El miércoles pasado fue el Día del Emprendedor. Cualquiera que conozca lo que es “empezar de cero” sabe los esfuerzos que ello demanda y todo lo que hay que hacer en el camino de “ser tu propio jefe”. Es necesario, además de poseer un saber determinado, conocer el mercado, vender, adaptarse a un trabajo continuo y, generalmente, hacer que conviva el estudio o el trabajo, con el nuevo proyecto.
Desde La Mala charlamos con algunas personas que decidieron crear sus propios negocios, manteniéndose en el tiempo y destacándose sobre otros emprendimientos, para que nos cuenten un poco más sobre los pasos dados y su recorrido.
Maillén es profesora de música. Junto a Rodrigo, su pareja, decidieron formar su propia fábrica de morrales, riñoneras y más. “Los dos somos docentes y bueno… tenemos un salario complejo”, nos introduce.
“En 2024, nuestra hija arrancó jardín. Mi cuñada, Mari, era quien la cuidaba. Ella cose y en ese entonces hacía de todo, sólo para la familia. Entre otras cosas, le hizo la mochila del jardín a nuestra hija. En ese momento, Mari iba a quedarse con menos trabajo, ya que no iba a tener a quién cuidar. Entonces, se me ocurrió que, con una inversión de 200 dólares (lo que teníamos disponible) arranquemos un negocio de mochilas. Lo charlamos con Rodrigo y con Mari, y empezamos”, cuenta. Y continúa: “Sin embargo, se nos hizo junio y la mayoría ya había comprado las mochilas. Entonces, arrancamos directamente con morrales: poco a poco les fuimos dando más y más color. Y empezó a tener mucho éxito, así es como arrancamos lo que es Nómade. En junio vamos a cumplir un año”.
– ¿Qué es lo más importante para tener un emprendimiento?
– Es necesario mucho tiempo, manejar redes, paciencia, tener una propuesta coherente. Llevar bien las finanzas, algo que estamos aprendiendo. Respetar con quiénes se trabaja y, sobre todo, ir escuchando sugerencias, de amigos y de la gente más cercana. Lo que nosotros arrancamos ha mutado para mejor, y eso es gracias a nuestro círculo. Lo primero, en el caso de un negocio como el nuestro, es conocer los proveedores. Nosotros tuvimos algunas malas experiencias con cierres y con telas que no eran de buena calidad. También hay que aprender cosas nuevas: Rodrigo, por ejemplo, estudió marketing digital, se capacitó. A veces nos reímos porque los dos manejamos el Instagram y se nota cuando soy yo la que hace las historias o es él, a mí me gusta mucho la autenticidad. Por otra parte, una de las cosas que tuve que superar es la imagen, es salir y poner la caripela. Pero pongo la cara a mi manera, porque es lo que a mí me hace bien, y digo “que quieran los productos y que nos quieran a nosotros como somos”.
– ¿Y qué lugar ocupa en sus vidas un negocio tan propio?
-Definitivamente, hoy Nómade es el respiro de mi familia. También nos dio la posibilidad de encontrarnos como familia, porque compartimos “la empresita”. Está Mari cociendo, Rodrigo se dedica a las redes y, como a mí ahora se me está complicando cortar por el trabajo, los contraté a mi papá y a mi mamá, que son jubilados, para que corten, entre otras cosas. También el negocio ayuda a mis viejos, no solamente a lo económico, sino también un propósito para estar en la casa.
“Me encontré hoy haciendo algo con lo que jugaba mucho de niña y me di cuenta que sin querer tenía una aliada en las manos”
– ¿Y personalmente?
– Para mí Nómade fue un golazo, porque también me dio la libertad de poder hacer un montón de cuestiones del día a día que me encantaban, como ir al cine, salir a comer, poder invitar a mi casa a gente y tener ese sueldito aparte, y además que me permite vincularme con un montón de gente. Hoy en día, por ejemplo, feriar es una de las actividades que más disfruto. Nosotros recién ahora podríamos decir que estamos empezando a ver la diferencia económica. Pero también esto está buenísimo cuando la gente viene y dice ¡che, están buenísimo estos productos!
