DE GRAMSCI A MILEI

LA BATALLA EN LAS REDES

¿Se puede ser mujer, feminista y peronista en redes sociales como X y TikTok? Juana Politizada nos cuenta su experiencia en medio de la vorágine de los diferentes lenguajes digitales. “Hay que hacer el ejercicio de intentar crear un lenguaje que pueda dialogar con los dos lados de esta polarización”, dice.

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Juana Politizada es comunicadora. Tiene 27 años y trabaja en marketing. En Instagram tiene 8.633 seguidores, en X, 10.209 y en TikTok, 22.700 (con más de un millón de “Me gusta”). ¿Por qué enumero sus redes? Bueno, porque en realidad Juana hace un tiempo comenzó a dar su opinión (de mujer peronista y feminista) en un campo minado de opiniones contrarias, insultos y agresiones. Sin embargo, ella consiguió mantenerse y asentarse, y dar la batalla incluso en conversaciones con Marco Palazzo y Lilia Lemoine.

¿Cómo funcionan las idas y vueltas en las diferentes redes sociales? La manera de disputar el sentido en el ámbito digital no siempre es a través de la violencia, y Juana Politizada es el ejemplo. “Hacer el ejercicio de intentar crear un lenguaje que pueda dialogar con los dos lados de la polarización es un trabajo mucho más difícil, pero también creo que es mucho más sólido lo que se va construyendo a largo plazo”, declara para La Mala.

-Juana, ¿qué crees que es la batalla cultural?

-La batalla cultural es un concepto que propone Gramsci, un autor italiano, militante del Partido Comunista, para pensar cómo podía la izquierda política disputar sentidos dentro de lo que conocemos como el folclore del sentido común, osea las ideas o la forma de pensar que tiene la gente en general. Actualmente, hay una apropiación de este término(batalla cultural), pero por parte de la derecha, y justamente para disputar sentidos más progresistas, como puede ser la cuestión de la comunidad LGBT, la legitimidad de la existencia de las personas trans, el rol de las mujeres en la sociedad. Estamos volviendo a tener debates que más o menos tenían un consenso desde una perspectiva de libertad y respeto hacia la diversidad, que ahora están viéndose tensionados.

-¿Y cómo funciona en redes?

-En las redes sociales particularmente hay una hegemonía de este pensamiento más de derecha. Por ejemplo, en esta corriente encontramos a Agustín Laje y a Nicolás Márquez con todo este revival de la idea de que los gays no deberían casarse, los trans en realidad son personas enfermas y una serie de declaraciones que son muy fuertes y vulneratorias de derechos, porque justamente ya tuvimos estos debates como sociedad, ya tuvimos esta conversación y sin embargo están ahí tratando de empujar una perspectiva social más conservadora.

-La red social X, lo que era Twitter, es donde circulan la mayoría de esos discursos, ¿no?

-Sí, puede ser. Hay que hacer énfasis en ver esta red social como un nicho. Es decir, no tenés a toda la sociedad debatiendo en X. Sin embargo, lo que pasa en esa red social después decanta en la agenda mediática. Entonces, terminan imponiendo de qué charlamos porque disputan sentido dentro de las tendencias de esa red. En Argentina, en relación a la pregunta, existe una hegemonía libertaria muy fuerte. Cuando alguien se posiciona diciendo “che, esto que está haciendo Milei está mal”, tenés a toda una comunidad de libertarios que van a ir a atacar a esa persona, lo que termina tensionando mucho la libertad de expresión, porque, si yo sé que pongo algo que los cuestiona a ellos y me van a venir a bardear, ¿me dan ganas de hablar? La verdad que no: desincentiva un montón el debate público, por lo menos en ese espacio.

“Cuando alguien se posiciona diciendo “che, esto que está haciendo Milei está mal”, tenés a toda una comunidad de libertarios que van a ir a atacar a esa persona

-¿Existe mucha gente que esté afuera de ese “pensamiento libertario”?

-En este sentido, si te fijás, por ejemplo, hay muchas comunicadoras feministas y un montón de personas en general que decidieron dejar de usar X porque se convirtió en una red social muy tensionada, muy cargada de violencia, ¿no? Porque, además, no tenés tanto filtro a la hora de escribir ciertas palabras. Circula un sentido común masculinizado (si tenemos que verlo en términos de consumo) porque la mayor parte de sus usuarios son varones, entonces hay como cierta hostilidad, que en otras plataformas no encontrás con ese nivel de crudeza.

