorancia o cinismo. Bien sabemos que Espert no ignora lo que pasa. Él pudo crecer impunemente en un sistema político (y judicial) que se revela lento e ineficaz frente a situaciones que deben explicarse y resolverse inmediatamente.

Las sospechas sobre sus vínculos con el narcotráfico tienen, por lo menos, seis años de trayectoria, pero recién con la observación de la Justicia norteamericana el escándalo estalló. Y lo hizo a pocas semanas de la elección legislativa que lo lleva como cabeza de lista en la provincia de Buenos Aires.

Su autodefensa fue tan patética que se ha convertido en una caterva de memes en las redes sociales. Frente a la pregunta reiterada del periodista Pablo Rossi “¿Vos recibiste US$ 200.000 de Fred Machado?, José Luis Espert sostuvo: “Yo no voy a prestarme a este juego de Juan Grabois”. Horas más tarde, en un video que compartió en sus redes sociales, tuvo que aceptar que efectivamente recibió esa cifra por adelantado por un “trabajo de consultoría” que nunca realizó.

“A la UCR, el PRO y demás aliados del Gobierno Nacional el escándalo del narcotraficante Varisco le salió baratísimo gracias a la protección mediática, primero, y a la muerte del propio condenado, después”

Pero peor que la defensa de Espert fue la reacción del gobierno. Como pasó con los otros muchos hechos de corrupción que pesan sobre La Libertad Avanza ($Libra, el 3% de coimas de Karina Milei, PAMI, etcétera) la reacción del gobierno tiene tantas posturas como personas que salen a hablar y el pegadizo slogan de “terminar con la casta” quedó muy atrás en el tiempo, a pesar de que no llevan aún dos años de gobierno.

HACERSE LOS TONTOS Y MIRAR PARA OTRO LADO

A la UCR, el PRO y demás aliados del Gobierno Nacional el escándalo del narcotraficante Varisco le salió baratísimo gracias a la protección mediática, primero, y a la muerte del propio condenado, después.

Sin embargo, y a pesar de que Espert no es candidato en Entre Ríos, pareciera que esta vez no le será tan fácil lidiar con el mote “narco” a la dirigencia oficialista PRO-radical-libertaria. El gobernador Rogelio Frigerio tuvo muy poco timing o mucha mala suerte en este último tiempo. Dos días después de cerrar su acuerdo con el gobierno nacional y sellarlo con una foto con Karina Milei estalló el escándalo de las coimas. Ahora, un par de semanas después de presentar la alianza violeta en suelo panza verde, y con los últimos y más importantes días de campaña por delante, Milei está todo salpicado y no parece muy verosímil querer mostrarse limpio en medio de un espacio político que está más sucio que una papa.

Para colmo, el apoyo de Estados Unidos al programa económico argentino suma más dudas que certezas y, hasta ahora, no deja de ser sólo una promesa. En el medio: el crecimiento desmadrado del riesgo país, el aumento del dólar y el creciente mal humor del sector productivo ante el bluff del fin de las retenciones. A eso se suma la crítica situación de las finanzas provinciales que no se resuelve con la desmadrada estrategia de endeudamiento. Pero, si algo caracteriza al electorado argentino y entrerriano es que sabe “fingir demencia” ¿sucederá esta vez frente al escándalo narco?