– ¿Qué consejo podrías darle a quien decide emprender?
– Hoy emprender ayuda un montón. Primero como lavaje de cabeza, el salir de la rutina ayuda mucho. Creo que se trata de buscar algo que te guste, a mí toda la vida me gustó dibujar, diseñar y ponerle color. Y me encontré hoy haciendo algo con lo que jugaba mucho de niña y me di cuenta que sin querer tenía una aliada en las manos. Entonces creo que uno de los consejos sería prestarle mucha atención a ese hobby, que por ahí se puede materializar. También aprender a tomar las sugerencias, pero sin perder lo auténtico, porque atrás de ese accesorio estás vos con un montón de sueños.
“La decisión de emprender es muy personal y subjetiva, aparece cuando uno está atento a la oportunidad de algún negocio, pero también dispuesto a resignar cierto tiempo personal para comenzar con el emprendimiento”. Recientemente, Sofi se recibió de Psicóloga, pero su emprendimiento la acompañó la mayor parte de su carrera: hace cinco años, comenzó a vender ropa urbana.
“Al principio comenzó como un hobby, pero se sostuvo en el tiempo. Para emprender, lo más importante es la paciencia. Si no la tenés, la empezás a trabajar sí o sí. El autocontrol y la constancia se vuelven parte también del proceso, ya que, hasta que el negocio empieza a funcionar, hay un tiempo en el que no se ve la ganancia, sino que esa misma plata se reinvierte, y puede llegar a ser un poco frustrante a veces. Es distinto a otros trabajos donde ganás un sueldo del cuál podés hacer uso”, cuenta.
– ¿Qué problemas tiene un emprendedor cuando arranca?
– No saber administrar la economía o los tiempos del emprendimiento, pero, como todo, se aprende mediante la experiencia. Personalmente, un problema que tengo es no saber delegar aquellos puntos ciegos o tareas en las que no tengo tanta facilidad o no le puedo dedicar el tiempo necesario. Entonces, termino dejando ciertas áreas sin cubrir.
– ¿En algún momento dijiste “qué bueno que está esto”?
– Siempre lo dije. Emprender puede ser muy agotador, pero también hermoso. Se aprende y se crece mucho junto a un emprendimiento. Uno se halla, desafiándose a sí mismo, encontrándose con aspectos personales que nunca se hubiera imaginado. Además de mirar para atrás y sentir que uno ha podido superar ciertos obstáculos. Hay que aprender a disfrutar lo que uno hace, siendo el emprendimiento una parte de la personalidad, y ser siempre agradecido de las personas que han sido un puente para que logres tus metas. Es conmovedor ver cómo la gente, los amigos, la familia e incluso los clientes acompañan en los mejores y peores momentos, bancando todas las emociones que uno siente.
“Uno se halla, desafiándose a sí mismo, encontrándose con aspectos personales que nunca se hubiera imaginado”
“Arranqué con un bolsito yendo a la casa de una vecina, de una tía, de una amiga, muy de a poquito. A medida que fui ganando fui reinvirtiendo”. Flor, estudiante del Profesorado de Educación Física, recuerda sus inicios, en épocas de pandemia. “Se toma la decisión de emprender cuando uno quiere buscar su propio camino y moldearlo a su forma. Cuando uno trabaja para otra persona, se tiene que adaptar. En muchas cuestiones es más fácil ser empleado, pero es más difícil cuando uno tiene que hacer todo y estar en todos los detalles”, comparte la emprendedora que recientemente abrió su propio showroom.
– ¿Qué no puede faltar para emprender, Flor?
-Sin dudas, es muy importante la voluntad, la actitud que vos tengas para ese emprendimiento. Más allá de que un respaldo económico es necesario para arrancar, sin ganas no podés llegar lejos, o llegás, pero va a costar mucho más. Un emprendimiento se rema desde cero, no es fácil emprender: tenés que generar clientes, generar ingresos y esa plata que juntás la tenés que guardar para el próximo pedido.
