UNA ENTREGA DE CUERPO Y ALMA
MANU CHAO EN GUALEGUAYCHÚ: GANARLE UN DÍA A LA VIDA
El lunes 28 de octubre, nuestra ciudad vivió una de las manifestaciones artísticas y culturales de su historia: el músico francoespañol, considerado de culto en innumerables rincones del mundo, brindó un show “ultra acústico” de dos horas y media. Un espectáculo que marcó a todos los presentes, quienes se dejaron llevar por los ritmos tribales hasta trascender, incluso, de este plano. Una historia que hasta hace 15 días se creía imposible y que ahora parece que siempre estuvo predestinada a suceder.
Existen episodios que uno jamás imaginó que pudieran suceder; y al mismo tiempo existen elementos que parecieran estar destinados a cruzarse alguna vez. Y estas dos conjunciones, contrarias y repelentes entre sí, en este caso tiran para el mismo lado: nadie en su vida imaginó ver a Manu Chao realizar un recital de más de dos horas en Gualeguaychú y, al mismo tiempo, se caía de maduro que el artista y nuestra querida ciudad estaban predestinados a hacer juntos algo grande.
El show acústico recargado que el músico francoespañol dio en BKN fue uno de los eventos culturales más importantes que ha tenido nuestra ciudad. El hecho de que un artista de calibre internacional haya brindado un espectáculo de dos horas y media, donde no sólo presentó las canciones de su último disco “Viva Tú”, sino que además hizo un repaso de sus principales éxitos, tanto de su carrera solista como de la banda Mano Negra, dejó en éxtasis a todos los presentes, quienes, si dudas, vivieron un comienzo de semana muy particular. Único.
Un show pequeño, de poco más de 100 personas, pero tremendamente explosivo, en el que la comunión entre público y artistas fue el sello distintivo
Lo cierto es que la versatilidad que tiene este artista le permite realizar un espectáculo multitudinario –como el de 2005 en el estadio de All Boys junto a los integrantes de La Colifata; o presentarse como cierre del Festival Mastai en San Pedro en 2012 o volver a la carga con todo con una power banda como ocurrió en el Luna Park en 2015–, pero también un formato “ultra acústico”, del que pudieron disfrutar las poco más de 1000 personas de Gualeguaychú y alrededores un lunes por la noche.
El clima previo tuvo todos los condimentos de las tribus urbanas en busca de buena música: filas de personas esperando para ingresar apenas abrieron las puertas y reuniones y rondas con vecinos y fanáticos entonando a capela las canciones más emblemáticas del músico. Una vez adentro, personas de todas las edades e inclusive familias enteras esperaron ansiosos el comienzo, que sucedió puntual, a las 21 horas.
José Manuel Tomás Arturo Chao Ortega, a sus 63 años, disfrutó, en un éxtasis interminable, desde principio a fin el show en BKN
Apenas comenzado el repertorio, el primer golpe al cuore argento: una hermosa reversión con idas y vueltas en las estrofas y los párrafos de “La vida es una tómbola”, que trajo de nuevo a la vida el alma y recuerdo de Diego Armando Maradona, una figura central en la carrera musical y artística de Manu Chao.
Y si para muestra sólo hace falta un botón, sublime las carcajadas y aplausos que despertó un fanático en el baño de hombres cuando ingresó al grito de “lávense bien las manos que hoy estamos viviendo un día histórico: ¡Manu Chao está tocando en Gualeguaychú!”.
A esa altura, la mesa ya había quedado servida y todos los presentes disfrutaron al mismo tiempo del banquete, porque si bien desde el escenario la entrega fue total, el público puso todo el colorido, el calor y la pasión; quizás con la esperanza de que al Manu le den ganas de volver…
Si bien hubo de todo, el grueso del público lo conformaron los más 40, esos que jamás hubiesen imaginado tener a Manu Chao a unos pocos metros
De esta manera, con la típica base que se repite canción a canción, haciendo que cada una parezca una pequeña parte de una gran melodía, envolvieron a los presentes en un ritual tribal, donde los bailes y los cantos colectivos cargaron de energía el ambiente. La ceremonia se consumó y tras el disfrute de lo nuevo llegó el éxtasis de los clásicos.
