PASADO Y PRESENTE DEL PERIODISMO ARGENTINO: HISTORIA DE UN CORRESPONSAL

LA VIEJA ESCUELA, BATALLA A LA POSTVERDAD

PASADO Y PRESENTE DEL PERIODISMO ARGENTINO: HISTORIA DE UN CORRESPONSAL

Tiene 76 años y nació en La Paternal. Hace más de cuarenta años trabaja en los medios como periodista deportivo, corresponsal y reportero. ¿Cómo llegar y mantenerse tanto tiempo en el ambiente y no dejar de estar vigente? Una charla con Gustavo Abu Arab, quien forma parte de la historia y el presente del periodismo argentino.

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-Gustavo, ¿cómo fueron tus inicios?

-Me empezó a interesar el periodismo cuando cumplí más o menos 27 años, yo venía de trabajar en gastronomía, ya que mi padre tenía un restaurant. No terminé la universidad, estudié en Filosofía y Letras (Licenciatura en Geografía), pero tenía algunos idiomas. Después, con el “Boom Vilas”, trabajé para la revista Gente de Tenis, inclusive hasta llegué a viajar por ese tema: conocí a todos los tenistas de primer nivel de esa época. Puedo decir entonces que empecé por el lado del deporte. Después se dio una apertura para hacer trabajo de periodismo en París, por un aviso que salió en el diario Clarín. Me presenté, hice un examen y aprobé, así que estuve un tiempo trabajando allí. Eso me generó un conocimiento importante. Luego le apunté a Radio Mitre, y en los principios de los años 80 empecé a trabajar ahí. Hasta ahora, siempre he estado en radio y conectado con algunos otros medios, porque también escribí. Hoy día, con la corresponsalía que llega a la televisión, la radio y la gráfica.

-¿Cómo decidiste ser periodista?

-Cuando apareció el tema del periodismo, la admiración por Guillermo Vilas y querer entrevistarlo me llevó a conocer todo el mundo del tenis. Después seguí el camino: una cosa trae la otra, escribiendo notas para Gente de Tenis y Todo Tenis, que eran las dos grandes revistas de tenis de la Argentina. Yo en realidad no sabía de tenis, pero me formé en el tema de aprender de la nada; conocí los golpes, las estrategias y la forma de abordar a los tenistas, que son egos muy especiales. Al principio no era un trabajo, pero apareció la posibilidad formal de estar en un medio y tener relación de dependencia, y no dudé.

En segundo plano, durante el histórico Juicio a las Juntas Militares durante 1985


-¿Cómo llegaste a ser corresponsal?

-Te diría que tuvo que ver con la decisión de mis jefes de mandarme en numerosas oportunidades a hechos históricos, como el impeachment para Collor de Melo, la caída política de Pinochet a través del plebiscito del 87, con el regreso paulatino a la democracia en Chile; el regreso de Wilson Ferreira Aldunate; el crimen del vicepresidente de Paraguay Argaña. Además, estuve en el terremoto de México (1985) y en otras catástrofes naturales, como los grandes incendios en el sur del país. También he estado muchos años en tribunales (tanto en Talcahuano como en Comodoro Py), donde cubrí durante años, por ejemplo, cuando terminó la dictadura y los militares y policías corruptos empezaron a ganar plata con los secuestros: estuve con el secuestro de Lanusse, de Pescarmona, de Fucito, de Macri y tantos otros. Viajé muchísimo por el mundo y todo eso me dio un conocimiento que hoy día se suma a haber tenido tantos años como cronista de exteriores en radio, durante la época en que la radio era todo. Ahora la radio es nada en comparación a lo que era antes, simplemente repite y cumple en informar lo que otros medios manejan, pero antes la locomotora era la radio.

-Siguiendo esa línea… ¿qué importancia tenía la radio cuando entraste y cuánta tiene ahora?

-Cuando arranqué, que fue en los años del retorno de la democracia, era de una gran importancia. “Digan la verdad” era el mandato hacia los periodistas. La opinión pública, después de la censura y la dictadura, demandaba esa centralidad a la radio. Hoy en día, con la irrupción de la tecnología, la publicidad en la televisión tiene, no sé, cincuenta veces más valor que en la radio. Ha cambiado mucho todo eso. Pero la radio tiene un valor único, que es lo irreversible de la verdad. El que habla es el que habla, lo que dice es lo que dice y lo que se escucha se comprende. Ahí lo tenés en comparación con las redes: que no sabes quién habla, tenés duda en lo que se dice y todo puede ser una posverdad. Son más intereses en juego que realidades relatadas. Creo que ese es el gran desafío que tiene el periodismo. Por ejemplo, hoy cuando Patricia Bullrich dice que el periodismo ya no tiene poder, lo que está diciendo no es la presunción de su declinamiento, lo que está diciendo es que las redes le quitan poder, que la verdad y el relato en relación con esa verdad es ese poder del periodismo, no la batalla cultural con intereses políticos para cambiar la opinión de las personas mintiéndole. En los años 80 se trabajaba con lápiz y papel. Yo cuando me enojaba porque me ponían algún límite, yo les decía acá estoy, ¿qué ves? Tengo un papel en la mano y un lápiz, ¿qué violencia puede haber acá? No me pongas límites. Eso te permitía trabajar de una manera, era todo de memoria, y si ibas a un incendio por ahí terminabas sentado en la cama matrimonial de una familia hablando por teléfono para contar qué fue lo que pasó y cuántos heridos fueron.


