Hace unas semanas, responsables municipales se movieron para tomar una medida determinante: desalojar a los perros que vivían en Parque del Sol. Con ese objetivo, informaron a las proteccionistas (quienes cuidan, alimentan y curan a los perros del lugar) que todos los animales tenían que salir de allí. Debían llevarse al perro en cuestión y ubicar a los demás, si no “los iban a tirar”, según les advirtieron a las proteccionistas.
Esos animales no estaban vacunados (ni siquiera con la vacuna antirrábica), ni castrados, ni tenían atención veterinaria. Solamente recibían la atención de persona que, desinteresadamente, iban hasta el lugar para llevarles alimento recibido de donaciones y algún que otro remedio, como sucede en otros puntos de la ciudad.
Tal vez, polémicas como esta llevaron a la concejal libertaria Mirta Sulzyk a generar el proyecto de ordenanza que promueve la creación de un refugio municipal de tránsito para perros, donde se los pueda vacunar, esterilizar, alimentar y cuidar, para luego ser entregados en adopción.
La medida surge de “la peligrosidad que revisten los caninos callejeros o sin dueños para los ciudadanos de la ciudad”, se desprende del Expediente N° 04-007813-2025. Además, se nombran algunas causas y consecuencias de esta “peligrosidad”, como las mordidas, la portación de enfermedades, falta de higiene, vacunas y cuidados; los accidentes de tránsito y la contaminación al medio ambiente (por sus heces y orina).
“La creación de una perrera significa un retroceso tremendo para la ciudad y principalmente para los animales”
Es probable que la concejala haya elaborado este proyecto por desconocimiento del tema, o por presiones externas (el año pasado, sólo presentó tres proyectos de ordenanza). Pero la realidad, es que en nuestra ciudad ya existió una Perrera Municipal y quienes saben del tema están en contra de cualquier iniciativa similar.
“¿Saben lo que era la perrera municipal? Por su estado, Patitas empezó a involucrarse para pedirle que por favor nos dejen trabajar ahí adentro, porque los perros estaban hacinados, muertos de hambre, nadie los atendía”, expresó la proteccionista Coqui Carbó. Y agregó: “la creación de una perrera significa un retroceso tremendo para la ciudad y principalmente para los animales. Existió la perrera durante años, pero los perros eran colocados ahí sin ningún tipo de fundamento, sin criterio, por el solo hecho de que no haya animales en las calles”.
En esta línea, Susana Lizzi, otra reconocida proteccionista, se sumó al reclamo: “el único fin de la ordenanza es dar una ‘imagen’, fingir que se ocupan del tema, pero en realidad ya sabemos lo que pasará: juntarán los perros de la calle y los encerrarán en lugares que se transformarán en centros de exterminio. Todo esto es un patético show para una parte de la población a la que le gustan las soluciones mágicas, pero que están muy lejos de solucionar el problema de manera correcta, eficaz y permanente.
-Susana, ¿qué solución existe?
– Si realmente tuvieran la voluntad de solucionar la problemática perros de la calle, hay que afrontarla desde varios frentes. Hasta el momento lo único que se hace es castrar gratuitamente (y eso es muy bueno), pero falta educación en la población. La situación económica es un agravante; la desidia y la falta de compromiso también. Debemos tener conciencia de que los perros y todos los animales (aun los que usamos para consumo) son seres sintientes y, por lo tanto, sujetos de derechos, como nosotros. Desgraciadamente se ve en la población bastante desinterés por esta problemática. Todo lo solucionan un par de balas. Lo he escuchado cientos de veces y muchos lo llevan a cabo. La expulsión de los perros de los espacios públicos y la presentación del proyecto de la concejala Mirta Sulzyk busca una acción efectista que no soluciona el problema, pero tiene rédito político. Nuestra propuesta es largo plazo, con acciones cotidianas que no generan votos.
Por su parte, en cuanto a las políticas que se deberían llevar a cabo, Carbó fue determinante. “Así como está la salud pública humana, tiene que existir la salud pública animal”, aseguró. Y enumeró acciones como las desparasitaciones, castraciones, la atención primaria de la salud (para quienes no puedan tener acceso a una consulta privada), las vacunaciones. “Invito a que compartan con nosotros un día de trabajo en el refugio”, desafió, instando a los promotores del nuevo proyecto de ordenanza a que conozcan el día a día de las actividades que ella, junto a otras personas, realiza.
VETERINARIOS, EN CONTRA
Maximiliano Frutos es veterinario especialista en pequeños animales y, en diálogo con La Mala, dijo que “casi todos los veterinarios estamos en contra de la creación de nuevos refugios, ya habiendo tres que están colapsados”. Además, “por parte de la Municipalidad no hay ningún incentivo para que vos adoptes o castres a tu mascota”.
“Si vos creas un refugio para 5.000 animales lo vas a llenar, pero después ¿qué haces con esos animales? Lo que hay que hacer es tratar de ayudar a que los refugios actuales tengan menos población y esto se hace con educación, no hay otra opción. Las castraciones gratuitas como única herramienta no sirven. Es una situación compleja, pero no se tendría que usar para ganar votos”, expuso.
“Si vos creas un refugio para 5.000 animales lo vas a llenar, pero después ¿qué haces con esos animales?”
En esta línea, Carbó destacó el potencial y los límites de las castraciones motorizadas por la Municipalidad en la actualidad: “la actual ordenanza ha hecho que en el Municipio se haya conformado un grupo de trabajo con una voluntad tremenda. Faltan mejorar un montón de cosas para que esto realmente se pueda ver en el menor tiempo posible. Hacen falta medidas como la difusión del programa, pero hay una predisposición del gobierno muy buena. La verdad es que no es difícil porque el Estado tiene todo para realizar esas cosas que faltan, pero hay que reconocerle que es el primer gobierno que se pone al hombro llevar a cabo las castraciones”.
captura de pantalla
por Tati Peralta
la isla de los perros (w. Anderson, 2018)
Una propuesta visual y única en la que, tras un brote canino, el gobierno decide exiliar a los perros a una isla. Un niño se lanza a la aventura para encontrar a su fiel amigo en este Japón distópico.
white god (K. Mundruczó, 2014)
Una mirada impactante y provocadora en la que los perros callejeros, marginados y abandonados por la sociedad, se levantan y se rebelan contra un sistema que los ha olvidado. Cruda, intensa y desafiante.
Marley y yo (David Frankel, 2008)
La película perfecta para recordar a ese perro de la infancia y dejar caer una cuantas lágrimas. Un clásico que combina humor y ternura, celebrando la lealtad y la conexión inquebrantable entre humanos y caninos.