“Me gustas tú”, “Mala vida”, “Clandestino”, “Me llaman calle”, “Señor Matanza” o “Me quedo contigo”, demostraron que cantar para denunciar injusticias, vanagloriar a las putas y exponer las desigualdades de un sistema imperfecto y cruel no ha pasado de moda. Y, lejos de dejar una marca amarga en el alma de los damnificados –que de alguna u otra manera somos todos–, esto mismo se puede hacer cantando, bailando, saltando, gritando, llorando de la emoción y entregándonos a un menjunje de pasión y adrenalina. De nuevo: nada mal eso de vivir un auténtico recital sui géneris durante un lunes por la noche perdido en un octubre cualquiera.
UNA GIRA PARA ESTAR CERCA
Gualeguaychú fue la primera fecha de un mini tour que el francoespañol hará por el Litoral argentino, que no es una ruta típica de recitales y espectáculos. Por el contrario: la dirección que Manu Chao decidió tomar para compartir este formato “ultra acústico” va a contramano de lo que cualquier otro artista o agrupación haría.
La decisión de este formato, de este camino y de este recorrido puede causar extrañeza, pero no en el caso de Manu Chao. De hecho, la naturaleza de peregrino que tiene el artista es motor de este tipo de decisiones.
Lo acompañaron el guitarrista rosarino Matumati y el rapero nacido y criado en Villa Fiorito Rayo a.k.a. Big Buda
Sin ir más lejos, hace poco más de 30 años realizó uno de sus proyectos más minimalistas y al mismo tiempo más ambicioso cuando pasó la Navidad en Colombia a bordo del Expreso del Hielo, un tren que recorría las vías abandonadas que conectan a Santa Marta con Bogotá. Lo acompañaba una tropa de cirqueros, artistas y músicos; franceses, españoles, argentinos, brasileños, italianos y colombianos que ofrecieron espectáculos gratuitos en localidades alejadas, aisladas e incluso olvidadas.
Toda esta experiencia no sólo quedó marcada en el disco “El expreso del hielo” y dejó su huella en la placa “Casa Babylon”, sino también en libros, escritos, ensayos, videos, cortometrajes y documentales; todo para dar cuenta de la pasión que tiene Manu Chao por el camino y la experiencia en primera persona.
Ahora, sus búsquedas lo trajeron al Litoral argentino, y Gualeguaychú fue su punto de partida. Alegría, gratitud hacia los que lo vitorearon toda la noche, y fuerza, mucha fuerza, fueron las energías que el artista intercambió con su público. Ambos se retroalimentaron una y otra vez, y ninguno permitió que el otro dejara de levantar la apuesta. Fue un contagio mutuo, caliente y calculado; todo con el fin de que nadie, pero absolutamente nadie, dejara de bailar.
Sólo quienes fueron parte de esta mítica noche podrán contar sobre la adrenalina y el éxtasis que, por más de dos horas, recorrió los cuerpos, abajo y arriba del escenario
Y volviendo a la premisa del principio, sobre cómo Manu Chao y nuestra ciudad estaban predestinados a hacer algo juntos alguna vez: que alguien me explique cómo hizo este flaco para meter la palabra Gualeguaychú en medio de casi todas sus canciones y arengas y que no desentonara en ningún momento. No es fácil meter la palabra Gualeguaychú en un verso o en una rima. Sin embargo, lo hizo una y otra vez a lo largo de toda la noche. Eso sólo se consigue con una comunión absoluta entre un artista agradecido y su público fiel.
Por lo pronto, todos nos fuimos sabiendo que le habíamos ganado un día a la vida. Bienvenida nuestra suerte y a vos, Manu Chao querido, a nosotros nos gusta el verte.