LA POLÍTICA DE GUALEGUAYCHÚ DEBATE LA TARJETA NUTRIR
REPARTO DE ALIMENTOS: ¿ESTADO PRESENTE O “EL CURRO DE UNOS POCOS”?
La Justicia obligó al Gobierno Nacional a repartir las toneladas de alimentos a punto de vencer e instaló el tema, que en Gualeguaychú tiene capítulo propio con la Tarjeta Nutrir. En esta nota, la palabra de la gestión actual, la de la anterior y la del concesionario del programa al que el Municipio destina $40 millones todos los meses.
Junio del 2024. Las últimas semanas ha sido noticia el escándalo por las casi seis toneladas de comida en depósitos del Gobierno Nacional que, a partir de una denuncia, la Justicia Federal obligó a repartir. Este conflicto evidenció, en lo particular, la improvisación de un gobierno que detesta este tipo de prácticas, a las que considera asistencialistas, y, en lo general, las falencias de un Estado que nunca tuvo a la política alimentaria entre sus prioridades.
Marzo del 2024. “Se terminó el curro de algunos pocos”, expresó el intendente Mauricio Davico, nada menos que en su primer discurso de apertura del período legislativo del Concejo Deliberante. Se refería al manejo de la tarjeta Nutrir, implementada en el 2021 por la gestión de Esteban Martín Piaggio para remplazar al reparto de bolsones de mercadería al que accedían cerca de 2.000 familias de la ciudad. Las más desamparadas económicamente hablando. El criterio fue: que no reciban el programa Potenciar Trabajo, ni la Tarjeta Alimentar (Nación).
“Nuestros vecinos recorren toda la ciudad para poder conseguir mercadería en los Puntos Nutrir, y en muchos casos no la encuentran”, cuestionó durante ese mismo discurso el Intendente. “Sólo hay diez puntos nutrir”, apuntó.
¿De qué curro habló Davico? ¿Por qué nada ha cambiado si la denuncia fue en marzo? ¿Qué piensa hacer la gestión municipal con ese programa?
Las líneas que siguen pretenden echar luz sobre esta situación. Para ello, La Mala dialogó con las tres patas involucradas en este asunto: la gestión anterior, la gestión actual y el concesionario del servicio.
Para empezar, hay que decir que la Tarjeta Nutrir fue la forma que la Municipalidad encontró para remplazar el reparto de bolsones de alimentos. Esto se dio en el marco de una pandemia que obligó a los destinatarios de la misma (actualmente, son 2.206 personas) a evitar el contacto comunitario y tras las denuncias de existencia de ratas (en su momento, circularos los videos) en el depósito municipal donde estaba la comida que repartía la entonces Secretaría de Desarrollo Social.
“Llegaron a repartirse 8.500 bolsones por mes, más de 2.000 por semana, que eran preparados a diario en el stock municipal”
Era el post macrismo. Meses antes, en febrero del 2020, Alberto Fernández había lanzado la Tarjeta Alimentar y la entonces titular del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, Victoria Tolosa Paz, llegaba a Gualeguaychú para darle potencia a la iniciativa “Argentina contra el hambre” y llenaba el centro de convenciones. En Entre Ríos, en tanto, seguía vigente la Tarjeta Sidecreer, mientras que Gualeguaychú continuaba, hasta ese momento, con el reparto de “módulos” de alimentos.
Llegaron a repartirse 8.500 bolsones por mes, más de 2.000 por semana, que eran preparados a diario en el stock municipal. Diez personas estaban a caro de toda esa logística, que cada vez se hacía más complicada. No sólo por el aspecto operativo, sino también por la creciente inflación que complejizaba demasiado la adquisición de tamaño volumen de mercadería en precio, tiempo y forma. En ese entonces, se invertían alrededor de $10 millones mensuales en la compra de alimentos.
En ese marco, se trabajó en un mecanismo novedoso para un municipio: la tarjeta propia. El acuerdo fue con Cabal y no tuvo costo para la Municipalidad. Aunque funciona de similar manera, la Nutrir no es una tarjeta de débito, se denomina “tarjeta precargada social”, ya que limita no sólo el monto a percibir, sino también los lugares en los que se puede utilizar.
“Se pasó del programa Alimentar con Cuidados a la tarjeta, y se siguieron repartiendo los alimentos secos que ya se estaban entregando”, explicó uno de los funcionarios que fue parte del programa de seguridad alimentaria. Antes, se realizó una licitación pública para prestar el servicio y los oferentes fueron dos: El supermercado Malambo (que puso a disposición sus tres sucursales) y el comerciante local Cristian Perviex, quien garantizó los 10 puntos de comercialización pretendidos por el Municipio y ganó dicha licitación. Y, tras una prórroga, también se quedó con la segunda, contrato que tiene vigencia hasta octubre de este año.
