PERROS RESCATADOS PERO SIN HOGAR
NO VIVEN DE ENSALADA
Patitas es una organización sin fines de lucro y se mantiene viva gracias al empuje de unos pocos voluntarios. Sin embargo, los costes del alimento para los perros que viven en el refugio no paran de aumentar. Coqui Carbó se comunicó con La Mala para contarnos un poco la situación actual.
Para cualquier persona es fácil admitir que estamos en una difícil situación económica. No importa qué opinión política tengas, se ve en el supermercado, en la carnicería, en el almacen, se ve en todos lados. Pero después de tener llena nuestra panza, y la de nuestros hijos, pareja, padres, etc; llega el momento de llenar la de la otra parte de la familia: nuestros perros, gatos y otras mascotas en general.
El alimento balanceado sufre la inflación al igual que nuestros alimentos. Ahora bien: ¿cómo afectan estos cambios a lugares que se dedican a salvar perros del abandono y del maltrato?
En nuestra ciudad, si pensamos en un refugio animal, pensamos en Patitas. Muchos creen que Patitas recibe perros y los alberga indefinidamente. Aunque ése muchas veces sea el destino de los perros, no debería ser así. Patitas debería ser un lugar de tránsito, donde los animales pasen un corto tiempo y les llegue rápidamente su segunda oportunidad. Pero repetimos, no es así.
Con el aumento del precio del alimento balanceado, utilizado para alimentar a más de cien perros (hacen falta varias bolsas por día), el refugio fue comenzando a tener deudas. Por eso, hace un tiempo, desde la organización se empezaron a preguntar “y ahora, ¿qué?”. Coqui Carbó, presidenta del refugio, se comunicó con La Mala para contarnos un poco acerca de la situación que viven hoy en Patitas: “estamos en emergencia económica y queremos hacer una campaña de adopción” decía el mensaje inicial.
«Llegamos a tener 300 animales, siempre abrazando la idea que cada perro que llegara al Refugio debía ser por un tiempo. Es decir, rescatarlo para luego reubicarlo en la sociedad.”
Patitas es una organización sin fines de lucro conformada cien por ciento por personas que son voluntarias, y es sustentada económicamente a través de donaciones, ferias, rifas. Recibe también ayuda del municipio, aunque de acuerdo a lo confirmado por Carbó, el aporte es sólo de $48.000 al mes. “En su inicios Patitas comienza a funcionar cuando se hace cargo de lo que era la perrera municipal”, recuerda Carbó
Antes era común que la gente cargara animales en un vehículo y los abandonara en el canil municipal. Muchas veces escuchamos historias de personas que abandonan en una bolsa a varios pares de cachorritos con días de vida, como si fueran lo mismo que la basura que sacamos antes de las 9 para que se la lleve el camión. La cuestión económica, el “no puedo mantener a tantos perritos”, suele ser la excusa para la irresponsabilidad (por no decir «ser hijo de puta »).
– ¿Cómo inició Patitas?
– Comenzamos a trabajar para que la vida de esos animales cambie y nos hicimos cargo de 60 animales aproximadamente. Había muchos perros atados, en malas condiciones y se contaba con un solo canil para albergar al resto. Fuimos mejorando el predio, haciendo nuevos caniles, mejorando su espacio y calidad de vida. Llegamos a tener 300 animales, siempre abrazando la idea que cada perro que llegara al Refugio debía ser por un tiempo. Es decir, rescatarlo (ya sea de su situación de calle por abandono o del maltrato) para luego reubicarlo en la sociedad.
– ¿Cuál es la situación actual?
– Hoy tenemos 105 animales, muchos adultos. Esto hace que nos cueste mucho más darlos en adopción ya que las personas prefieren adoptar cachorros. Es un mito que al perro adulto le cuesta integrarse a una familia. Todo lo contrario: incluso el trabajo es menor. Además, al adoptar más cachorros, se fomenta la sobrepoblación animal.
-¿Qué rol deberían cumplir los refugios?
– Los refugios no tendrían razón de existir si se le diera la importancia que debe tener controlar la población animal, ya que es un tema de salud pública. Es necesario el control mediante las castraciones, que es el único método aprobado.
La ordenanza Nº 1280, sancionada el año pasado, determina que: “la castración quirúrgica es el único método idóneo para el control de las poblaciones de perros y gatos, porque es ético, eficaz, seguro, económico, definitivo y beneficia a la salud de toda la comunidad, al tiempo que genera un alto grado de adhesión de los vecinos”. Este expediente le da al Municipio de nuestra ciudad un rol esencial en la salud pública y sanidad animal: es el responsable del control poblacional de perros y gatos, mediante este tipo de castración. A su vez, la ordenanza prohíbe el sacrificio de estos animales y la creación de perreras.
-¿Cuál es la situación económica de Patitas?
– En nuestro refugio se gasta hasta $250,000 por semana, únicamente en alimento. De más está decir que los recursos fijos que tenemos son muy pocos. Hay gente que colabora todos los meses, y otros cuando pueden. También hacemos feria de ropa, que la gente dona. La municipalidad nos daba $48,000 por mes. Así no es viable que continuemos. La única solución que le vemos es descender en el número de animales pero también somos conciertes que no es tarea fácil.
«En nuestro refugio se gasta hasta $250,000 por semana, únicamente en alimento. De más está decir que los recursos fijos que tenemos son muy pocos”
Después de años de remar en dulce de leche, y motivados por el amor a los animales, la empatía y el compromiso ante el horror de las decisiones ajenas, los voluntarios de Patitas se plantean cerrar el refugio. Se hará una campaña de adopción responsable para que todos esos perros en tránsito encuentren un hogar, pero las crisis económicas también afectan a los animales. “El trabajo del proteccionista siempre va a seguir, pero tendría que ser desde el lugar que le corresponde. Ayudar, acompañar, educar, concientizar, entre otras cosas. Desde hace muchos años el rol que tenemos no es el que nos corresponde”, concluye Coqui Carbó.