SAN MARTÍN Y LA PETITE GUERRE DE GÜEMES

17 DE AGOSTO

SAN MARTÍN Y LA PETITE GUERRE DE GÜEMES

En octubre de 1808 aparece en el periódico londinense The Times la palabra guerrilla, un término acuñado en España que alude a la petite guerre o little war que libra el pueblo peninsular contra la invasión francesa. Eduardo Martiné es docente, abogado y, entre otras cosas, un estudioso de la vida del Libertador de América. Su aporte para este 17 de agosto.

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La guerrilla, también llamada guerra de recursos o de partidarios, es una forma de lucha en donde los civiles -al decir de la publicación inglesa- “atacan y se retraen, atacan y se retraen”. Aunque este tipo de enfrentamientos entre ejércitos y milicias irregulares se registra a lo largo de toda la historia, el vocablo designa por primera vez esa forma no convencional de pelea.

En esos tiempos, José de San Martín revistaba en el Ejército Español y meses antes de la publicación del Times había participado en la batalla de Bailén, donde las tropas de Napoleón fueron vencidas. Por ello fue condecorado y ascendido a teniente coronel.

Aunque integraba las fuerzas regulares, el joven oficial americano llegará a conocer perfectamente las técnicas de la guerrilla española y, al poco tiempo de arribar a las Provincias Unidas, será el responsable de planificar y organizar una guerra de recursos, imprescindible y fundamental, para garantizar el triunfo de la causa emancipadora. La oportunidad se le presenta en diciembre de 1813 cuando asume el mando del Ejército del Norte, en reemplazo de Manuel Belgrano.

Para ese entonces, algunos de los militares que se desempeñaban en el Ejército Auxiliar del Perú habían comprendido que la ruta elegida era un callejón sin salida. Tras años de contrastes, el camino altoperuano se había vuelto previsible y tanto los oficiales como la tropa estaban irremediablemente desmoralizados. San Martín comparte esas convicciones y prontamente limita sus esfuerzos a preparar una posición defensiva, organizando -como él mismo lo cuenta- “un fuerte número de guerrillas al mando del teniente coronel Güemes para que con sus bravos gauchos de Salta detuviera al enemigo”. Pero, al tiempo que prioriza la resistencia guerrillera, el futuro gobernador de Cuyo se hace eco de los proyectos alternativos a la ruta altoperuana que proponen abandonar la ofensiva directa y cruzar los Andes hacia el centro de Chile, instaurar allí un gobierno amigo, embarcarse por el Pacífico y atacar directamente Lima. Junto a Tomás Guido-oficial mayor de la Secretaría de Guerra, el más conspicuo de sus colaboradores- San Martín elabora un Plan Continental sobre cuya autoría se ha escrito mucho, aunque el genio sanmartiniano no está en haberlo ideado, sino en haberlo ejecutado.

La formulación de la estrategia continental se instrumenta en la Memoria que escribe Guido y presenta ante el Director Supremo “interino” en Buenos Aires, Antonio González Balcarce. Éste se la envía a Juan Martín de Pueyrredón que se encontraba en Tucumán, en su calidad de Director Supremo “titular” designado por el Congreso allí reunido. La Memoria circula de mano en mano entre los diputados y por primera vez un plan militar oficial se somete al escrutinio público.

En la Memoria de Guido está todo: los escasos recursos disponibles se concentrarán en la reconquista de Chile. Para el noroeste se reafirma la estrategia defensiva que continuarán ejecutando los escuadrones de gauchos salteños (con un minúsculo Ejército Auxiliar del Perú como reserva en Tucumán). Esta guerrilla -al decir del escritor Juan Zorrilla de San Martín- es “el tipo de guerra americana en la que el caballo es el verdadero proyectil, más rápido que el plomo. Guerra de audacias, de marchas y contramarchas inverosímiles. De sorpresas temerarias, de irrupciones torrenciales”.

“Los hombres de la América de Sur-afirmaba el Libertador- son los primeros jinetes del mundo (…) La guerra de recursos de los gauchos de Güemes hace intransitable aquellos parajes (…) No se necesita un solo soldado, sobra con la gauchada para que los maturrangos se mueran de hambre”.

El reconocimiento y respeto que tenía San Martín por la capacidad del legendario comandante era tanto por su desempeño al frente de milicias irregulares, como de tropas regulares. Por ello, cuando a principios de 1820 cae la autoridad nacional de las Provincias Unidas, el Libertador, en su calidad de jefe del Ejército de los Andes (con expreso acuerdo de la oficialidad, reunida en Asamblea), designa a Güemes General en jefe del Ejército de Observación sobre el Perú.

El plan era que las tropas al mando del salteño debían dirigirse por tierra hacia Lima y unirse al Ejército Libertador que desembarcaría en las costas peruanas, y actuar a modo de “pinzas” para encerrar a los realistas. Pero estos designios no pudieron concretarse. Cuando San Martín, desde Lima, proclama la independencia del Perú (28 julio de 1821) Martín Miguel de Güemes lleva un mes de muerto. La petite guerre de la emancipación sudamericana había perdido su figura más ilustre. Las coplas de sus paisanos lo recuerdan:


El gauchaje no canta ya

porque lejos se va

camino a Las Higuerillas

se nos aleja el gran general.

(La artillera- Motivo popular y anónimo)


Fuentes:

Rabinovich Alejandro, “Crear la Independencia”

Lynch, John, “San Martín. Soldado argentino, héroe americano”

Pérez Amuchástegui A.J. “Crónica Argentina”


captura de pantalla

El santo de la espada (L. Torre Nilsson, 1970)

Drama histórico basado en la novela homónima de Ricardo Rojas con varias nuestras figuras, Héctor Alterio y Alfredo Alcon, entre otros, dando sus primeros pasos.

En el camino (TN, 2017)

Mario Markic conmemora el aniversario de la muerte de San Martin replicando la epopeya del libertador. Cruce de los andes versión paquete turístico.

Revolución, el cruce de los andes (Leandro Ipiña, 2010)

Con Rodrigo De La Serna como un general mas humanizado, menos acartonado, la peli está contada desde el punto de vista de un colaborador del general en su juventud.