Hoy, 9 de agosto del año 2025, Micaela García cumpliría 30 años. Seguramente hoy hubiera organizado una gran fiesta, con su inmensa cantidad de amistades, de la militancia política, social, de la universidad, del deporte y de todos aquellos ámbitos en los que Micaela no pasaba desapercibida.
Seguramente estaría desempeñándose como docente en barrios humildes, porque esa era su vocación. Seguramente estaría ocupando un rol político importante dentro de su identidad, el peronismo, porque ese era su deseo (¡vaya si son necesarios dirigentes como podría haberlo sido ella!)
Podríamos hacer este ejercicio de pensar un promisorio presente en la vida de Micaela porque era una gurisa muy simple y, a su vez, extraordinaria. Debemos hacerlo porque hace ocho años ocurrió un femicidio, su femicidio, y su vida se detuvo a los 21 años. Así Micaela se convirtió en un caso paradigmático de la ineficacia, ineficiencia e insensibilidad, de quienes actúan en nombre del Estado desprotegiendo la vida y la integridad de las mujeres.
FUE FEMICIDIO, FUE EVITABLE
Micaela fue víctima de un caso de femicidio evitable. Todo comenzó cuando el juez Carlos Rossi decidió otorgar el beneficio de la prisión condicional a Sebastian Wagner, quien estaba cumpliendo condena por distintos casos de abuso sexual. Carlos Rossi, en un ejercicio arbitrario de su poder como juez, ignorando todos los informes que desaconsejaban el beneficio de la prisión condicional, tomó la decisión igual y no se preocupó por hacer un seguimiento oportuno para tamaña decisión. Poco tiempo después, Sebastián Wagner, junto a Néstor Pavón, raptaron en las calles de la apacible ciudad de Gualeguay a Micaela, la forzaron, la violaron, la asesinaron y luego la desaparecieron, descartando su cuerpo como basura en un escampado.
Después de una semana de búsqueda, cuando Wagner dio indicios de dónde habían dejado a Micaela, y entonces se supo que se trató de un femicidio, la comunidad de Gualeguaychú y gran parte de la sociedad argentina se movilizó y puso el foco en la falta de políticas públicas y en la falta de compromiso del sistema de justicia con estos casos. Recordamos la enorme pueblada en la puerta de la casa del juez Carlos Rossi, en donde, entre llantos y gritos, las personas demandaban que se haga cargo.
Desde la perspectiva feminista reconocemos que la solución a la violencia estructural no se resolverá tan sólo con códigos penales más duros y una mirada livianamente punitiva. Como toda problemática social compleja, es multicausal y requiere de un despliegue de distintas formas de intervención, estrategias y herramientas.
“Recordamos la enorme pueblada en la puerta de la casa del juez Carlos Rossi, en donde, entre llantos y gritos, las personas demandaban que se haga cargo”
La justicia penal está para los casos graves, en los que realmente hay que tener una sanción que ordene la convivencia social. Pero también hace falta toda una serie de dispositivos que contribuyan, poco a poco, a desmantelar esa estructura educativa y cultural que hace que algunas personas se crean más que en otras, con más derecho sobre otras, solo por el género al que pertenecen.
No está de más decir que la violencia de género no solamente tiene expresión en esos delitos graves que tienen castigo penal. También se ilustra en un montón de otras formas que merecen ser pensadas y atendidas de otras maneras. En este punto se explica la Ley Micaela, una normativa preventiva que obliga la capacitación en estos temas a todas las personas que se desempeñan en el Estado, con el objetivo de que cuando tengan que intervenir lo hagan de manera coherente, ágil y eficiente. Porque la eficiencia ese ese término subrayado por las derechas liberales para destruir el Estado, mientras que, en verdad, la eficiencia es aquello que debemos de perseguir todas las personas que creemos en el rol imprescindible del Estado para lograr legitimidad en las políticas públicas.
