MÚSICA DE AUTOR
“SIEMPRE HICE CANCIONES PARA OTRAS BANDAS, AHORA SON PARA MÍ”
El ex Divina Ciencia Leonidas Merelle presentó Todo por delante, el tercer tema de su nueva banda, Las Flores de Maquiavelo. Su versatilidad para tocar casi cualquier instrumento que se le ponga delante. La vida paralela como operario fabril y los orígenes en Concepción del Uruguay. “Quiero seguir componiendo y grabando”, dice.
Un loco lindo. Un músico de pies a cabeza. A sus 39 años es la primera vez que arma su propia banda, como quiere y con quien quiere. Leonidas Merelle nació y creció en Concepción del Uruguay, donde forjó, desde chiquito, su pasión por la música. Aunque no viene de familia de músicos, se crio entre guitarras distorsionadas y amplificadores.
Según cuenta, su papá nunca fue bueno para ningún instrumento, pero sí lo recuerdan como uno de los primeros organizadores de recitales de rock de los 70 en Concepción del Uruguay. “Alrededor del club Alma Fuerte se formó una banda que después hicieron un libro y todo. Banda del este se llamaba. Los primeros rockeros de pelo largo, la vergüenza de mis abuelos. Mi viejo no tocaba ningún instrumento, pero andaba en la organización de los recitales. Mis otros tíos andaban con el folklore, el chamamé, Los Iracundos”, recuerda.
“A los veteranos rockeros yo los escuchaba hablar y me parecía algo fabuloso. En esa época estaba Luis Mamano Peralta, que sigue vigente, y me acuerdo que no nos dejaban tocar el instrumento, era como sagrado. Yo era amigo de su hijo y a los siete, ocho años, el padre nos colgó la guitarra del cuello, y ya está… así empezó todo”, recuerda, como si fuera ayer. Su relato va y viene, desordenado. De las primeras bandas de punk rock a Divina Ciencia, de Concepción a Gualeguaychú, de las historias que lo marcaron de chico a su actualidad de padre de familia y su casita en una zona rural de la ciudad.
Pero las influencias musicales no sólo fueron de parte de su padre, su mamá, evangélica protestante, lo condujo hasta las puertas del cielo y lo metió en la banda de la iglesia. Pero eso no iba a durar mucho. “No pegaba una y el testimonio no era el adecuado…ni ahí”, dice y se ríe.
-¿Qué es el testimonio?
– Yo era un pibe de barrio, tenía 14 años y me juntaba con los de 18, que tomaban su vinito, se fumaban su porrito y paraban en la esquina. Todos de pelos largos, no tenía nada que ver con la iglesia. Pero, los instrumentos estaban ahí, no estaban en otro lado… y en la iglesia me aburría. No pegaba yo con la iglesia.
-¿Siempre tuviste versatilidad para los instrumentos?
-Sí, de entrada. Mi viejo me había comprado un tecladito chiquito y me acuerdo que venían unos vecinitos a verme tocar. En mí familia no había músicos, mi viejo y mis tíos tocaban, pero de ahí a ser músicos… (se ríe).
El camino a Gualeguaychú
A los 16 años, Leonidas integró su primera banda de la mano del punk rock: Rompecabezas. A la que le siguió Chacota Punk Rock y Lengua Verde. Con los años pegó el salto hacia el reggae para integrar Una Nación, siempre en Concepción del Uruguay.
Las vueltas de la vida y las necesidades laborales lo trajeron a Gualeguaychú, hace diez años atrás. El mismo tiempo que lleva como operario en una de las fábricas del Parque Industrial. “Trabajo desde los 19 años en fábricas, en un frigorífico, en una arrocera… Vengo de una familia muy humilde, nunca nos faltó nada, pero tampoco nos sobró. En realidad, yo me fui a Rosario a estudiar música, y ya estaba tocando y todo allá, pero la cosa estaba difícil en casa entonces me volví a laburar. Imaginate, era 2001, 2002”.
Leonidas fue un pilar durante diez años en Divina Ciencia, banda de reggae en la que no sólo tocó el bajo, sino también compuso gran parte de sus canciones. “Siempre hice canciones para otras bandas, ahora son para mí, sabía que en algún momento iba a pasar. DC (Divina Ciencia) venía desinflándose, los pibes empezaban a irse y, bueno, empecé a armar un equipito de cuatro y empezamos a tocar en cumpleaños primero, porque no me animaba”.
Antes de retomar los escenarios, ya había hecho migas con Matías Barroso -socio, “hermano” y parte de la banda- y el productor Hugo Gatti. “Hugo produce y graba cumbia y yo toco la mayoría de los instrumentos, así que empezamos a trabajar juntos. Encaré a escribir y cuando quise acordar ya los estábamos tocando. Lejos de la idea de grabar, de presentarnos…”.
“En Cabreado -el primer tema de Las Flores de Maquiavelo- metí guitarras, bajos, batería, sintetizadores, percusión y voces. El resultado final quedó divino”, dice, orgulloso. Antes de describir el estilo de cada uno de los tres temas que tiene subido a las plataformas: “Cabreado es más Manu Chao; Pájaro Espino es rock rapeado, una base de hip hop, tiene unas distorsiones, es un poco más oscuro, tiene muy poquito de reggae. Debería llevarme menos, pero hacer una canción me lleva cuatro o cinco meses. Pero viste como es, los tiempos, los gurises, las distancias. Y después, también, soy operario industrial y vuelvo cansado… Una vez que estuvieron listos los dos primeros, empezamos a trabajar con Todo por delante, que es irónico. Es una canción que le dice a la madre tierra ‘hace mierda todo de una buena vez, que es lo mínimo que nos merecemos’, con el aliciente final, de que me quedé con una culpa tremenda y, entonces, le agregué eso de que ‘la piedad no es para mí, sino para mis niños, última oportunidad, no para mí, sino para mis niños’”. Y ahora arranqué con Se me sale el sol, que ya lo tengo en un 45%. Espero encontrar la forma de poder tenerlo para abril, me gustaría sacarlo para esa época.
-Todos los temas tienen un anclaje fuerte en alguna realidad personal, social, ambiental…
-Sí, Se me sale el sol se la escribí para la mamá de Samo, mi amigo. Es viejísima, pero sale ahora. Es una canción triste, nada que ver a las otras. Todas hablan de las cosas que nos pasan. Y así ando, manteniéndome entretenido con la composición.
-¿Cuál es tu objetivo con la música en este momento?
– Quiero seguir componiendo y grabando, quiero seguir subiendo temas a las plataformas. Es lo que me calma la ansiedad de no tocar mucho. A mí me gustaría trabajar de esto, ni fama, ni nada. No me interesa la popularidad, quiero vivir de esto, que es lo que amo hacer.