¿A UN CLIC DEL BESO?

NUEVOS DISPOSITIVOS TECNOLÓGICOS Y SU RELACIÓN CON LA SEXUALIDAD

Vivimos en un mundo hiperconectado, en el que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación atraviesan nuestra vida cotidiana. La sexualidad, también. En lo que sigue, la licenciada Silvina Cabrera ofrece un análisis al respecto.

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Asistimos hoy, gracias a las nuevas tecnologías de información y comunicación, a una construcción sistemática de nuevas formas de comunicarnos, consumir, expresarnos, problematizar y crear. Es decir, nuevas maneras de hacer cosas que nos obligan a readecuar costumbres, manifestaciones y todos aquellos aprendizajes y conocimientos que heredamos de quienes marcaron nuestros caminos en la vida.

Con la puesta en escena de la Inteligencia Artificial (Chat GPT, DeepSeek, Aithor, etcétera), la robotización y todo tipo de plataformas móviles se pueden generar nuevos conocimientos, percepciones y formas de vivenciar la sexualidad,

Entonces nos preguntamos ¿de qué manera las tecnologías de información y comunicación generan influencia sobre la sexualidad? En principio debemos considerar que la sexualidad va más allá del sexo, porque además integra los gustos, intereses, el placer, los vínculos, las emociones, etc.

Es “un aspecto central del ser humano, que está presente a lo largo de la vida y abarca el sexo, las identidades y los papeles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. La sexualidad se vive y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, prácticas, roles. (Organización Mundial de la Salud, 2006).

Pero además esto no lo hacemos solos, sino que surge por la interacción con otros, y por la manera en que experimentamos, comprendemos y construimos nuestra identidad y nuestra relación con el mundo. Este impacto se da a través de procesos psicológicos, sociales y culturales.

Por eso para responder a la pregunta, podemos decir que las tecnologías impactan en los sentidos de realidad que las personas tenemos sobre el mundo, y en cómo nos vamos constituyendo como sujetos sexuales. Los algoritmos que las sustentan no son neutros, reflejan decisiones humanas y pueden influir en la forma en que percibimos la información, tomamos decisiones e incluso en nuestras interacciones sociales. Por ejemplo, pueden regular qué contenido se visibiliza, cómo se segmentan los anuncios de productos eróticos, o qué tipo de educación sexual llega a distintos grupos de personas.

Pero hoy más que nunca en la historia de la humanidad, los seres humanos consumimos, buscamos placer, tenemos relaciones de pareja y solucionamos problemas cotidianos a través de las tecnologías que tenemos disponibles. Y en ese devenir vamos construyendo nuestras formas de ser en el mundo.

Por ejemplo, la inteligencia artificial (IA) puede ofrecer interacciones íntimas a través de chatbots diseñados para simular conversaciones y experiencias sexuales; también puede ayudar a las personas a articular y explorar sus fantasías, promoviendo una mayor aceptación de la diversidad sexual, al hacer que estas experiencias sean más accesibles. Además, ofrece la posibilidad de explorar y expresar identidades sexuales y de género de formas novedosas, empoderando a personas para que definan y asuman su orientación sexual.

“Hoy más que nunca en la historia de la humanidad, los seres humanos consumimos, buscamos placer, tenemos relaciones de pareja y solucionamos problemas cotidianos a través de las tecnologías que tenemos disponibles”

Por eso es necesario considerar que las tecnologías emergentes* están disponibles para todos nosotros, ya no de manera circunstancial o ingenua, sino que implican poder, como lo fue en su momento, luego de la invención de la imprenta, la circulación de ciertos textos (y la negación de tantos otros), que también tenían algo que transmitir.

Algunos fueron puestos en circulación para su lectura y otros tantos fueron vedados al común de la gente, intencionalmente y por diferentes intereses. Hoy también existen determinadas intencionalidades al momento de hacer disponibles las infinitas herramientas con las que contamos a través de la tecnología.