EL PÉNDULO DE LA SENSIBILIDAD ARGENTINA: DE LA EMPATÍA A LA CRUELDAD
La Ley Micaela fue una de las leyes más democráticas de la República Argentina. Votada con la concurrencia de casi toda la Cámara de Diputados y con la unanimidad del Senado Nacional, poco a poco fue adherida por todas las provincias, la Ciudad de Buenos Aires, el Consejo Interuniversitario Nacional y cientos de municipios. Ahí estaban, como motor de la quijotada, el padre y la madre de Micaela García, que crearon una fundación para seguir honrando la memoria de su hija, haciendo aportes a la sociedad que Micaela soñó.
Sin embargo, en estos péndulos drásticos en los que cae la República Argentina, en la actualidad la Ley Micaela, bajo la gestión de La Libertad de Avanza, se encuentra en franco retroceso, por no decir en práctica extinción. El Estado Nacional vació las políticas de género en general y particularmente arremetió contra la Ley Micaela por considerarla adoctrinadora. Eso ha tenido consecuencias en las administraciones públicas provinciales, ya que muchas, en el intento por sintonizar con el poder central, han detenido los programas de capacitación.
“Fuimos la sociedad movilizada y sensibilizada que lloró a Micaela y hoy parecemos una sociedad insensible, encerrada, atomizada, cansada y de alguna manera derrotada”
Esto ha sido acompañado por un discurso oficial que estigmatiza a las luchas en contra de la discriminación y la violencia por motivos de género y por otros motivos. Ser feminista, como pocas veces antes, se convierte en un insulto en boca de los políticos más poderosos. De repente, ser una trabajadora social comprometida con perspectiva de género se convirtió en una especie de estigma, un señalamiento de oscuridad, conspiración woke y corrupción.
En ese estado de cosas nos encontramos. Fuimos la sociedad movilizada y sensibilizada que lloró a Micaela y hoy parecemos una sociedad insensible, encerrada, atomizada, cansada y de alguna manera derrotada.
Como paradoja del destino, en estos días en los que Micaela cumpliría 30 años, Carlos Rossi se está jubilando de su carrera profesional. La rosca judicial está abocada en adivinar quién ocupará su lugar. Poco se preocupa el sistema de justicia por ver que no vuelve a ocurrir lo que sucedió aquella vez con Micaela.
Quienes trabajamos en la temática damos fe de que no mucho cambió después de su caso. Efectivamente, siguen tomándose decisiones sin perspectiva de género. Efectivamente, cuando garpó políticamente sacarse la foto adhiriendo a la ley Micaela ahí estaban judiciales y políticos de turno. Y ahora que cambiaron los aires políticos se dice que no es importante, que es un bluff o adoctrinamiento.
Es por eso que socialmente tenemos la obligación de preguntarnos: ¿por qué no podemos ser un poco más coherentes? ¿Por qué lo que exigimos en un momento después nos resulta totalmente indiferente? ¿Por qué lo que exigimos a determinadas figuras públicas, mediáticas, no podemos exigírselas de igual manera a las figuras políticas y sobre todo a las figuras judiciales?
Y mientras Rossi goce de su privilegiada jubilación, Micaela quedará en sus 21 años. Él seguirá compartiendo la mesa con quienes ama, mientras que quienes aman a Micaela no tienen más opción que visitarla en el cementerio que guarda sus restos o seguir luchando por lo que ella luchó.
UNAS PALABRAS PARA MICAELA
A Micaela le decimos ¡Feliz cumpleaños, Negra! Perdónanos si no pudimos construir la sociedad que tanto anhelabas, pero es que tus sueños fueron muy grandes. Te queremos contar que tu mamá y tu papá no aflojan, que la Fundación sigue adelante con sus talleres y cursos. Todavía hay un montón de gente que cree en la ley coronada por tu nombre y que pone tu foto en el merendero donde recibe a la gurisada con hambre.
Cuesta mucho seguir con los brazos altos cuando todo nos dice que batallamos imposibles o hasta que luchamos por causas que no existen, pero te invocamos para que tu alocado carácter, que te hacía insoportablemente viva, insoportablemente perseverante y bellamente humana, nos inspire.