– ¿Qué aprendiste en el trayecto?
– Un montón de cosas. Por ejemplo, el animarme a hacer vídeos, a mostrar los productos, en mi caso la ropa. También es necesario empaparte de información para saber qué es bueno para el emprendimiento, qué no tanto, qué cosas les llegan más a las personas, qué no.
“Sin ganas no podés llegar tan lejos, o llegás, pero va a costar mucho más. Un emprendimiento se rema desde cero”
– ¿Y alguna sugerencia para quien tenga que emprender?
– Emprender es un día a día. Nada te va a llegar de un día para otro. Cuando uno arranca, a veces se pone a pensar en cosas súper grandes y es un error eso: tenés que arrancar de a poco, poniéndote objetivos a corto plazo. El día de mañana, cuando ese emprendimiento crezca, ahí sí trazarte objetivos más grandes, a largo plazo. Todo lleva su tiempo, es necesaria la paciencia.
– ¿Podés hacer una lista de prioridades?
– Desde mi experiencia, en primer lugar, arrancaría con una serie de preguntas sobre qué es lo que quiero hacer, para qué lo quiero hacer, cómo hacerlo, de qué forma. Una pregunta esencial es a qué tipo de público quiero llegar. En segundo lugar, pienso en que está buenísimo tener objetivos claros: cuando uno tiene un objetivo preciso, sabe a qué meta quiere llegar. Desde ahí, te organizás o planificas, algo importantísimo para cumplir objetivos. Y, por último, hay que tener muchas ganas de aprender, muchas ganas de escuchar, de entender que esto va de a poco y que hay que dedicarle mucho tiempo y trabajo.
Ángel estudia ingeniería. Hace unos años decidió emprender con su negocio de impresiones en 3D, pero a partir de su propio hobby: “ver cómo una idea podía pasar de la cabeza a un objeto real me parecía increíble. Ahí supe que quería compartir esa experiencia con otros y convertirlo en algo más grande”, declara.
– ¿Hace cuánto arrancaste? ¿Qué fue lo que más costó al principio?
– Hace casi cuatro años, en plena pandemia. Aunque la idea la venía soñando desde los 15 años, recién ahí me animé a dar el paso. Al principio todo cuesta, conseguir clientes, organizarse, manejar los tiempos. También hay que aprender a lidiar con personas que a veces tienen mal trato, que se olvidan que detrás del emprendimiento hay una persona poniendo todo de sí. Eso desgasta, pero también te enseña a poner límites y a valorar a los buenos clientes.
– ¿Cómo se van aprendiendo esas cosas?
– En gran parte, a prueba y error. Buscando información, pidiendo consejos y, sobre todo, siendo constante. Siempre aparecen obstáculos, pero el punto es no aflojar. Para emprender hay que tener paciencia, ser organizado y tener muy claro los números. No alcanza solo con tener una buena idea, hay que saber gestionarla. Si te puedo dar tres consejos para emprender serían: primero, paciencia; segundo, más paciencia. Y tercero: no bajar los brazos por no ver resultados al toque.
“Uno arranca pensando que va a ser su propio jefe… y termina siendo su empleado, su contador, su diseñador, su vendedor”
– ¿Has tenido que aprender cosas que no hubieras imaginado?
– Sin dudas. Uno arranca pensando que va a ser su propio jefe… y termina siendo su empleado, su contador, su diseñador, su vendedor. Pero en el camino se aprende muchísimo, y eso también lo hace valioso. Y cuando uno recibe un mensaje de alguien agradecido porque su idea tomó forma y quedó mejor de lo que esperaban, eso no tiene precio. A pesar de los altibajos, nada se compara con la satisfacción de ver todo lo que lograste. Sentís orgullo de cada paso, incluso de los errores, porque te hicieron crecer y llegar a dónde estás hoy.