Intereses como la venta de productos (juguetes sexuales, productos de higiene, profilaxis o anticoncepción); la censura de información específica o el acceso desigual a la tecnología, especialmente en regiones desfavorecidas o entre comunidades marginadas, puede limitar las oportunidades de aprendizaje y empoderamiento en materia de sexualidad, perpetuando ciclos de opresión y disfunciones sociales.

Asistimos a un mundo que ya no puede negarse a esta evolución tecnológica y, aunque estas herramientas pueden ofrecer formas innovadoras de explorar la sexualidad, también plantean cuestiones sobre la ética, la privacidad y la seguridad. Además, no podemos dejar de considerar que todo esto se vincula con aquellas cuestiones que el capitalismo propuso como consecuencias de lógicas de los mercados: el direccionamiento de necesidades, gustos e intereses, que las personas van modificando al compás del impacto de estas tecnologías en la moda, el uso del tiempo libre, el trabajo, etcétera.

Cabe preguntarse entonces ¿cuáles son los cambios y cómo impactan en los colectivos sociales? ¿cómo se transforman en nuevos sujetos, nuevos procesos identitarios, con nuevas demandas, nuevos gustos e intereses?

En principio para responder estas preguntas dejaremos claro que la sexualidad se configura en relación con otras dimensiones identitarias de clase, raza, género, nacionalidad, edad, corporeidad, etcétera. Esto no significa que son categorías que se suman, sino que hay una interseccionalidad en la base misma de la construcción de la sexualidad y el género, lo cual significa que no se puede entender la sexualidad desde compartimentos estancos o disciplinas aisladas, sino que se debe comprender como un proceso que se imbrica en espacios de interacción y elecciones. Las nuevas tecnologías contribuyen, pero muchas veces también perjudican si no van acompañadas de educación, reflexión y consensos relativos a cómo cada cultura.

“Con el volumen de información que disponemos, podemos abordar de manera más efectiva los desafíos y oportunidades que estos cambios generan, promoviendo una sexualidad más inclusiva, empoderada y consciente y al alcance de una tecla”

Pensar el impacto de las nuevas tecnologías sobre la sexualidad desde un enfoque interseccional nos ayuda a seguir desentrañando los conocimientos sobre los cambios generados en las relaciones sociales y cómo el poder generado por las nuevas tecnologías configura nuevas maneras de interactuar con y a través de ellas, con sus lógicas particulares, en instancias o tiempos concretos como el que nos toca vivir en la actualidad[SC1] .

Así debemos reconsiderar que las nuevas tecnologías impactan significativamente generando cambios respecto del goce, del disfrute, de las elecciones sexuales, del conocimiento de sí mismo, de la vinculación con otros. Por lo tanto, generan un impacto en las emociones, las formas de pensar y sentir.

Hoy, con el volumen de información que disponemos, podemos abordar de manera más efectiva los desafíos y oportunidades que estos cambios generan, promoviendo una sexualidad más inclusiva, empoderada y consciente y al alcance de una tecla. Podemos crear espacios donde todas las experiencias sean validadas y respetadas.

Pero, además, no podemos dejar de señalar que las tecnologías emergentes, aunque ofrecen muchas oportunidades para la exploración y expresión de la sexualidad, también presentan varios problemas y desafíos que pueden impactar negativamente en ella.

Estos riesgos que asumimos al utilizarlas pueden significar interacciones y vínculos superficiales, exposición de datos personales que pueden afectar la seguridad y bienestar de los usuarios, especialmente en comunidades vulnerables. Sobre todo, por el contenido desinformativo o malicioso sobre la salud sexual.

Todo lo anterior nos conduce a estar atentos a los riesgos que impactarían negativamente en la sexualidad y las relaciones sociales, para así construir una sexualidad sana y responsable individual y colectivamente. ¿Cómo podemos evitar estos riesgos? Analizando positivamente lo que consumimos a través de las tecnologías, con educación… ¡y más educación! Solo así podremos caminar hacia un mundo que aproveche las infinitas posibilidades que nos brinda la tecnología.