ELECCIONES 2023
«Que vuelvan los militares»
Hace unos meses, en las PASO fui presidente de mesa. En el conteo, abrí los sobres y agarré uno que, junto a la boleta de Milei, contenía una hojita con letra desprolija que decía «que vuelvan los militares». Me puse triste. Me enojé. Dije en voz alta que me pareció muy fuerte que alguien ejerza el voto para poner eso en la urna. Medio contradictorio, ¿no?
Me despierto y en la tele hay una nena muerta. También, una chica descuartizada. Miles de robos pirañas. Las cámaras van de acá para allá con dolor, bronca y terror.¿Soluciones? Las que tienen más eco son las ofrecidas por un personaje que pasó de ser “el loquito” a ser el candidato más votado en las PASO.
Pero, ojo: entre sus soluciones conviven las clásicas, como el libre mercado, y otras como la libre portación de armas. ¿Dónde vi eso? Ah sí, en el país en que los chicos entran a las escuelas y hacen masacres, el mismo que hace guerras todo el tiempo para buscar un enemigo externo (porque el que vive en su casa le da mucho más miedo). Bala, bala y más bala. Porque la violencia se resuelve con… ¡Más violencia! ¿Cómo no lo vi antes?
Ahora la pelota la maneja él, el más votado, porque del otro lado la revolean para arriba cada vez que les pica cerca. Venimos de cuatro años en los que se vivió cada vez peor: pobreza, inflación y malestar. También hace ocho años otros vinieron otros con la promesa de un cambio, y endeudaron al país hasta cuando los hijos de mis hijos tengan canas. ¿Es raro que no los voten?
Pero, ¿cuánto coincide el votante de Javier Milei con sus propuestas? ¿De verdad están de acuerdo con que “el ministerio de educación es adoctrinamiento” y la privatización del país? Que “Argentina en materia de reputación está como la amiga de Arjona en la canción”. ¿Será que es el único que les grita a los políticos en la cara que son chorros y que funcionan como casta? No sé.
El libre mercado no es la libertad. Ahí está la trampa. El mercado no es un señor bueno que le da más a los que menos tienen y pone en igualdad de condiciones a todo el mundo: a los que nacen en la miseria más insoportable y a los que disfrutan de su herencia desde la panza de mamá. Pero la cosa no es así, porque la historia nos dice que el que más tiene, más quiere, y el que menos tiene, sin Estado, está condenado a cada vez peores condiciones materiales de existencia.
Hay que salir de la mierda en la que estamos, eso seguro. Pero la mejor opción no puede ser la derecha negacionista, que no sólo niega el genocidio 76-83 sino que lo reivindica; que niega el calentamiento global ante un mundo que lo pone en el centro de la discusión; que está a favor de la venta de órganos y plantea que la ESI es solamente adoctrinamiento (de la izquierda, claro).
Supongo que soy uno de los zurditos: soy de los que creen que hay que hacer algo para que las oportunidades sean las mismas para todos y todas (y todes, aunque moleste a algunos), lo llamen justicia social, redistribución de la riqueza o el nombre que elijan. Estoy a favor de pagar impuestos, siempre que sirvan para algo. Para que mi vieja pueda ir a la guardia del hospital cuando lo necesita y sea bien atendida; para que los pibes puedan tener una notebook y que adquirirla no dependa de las capacidades de cada uno (¡¿saben cuánto cuesta hoy una computadora?!) e, incluso, para que yo pueda estudiar lo que me gusta y recibirme algún día.
Si, ya sé que nada es gratis. Pero también sé que estudiar en otros lugares del mundo es imposible y que mis tres amigos extranjeros de la facultad están eternamente agradecidos a nuestro país. También escucho esas posiciones de privatización de la educación y enseguida pienso en mi papá, que es médico gracias a la educación pública y, a pesar de las condiciones adversas (sería necio negarlas) jamás le negaría la atención a alguien, sea argentino, paraguayo, boliviano o italiano.
Me resulta demasiado individualista y egoísta pensar que los pobres son pobres porque quieren. Nadie quiere ser pobre, nadie quiere vivir mal. Y no nos comamos esa del “que se vayan todos”, porque nunca se van todos. Porque los que llegan, los que vuelven a tener espacio en los medios de comunicación, como los ex funcionarios menemistas, son tan responsables del desastre como los que vinieron después, o más.
Si sos joven, si naciste en democracia, pensá más que nunca tu voto, investigá, buscá videos de historia en YouTube, no te quedes con lo que ves en TikTok o en Instagram, aunque eso parezca convincente. Conversá con tus amigos, con tu familia. Afuera hay un mundo de opiniones diversas. El enojo genera reacciones, eso quedó más que claro en las PASO, pero también moviliza la búsqueda de respuestas y, en algún momento, la reflexión.
Hoy escribo esto con miedo, y también con esperanza, pero no resignado: me parece completamente incorrecto pensar que no se puede estar peor. SIEMPRE se puede estar peor. Te guste o no, todo es político. De la política, también, depende que no vuelvan los militares.