“Se establecía un precio inicial y las actualizaciones mensuales se realizaban en base al IPC (Índice de Precios al Consumidor) del INDEC. Los valores de la tarjeta y los productos se aumentaban en relación al ítem Alimentos y Bebidas No Alcohólicas. Además, había una cláusula que establecía que, si un producto aumentaba más del doble del IPC, el proveedor podía presentar una nota para aumentar su valor”, explicó la misma fuente.
DEL “CURRO” A LOS “INCUMPLIMIENTOS”
Hasta el cambio de gestión, la Tarjeta Nutrir era presentada como un novedoso sistema que dejaba de lado el sesgo asistencialista del reparto de comida para transparentar esa práctica y garantizar, al menos, algunos alimentos fundamentales. El circuito cerrado, los diez puntos de comercialización que cuestionó Davico, se pensó de esa manera para, por un lado, garantizar el consumo de 16 productos secos (aceite, arroz, azúcar, arvejas, fideos, leche líquida, lentejas, mermelada, harina, polenta, té, puré de tomate, yerba, cacao y atún) y no de otros (el ejemplo se repite: cigarrillos y alcohol); y, por otro lado, para tener cierto control sobre el impacto de la inflación sobre los mismos.
Con el cambio de gestión, llegaron los cuestionamientos. El mayor fue “el curro” denunciado por el Intendente en el discurso de marzo, lógicamente. Pero, también, Luciano Garro, el jefe de Gabinete municipal, ha hablado pestes del programa en varias entrevistas periodísticas y, sin explicitar su nombre, ha cuestionado por igual tanto a Cristian Pervieux, ganador de la Licitación Pública N°43/2023, como a la gestión piaggista.
En una de sus últimas entrevistas, el hombre fuerte del oficialismo habló de las “condiciones indignas” de uno de los puntos de venta, de la faltante de productos y de Puntos Nutrir que no están habilitados. En este sentido, La Mala accedió a un informe realizado por la Municipalidad tras el relevamiento del programa. El mismo detalla: “En la totalidad de los comercios relevados se constató la faltante de dos productos, los cuales no serían distribuidos por el oferente desde el comienzo de dicho programa (miel por 500 gramos y jabón en pan por 200 gramos) conforme a los dichos de los comerciantes, configurando por lo tanto un incumplimiento al pliego de condiciones particulares y especificaciones técnicas”.
Por otro lado, “el comercio ubicado en la calle Montevideo 832 no comercializa los productos del programa, de los restantes nuevos comercios sólo tres poseen correspondiente habilitación comercial”, agrega el informe municipal. Asimismo, se cuestiona que no todos los puntos son comercios de la ciudad, como establece la concesión: “El de (La) Rioja y Massaferro funciona en un centro comunitario; el de calle 2 de Abril y Cafferatta, de la Cooperativa El Galicho, (está) ubicado en una plaza sobre un container; y el de calle Gervasio Méndez 2234 no posee habilitación y su titular sería el oferente. Lo indicado en cada uno de los puntos configurarían irregularidades y o incumplimientos por parte del Oferente (señor Pervieux Cristian Héctor) al mencionado pliego de condiciones particulares y especificaciones técnicas”.
“Se está charlando para que dicho sistema cuente con más de 800 negocios donde los beneficiarios podrán realizar sus compras”
La puntualización de los “incumplimientos al pliego de condiciones” no parece un detalle menor: si la voluntad del Ejecutivo es dar de baja el programa antes de octubre, deben existir argumentos más que sólidos para justificar tal decisión, ya que existe una concesión de por medio. Pero ese es otro capítulo del asunto.
Respecto a las marcadas “irregularidades”, fue el propio Cristian Pervieux el que contestó a cada crítica. Sobre las “condiciones indignas” de uno de los puntos de venta, dijo que ya lo dio de baja, remplazándolo por el de Gervasio Méndez 2234, que efectivamente es de su propiedad y efectivamente no tiene la habilitación para vender al público (la está gestionando). Sobre la faltante de miel explicó que era un acuerdo que se iba a llevar adelante con productores locales, que no estaba incluido en la primera licitación, que se avanzó hasta octubre en este sentido y que, tras las elecciones, eso “se cayó”. Respecto al jabón, dijo que lo dejó de ofrecer porque “la gente no lo lleva, quedan montones de jabones en los negocios, no se compra”. Pero, “si quieren que lo entregue lo hago, aunque no tiene sentido”. Respecto a la inexistencia del punto de venta de la calle Montevideo, explicó: “a esa persona se le quemó el comercio, por eso está vendiendo en su casa”. Y, sobre la falta de habilitaciones comerciales, dijo: “es una obligación municipal, yo no puedo pedirle la habilitación a los comercios que están funcionando, eso le corresponde a la Municipalidad”.
