“Mi relación con la música no fue de tan chico”, dice Damián Lemes, del otro lado de la mesa, en el cuarto del primer piso, una suerte de refugio creativo donde, escalera de por medio, se pone en pausa el barullo de la rutina.
Eso de la música, que hoy le ocupa el 100% de sus días -aunque, además de músico sea arquitecto, esposo, padre y tantas otras cosas- no nació de tan chico. Aunque sí, su costado artístico: “hacía formas de barro, pintaba, jugaba a ser carrocero, agarraba el gato y copiaba su figura con papel y engrudo. Pero no tenía más contacto con la música que escucharla prácticamente todos los días, porque mi mamá enseñaba danza en el patio de casa”.
Los Lemes son una familia de músicos, iba a ser difícil que el hermano varón no se contagie de Paulina y Emiliana (ambas, docentes y hacedoras de música). Y, en algún momento de su adolescencia, pasó lo que tenía que pasar: un bajo y una guitarra a mano bastaron para prender esa chispa de entusiasmo que, aunque entonces lejos estaba de siquiera imaginarlo, iba a ser el empujoncito inicial de una rica y fructífera carrera.
“Aníbal Sampayo decía que el río Uruguay es un tiento de plata cosiendo dos lonjas de un mismo cuero. Y es así”
Hoy, a los 45 años, Damián Lemes se ha consolidado como uno de los cantautores de referencia de la región, ha compartido escenario y trabajos de estudio con artistas consagrados y, lo más importante, se ha ganado su respeto y el de un público tan amplio y variado como su repertorio.
“Nosotros prendíamos la radio y escuchábamos a Zitarrosa, Aníbal Sampayo…si bien yo hago música que tiene un fuerte perfil litoraleño, que un poco es hacerse cargo de donde es uno, si embargo lo que más he escuchado y escucho en mi vida es Jaime Ross. Eso tiene que ver con que somos parte de lo mismo, a mí me gusta pensarlo así. Aníbal Sampayo decía que el río Uruguay es un tiento de plata cosiendo dos lonjas de un mismo cuero. Y es así”, dice Damián, y pasa un mate amargo cebado con yerba “uruguaya”.

Lejos quedaron los tiempos de esa primera bandita de covers de rock nacional, a la que ni siquiera alcanzaron a bautizar, igual que los más de doce años con La Sincopada y sus primeros pasos como solista. Hoy, el hermano varón de los Lemes ha dado paso a un cantautor reconocible por su estilo y reconocido por sus pares.
“Sentarme con la hoja en blanco o en la computadora a escribir me da mucha satisfacción”, dice, y mira el aparato negro, ubicado en un rincón del refugio.
Son muchos los años que pasaron de la canción propia, esa que nació de una letra escrita por su papá, a la que cree haberle puesto música en una de esas ventanas creativas que se abrían en los largos viajes en el 60, cunado estudiaba arquitectura en la siempre rabiosa Buenos Aires. “El corso barrial”, se llamó. Hablaba de Gualeguaychú, del corso popular y su magia. “Esa canción la tocamos en Colón, creo que en la Fiesta de la Artesanía, y justo estaba la persona que tenía que armar la delegación entrerriana para Cosquín, le gustó y la terminamos cantando en el mayor escenario de folclore del país. Imaginate”.
CAMBIOS DE SONORIDAD
El que presentará el domingo 23 de marzo en la playa del club Tiro Federal, a metros del río Gualeguaychú, es el séptimo disco de estudio del cantautor entrerriano.
“Empecé a tener algunas inquietudes de cambio de sonoridad. Pero no cambios definitivos, sino, simplemente, abrir mi espectro musical para pensar cómo sonaría mi voz en un proyecto más eléctrico, con una banda más grande, quizá para ambientes más de festivales”, dice.
“Para no repetirme, convoqué a un productor, me encantó aburar con él. Es Fernando Álvarez, que, desde Pueblo Belgrano, donde tiene su estudio, creó la sonoridad de este nuevo disco”, cuenta Damián sobre “Lemes ON”. Y traduce: “Es algo así como mi propio yo, encendido, enchufado”.
“La sonoridad me encanta porque, justamente, es inesperada para mí. A Fernando le mandaba los temas nuevos, tocados con mi guitarra y grabados con el celular, y él inventaba todo esto, que se acerca un poco al rock, un poco al pop, pero siempre están mis letras, mis canciones y el litoral metido ahí”, describe. Y sigue: “Solté esta música y Fernando me la devolvió en un disco, que está en todas las plataformas digitales y, además, se puede ver, porque están los videos que hicimos con Santi Burgos y su Pájaro Audiovisual”.
“A algunas cosas les di humanidad, si se quiere. A los acordeones, por ejemplo, los grabamos con un acordeonista de verdad, de carne y hueso”
Lemes ON es bien diferente a todo lo hecho anteriormente. Desde el proceso hasta la banda: “El 90% de los chicos que son parte, son de acá, de Gualeguaychú. Fernando trabajó mucho con samplers, tiene mucho laburo de estudio, pero yo no la solté del todo tampoco. A algunas cosas les di humanidad, si se quiere. A los acordeones, por ejemplo, los grabamos con un acordeonista de verdad, de carne y hueso. Lo mismo hicimos con los vientos y algo de batería. Son cosas que le dan un sabor especial, no es lo mismo. Porque sonaban bárbaro, pero esa mugrecita, ese ruido a real, es deliciosamente imperfecto. Me encanta que esté”.
“Arriba de todo eso, para mí, fue un enorme placer cantar. Simplemente, cantar”, dice Damián y pasa otro mate. Y, de cara a la presentación del domingo 23, sintetiza: “Espero, en el vivo, estar a la altura de lo que suena el disco. Me van a acompañar artistas que admiro y con los que vamos a tocar por primera vez juntos. Espero disfrutar y que la gente disfrute, de la música y de poder estar tomando algo a la orilla del río. Eso me entusiasma muchísimo”.