MUCHO POR CAMBIAR

LA ADOLESCENCIA QUE MARCA EL CAMINO

MUCHO POR CAMBIAR

Anaclara tiene 16 años, va al Colegio Nacional y ha dejado al descubierto la poca capacidad de las instituciones para entender realidades de cada vez más alumnos que se animan a ser como son. Una historia que revela las resistencias de la sociedad para quienes atraviesan distintas identidades de género.

Texto: Isidro Alazard

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Fotografía: Luciano Peralta

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Esta nota surgió de un comentario que, a mi modo de ver, significaba un paso hacia una sociedad más inclusiva: en un colegio, habían abierto un baño no binario. Una opción para quienes no se identifican como chicos ni chicas, o para quienes se sientan cómodes yendo a un baño distinto.

Desde La Mala, nos comunicamos con Anaclara De María, que estudia en el Colegio Nacional desde los doce años y fue una de las chicas que creían necesario un baño “diferente”. Sin embargo, la idea inicial sobre la nota nos condujo a otro lugar: de la búsqueda por parte del sistema educativo de una sociedad más inclusiva, a las dificultades de ser une misme. El mundo sigue teniendo muchas resistencias.

– ¿Cómo fue lo del baño?

– Cuando iba a segundo año, con un compañero mío (muy amigo) siempre intentábamos entrar a los baños de varones, pero nos daba cosa. Siempre terminábamos yendo al de mujeres, porque no nos sentíamos cómodos. También los directivos nos pedían que no entremos a los de varones. Entonces dijimos “si no queremos entrar al de mujeres, porque no nos corresponde en este momento, y al de varones no nos dejan entrar, dennos un baño por lo menos”. Y bueno, hicimos el arreglo de que nos daban la llave para un baño que está en “el palacio”, una parte del colegio. Lo usamos varias veces, pero no está público, y ahora hubo un cambio de directivos y se pusieron bastante estrictos. Ya no lo podemos usar.

-¿Fue una decisión planteárselo a los directivos? ¿O fue surgiendo?

-Fue una decisión. Creo que lo empecé a hablar con mi madre y empezamos a pensar alternativas. Fuimos al colegio y pudimos hacer ese arreglo con los directivos, de tener un baño que no se usaba. Al principio fue un poco complicado, yo venía teniendo problemas con mi nombre en el colegio, pero bueno, al final pudimos. Teníamos que ir, pedir la llave y todo eso, pero algo es algo.

-¿Cuál fue la actitud de los directivos?

– Normalmente cuando vas a hacer cualquier arreglo con los directivos al principio es difícil. Pero fue cuestión de charlar y de contarles la situación, ponerlos en contexto, porque antes no se hablaba tanto de otras identidades, y menos con los directivos, que siempre dan un poco de miedo.


-¿Cómo viviste el proceso de cambiar tu autopercepción?

-Fue bastante duro, siempre me sentí como una identidad no binaria. Ahora me siento cómoda con mi cuerpo, pero son estereotipos y no me gustan los estereotipos. Que cada uno sea y se vista como quiera, y ya está. Es súper complicado ser trans: es feo ir por la calle y que la gente te trate diferente todo el tiempo, en lugares públicos. Imaginate ser varón y que te traten como chica. Incluso, gente que son amigos de amigos, y vos tenés que ir dando explicaciones todo el tiempo. Además, hay mucha gente que no lo entiende y no lo puede asumir. Te ven como una chica aunque les decís que sos un chico y te ven vestido como chico. Es complicado.

-¿Creés que en las escuelas tienen que haber dos baños para dos géneros diferentes?

-No sé, es complicado el tema de los baños. Yo creo que debería estar abierto ese tercer baño, para identidades diferentes o incluso para personas que tengan algún problema social. El baño es un lugar que debería ser íntimo y a veces pueden pasar cosas.

-¿Los compañeros cómo se toman las cuestiones de las identidades?

-Antes era peor, capaz ahora no tanto. Igual yo no me dejo hacer cosas, pero sí he visto situaciones ajenas. Hace poco hubo una situación con una chica que la acosaron y le decían cosas. En ese sentido, los directivos no hicieron nada. Puede pasar que si sos una chica trans y vas con pollera te digan cosas, es feo.

-¿Con quién hablas todas estas cosas? ¿Con quién te sentís cómoda para abrirte?

-Con mi mamá, es súper importante tener un espacio importante para hablar. Muchas veces me sentí abrumada. Es abrumador en el tema social, tener que dar muchas explicaciones y que nunca parezcan satisfechos. La respuesta nunca satisface a la otra persona, muchas personas no lo entienden. El tema del género, la disforia corporal, querer conseguir algo que es biológicamente imposible, es complicado.

“Es abrumador en el tema social, tener que dar muchas explicaciones y  que nunca parezcan satisfechos. La respuesta nunca satisface a la otra persona, muchas personas no lo entienden”

-¿Qué cambiarías en el mundo para que sea más libre?

– Quitaría los estereotipos de raíz. Sin los estereotipos, el concepto de género decae. Lo que nos pueden diferenciar son cosas biológicas, ideológicas, entre otras. Pero una pollera o un pantalón no nos diferencian. Sin estereotipos cada uno podría ser libre.

-Y en el colegio, ¿qué cambiarías?

-Bueno, está la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), pero no se cumple. Podría empezar a aplicarse bien y que no se traten sólo temas sexuales sino también temas de diversidades y otras cosas. Desde que empecé la segundaria nunca tuve ESI, y me parece muy importante tener un espacio para eso.

-¿Darías algún consejo a alguien que pueda estar pasando por algo de lo que pasaste?

-Que no se rodee de personas que juzgan por lo que uno está pasando. A veces por querer encajar, te dejás hacer chistes que no te gustan y te hacen sentir mal, pero eso es lo peor. Lo mejor es encontrar personas que por lo menos no te van a decir nada, porque no importa. A las mejores personas lo que les gusta de vos es otra cosa. Si tenés que pararte para conseguir un espacio, hacelo. Ya sea un baño o un espacio de charla, hay que hacerlo.

“A veces por querer encajar, te dejás hacer chistes que no te gustan y te hacen sentir mal, pero eso es lo peor”

-¿Y a los adultos qué les dirías?

-Que no hay manera de controlar lo que se siente ni lo que queremos que sea una persona. Esa persona va a ser y hacer lo que quiera, y lo mejor es dejar ser como se sienta, mientras no lastimen al de al lado.

¿QUÉ LUGAR OCUPAR?

¿Acaso no son necesarios los cuestionamientos en nuestra adolescencia sobre quiénes somos? Tal vez no hayamos experimentado nuestra identidad de género como lo pueden hacer otres, pero ¿por qué desde chiquitos nos dividen binariamente y nos ponen en la decisión de definirnos? ¿Es realmente necesario generar esa distinción siquiera antes de que tengamos memoria? A los 4 años, ¿sabemos qué significa ser hombre o ser mujer?

Atravesar distintas identidades de género es un camino más complicado de lo que debería ser. Como en muchas otras situaciones, a los cuestionamientos propios se le suman las opiniones y comportamientos ajenos. Sin embargo, hay casos donde las adolescencias e infancias se hacen escuchar.

¿Qué hacemos entonces? La cosa es simple: escuchar, acompañar, empatizar. Con eso, estamos haciendo mucho por cambiar.