Los Ángeles. Cubriendo la primera visita del presidente democrático Raúl Alfonsín a los Estados Unidos

-¿Cómo ves la radio en un futuro?

-Bueno, lo que veo es el traslado de los medios tradicionales al streaming. El streaming va a empezar a tentar a los inversores y va a empezar a aparecer la subdivisión de la subdivisión de la subdivisión: nombres y personas que van a estar contactándose directamente con las audiencias, teniendo en cuenta que hoy hay, no sé, la misma cantidad de habitantes del mundo que de celulares. Estamos hablando de 10.000 millones de posibilidades periodísticas, porque todo el mundo es periodista en el sentido de que ve, lo registra y lo puede usar para informar. Sin embargo, otra cosa es una persona que va, verifica, ordena y te lo cuenta, y vos le crees. Ese es el círculo virtuoso: ese es el periodista. Creo que, en el futuro, con las redes, va a seguir cayendo la verdad, destruida por la mentira y el relato, pero, por otro lado, lo que va a pasar es que el periodismo la va a pelear desde la excelencia, con personas que estén preparadas y que den un buen nivel de investigación y profesionalidad. Esto debe hacerse para contrarrestar lo que es la estupidez de las redes y la crueldad organizada, que no es otra cosa que una censura: porque si vos consumís la estupidez y le tenés miedo a la crueldad, no es otra cosa que censura.

¿Y a las redes, qué importancia les das?

-Creo que la única importancia que tienen las redes está en que vos puedas ver y sacar por afuera tus propias conclusiones. Por lo demás, no te van a aportar otra cosa que la duda, la confusión y, tal vez, la noticia. Pero otra cosa es el desarrollo informativo.

-Y yendo a cuestiones más periodísticas, ¿cómo preparas las preguntas?

-Bueno, eso tiene que ver con una gimnasia que en el periodismo se denominaría “el orden”. Cuando tenés una actitud propositiva, tenés todos los elementos a tu mano, estás totalmente consustanciado con el tema que vas a preguntar y te da cierto placer hacerlo, entonces eso va generando un círculo virtuoso que termina en que las preguntas te salen cortas, las respuestas, como vienen de conceptos claros que trasladás, tienen destino de título, así que, si todo eso está funcionando de esa manera, el reportaje va a funcionar. Es necesario también tener esa sensibilidad de darte cuenta qué te van a contestar del otro lado, por dónde te pueden pegar y por dónde vos podés quedar también en ridículo. Hay que cuidar muchos aspectos para que la otra persona se dé cuenta que tu pregunta es puntual, no tiene mala leche, no va por el cuchillazo. Esos detalles hay que remarcarlos, pero el oficio es prueba-error y aprender.


Cobertura del terremoto de Haití en 2003

-¿Cómo llegaste a la Casa Rosada?

-Durante todo el tiempo que tuve relación de dependencia fui muchas veces y cuando me jubilé cuadró la situación de ser corresponsal en la Casa de Gobierno para Mendoza y para un grupo como es Medios Andinos. A mí me gustó desde el primer momento. Muchas veces también hubo espacios de tiempo donde no me mandaban porque el gobierno no quería que fuera. A mí me molestaba, estaba esperando el momento, pero me mandaban a otros lados. Son esas cosas que suelen pasar, respecto a las internas de los medios, el gobierno de turno y el periodista que va, que pregunta de una manera o rompe las bolas de otra manera…


Junto a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en el Día del Periodista (2009)

-¿Cómo ves al periodismo hoy día?

– Creo que el contrato entre emisor y receptor está roto. Por el contexto: lo que está ocurriendo es que hay editores que tienen grupos de periodistas que están contratados para seguir la línea ideológica de ese editor, que recibe a su vez la orden de los dueños de los medios. El periodismo hecho por una facción política no es periodismo. El periodismo de la información verificada es otra cosa, tiene que tener necesariamente una independencia, pero ese periodismo no está pudiendo hacer otra cosa que rendirse a esas presiones. Por lo demás, creo que cada día que pasa el espectáculo visual y auditivo que ofrece el periodismo no tiene nada que ver con lo que necesita la actualidad, lejos está el periodismo de transformarse en una herramienta eficaz. Falla la diplomacia, falla la política, falla el periodismo y el resultado es lo que tenemos como realidad actual.