Es claro que, más allá de las falencias o dificultades del programa, hasta el año pasado funcionaba sin sobresaltos por la voluntad política del espacio gobernante de que así sea. Desde enero la voluntad es otra. De hecho, se lo hicieron saber al concesionario responsable: en principio, la idea era no continuarlo. Pero -en palabras de un funcionario de la primera línea municipal-, “no pudimos porque no tenemos como remplazarlo en lo inmediato y nos iba a estallar la demanda en la cara”. Una decisión marcada por el sentido común.
Esta nueva voluntad se nota, también, en los días de carga de las tarjetas: en la gestión pasada los saldos se cargaban del 1 al 5 de cada mes; el mes pasado se cargó el 15 y este, hasta ahora, no hay novedades. También se nota en la falta de actualización de los montos transferidos a cada titular, hoy “congelados”. Pero, ¿de qué montos se trata? Actualmente conviven dos tipos de tarjetas: la personal, que se recarga con valores que van de los $15.000 a los $22.000 mensuales, dependiendo del nivel de vulnerabilidad socioeconómica de la persona; y la Nutrir Comunidad, recibidas por las organizaciones sociales que realizan actividades comunitarias, que son cargadas con valores que van de los $30.000 a los $60.000.
HACIA UN SISTEMA MÁS FLEXIBLE Y ABIERTO
Según los datos de la Secretaría de Desarrollo Humano, que conduce Juan Ignacio Olano, desde el comienzo de gestión se han dado de baja “aproximadamente 100 tarjetas Nutrir debido a la falta de uso por más de cinco meses”. Además, “estas tarjetas no contaban con datos de contacto actualizados y registraban la dirección Irigoyen 75”, donde funciona el Municipio de Gualeguaychú. “De los 2.206 beneficiarios actuales, aproximadamente 1.406 tienen registrada la dirección de la Municipalidad, lo que refleja una ineficiencia en la precisión de los datos. Las restantes tarjetas están siendo verificadas mediante un trabajo de campo diario”, detallaron desde Desarrollo Humano.
Esta ha sido otra de las repetidas críticas al programa. Consultados sobre ello, desde la gestión piaggista explicaron: “Cuando se pasa del programa Alimentar con Cuidadosa la Tarjeta Nutrir se transfiere a Cabal la base de datos de esas personas, por eso es que la gente aparece con el domicilio Irigoyen 75, pero esa es la base de datos de Cabal, en el PIM (Plataforma Integral Municipal) de la Municipalidad está la información de cada persona, el nombre figura en cada tarjeta, ellos pueden verificar esa información de manera muy sencilla”, rebatieron.
Más allá de estos detalles, y tratando de entender hacia dónde pretende ir el Municipio con este tema, La Mala consultó sobre el futuro del programa. “Nos dirigimos hacia un sistema más flexible y abierto, que permita a los beneficiarios comprar no solo productos secos, sino también frutas, verduras, carne, entre otros”, contestaron desde la Cartera de Olano. Medida que, en parte, había sido puesta en marcha años pasados, con la oferta de producción agroecológica en el Mercado del Ex Frigorífico y el programa El Mercado en Tu Barrio.
La novedad tiene que ver más con la modalidad propia del programa: “Se está charlando para que dicho sistema cuente con más de 800 negocios donde los beneficiarios podrán realizar sus compras. Además, planeamos ofrecer diversas capacitaciones y talleres a los beneficiarios, tales como educación financiera y economía social, para mejorar su calidad de vida y promover una mejor administración de los recursos disponibles”. En este punto el cambio es importante: las personas ya no estarán limitadas a comprar los 16 productos ofrecidos bajo criterios nutritivos, sino que, en cambio, se buscará educar al universo Nutrir y “apelar a la responsabilidad de los comerciantes para que no se venda cualquier cosa con la tarjeta”, en palabras de una de las personas que trabaja en el nuevo sistema. En este plan el Centro de Almaceneros y el Centro de Defensa Comercial serán pilares.
Ya pasaron tres meses de la denuncia pública del “curro” y todo sigue más o menos igual. Ahora, solo resta saber si este nuevo sistema se pondrá en marcha en octubre (vence la actual concesión) o antes. Eso no termina de estar claro en el oficialismo.
Si bien el costo económico del programa Nutrir no es gran cosa para un Municipio como Gualeguaychú (en abril se destinaron $41.559.407 al programa y en mayo $40.797.728), el costo político de darlo de baja sin tener otra alternativa funcionando podría ser demasiado alto. Eso sí lo tienen bien claro en Irigoyen 75.