-¿Y vos qué haces ahí?

-Lo que yo intento hacer es ir a discutir con ese sentido común de derecha y masculinizado, justamente porque entendí, después de viralizarme al contar que había tenido como una suerte de relación virtual con un libertario, que podés disputar agenda mediática. Los medios de comunicación hoy manejan la agenda en función de sus audiencias, entonces, si la gente quiere ver explicadas las noticias de lo que ve circulando en Twitter, lo que sea tendencia en Twitter te va a salir al otro día sí o sí en algún medio dando vueltas. Por esa experiencia, a mí me llamaron para hacer notas, entonces ahí dije “acá está la fuerza de esto”. Si vos entendés cuál es la lógica detrás de la opinión pública que da vueltas en X, podés ir a buscar visibilidad dentro de la agenda mediática.

-¿Vale la pena discutir en esa sintonía?

-Hay que ir por una discusión que no busque tener la razón, sino presentar otra forma de ver las cosas. Y creo que ese es el encuadre más productivo en este contexto. Pienso en cuentas como la de “ElBuni”, que es un chabón que capaz no hablaba tanto de política en su momento, sino que decía “las minas andan en culo, ¿por qué andan en culo en la calle?, eso a mí me calienta y no tienen que hacerlo”. Ese es el sentido común de muchos varones, que quizás durante la ola del feminismo sintieron que su forma de pensar, que es un poco más conservadora si se quiere, no encontró libertad para expresarse y ahora eso está rebotando. Entonces hay que ir a dialogar con eso, pero no esperando tener la razón ni cambiar su punto de vista, sino presentando otras perspectivas para ver la cultura en la que estamos inmersos, que no sea tan violenta. Porque al fin y al cabo es eso, es una perspectiva invalidante de la otredad la que está hegemonizando el debate ahora.

-¿Tenés alguna estrategia?

-Es mucho prueba y error, porque estás hablando con personas, y ese me parece que es el enfoque más importante dentro de lo que yo hago. Que no hay que perder de vista que atrás de las pantallas hay personas que están leyendo y formando opinión con lo que decís, entonces yo tengo una búsqueda en particular de hablar como si estuviera hablando con amigos, porque entiendo que es lo más efectivo. En X me sigue gente de diferentes corrientes políticas, porque hago como algo bastante informativo. O sea, yo te cuento pavadas o te hago chistes usando los temas de actualidad y en ese tire y afloje te estoy informando (o, como digo yo, te estoy desinformando): no cuento la noticia tal cual pasó, ya que no funciona en términos de debate público, sino que te la cuento a través de algún chiste o sesgándola con mi mirada y diciendo siempre abiertamente “che, yo soy peronista feminista y esta es la mirada que te estoy dando de las cosas”.

-¿Y para otras redes sociales?

-En otras, principalmente en TikTok e Instagram, la cosa cambia: aunque también cuento noticias, trato de contar una todos los días, en un formato de video. Sigo con la línea de hablar como si estuviera hablando con un amigo. O sea, siempre tengo como muy presente que ese es mi contrato de lectura, porque cuando complejizas la conversación o usas términos muy técnicos, hay mucha gente que se va a quedar afuera. Entonces, es muy importante a mi criterio poder tratar de democratizar la palabra en ese sentido. ¿Cómo hago, para que esto que está pasando, que es importante que la gente lo sepa porque es información pública de lo que hace el gobierno, se pueda contar de una forma amistosa? Convivo con esa tensión.

“Cuando complejizas la conversación o usas términos muy técnicos, hay mucha gente que se va a quedar afuera. Entonces, es muy importante a mi criterio poder tratar de democratizar la palabra en ese sentido

-En general, ¿crees que existe un discurso hegemónico?

-No sé si existe un discurso hegemónico, sí creo que hay una bajada de línea muy clara del Gobierno en relación a que lo que dice Javier Milei. Eso se ve repetido en todos los militantes libertarios en Internet. Por el lado de la oposición creo que hay mucho más cambalache. Sí creo que es un campo en disputa y que teniendo en cuenta que está gobernando Milei, no hay nada que perder: entonces hay que ir a introducir otras maneras de ver el mundo, más afines a las que uno cree que son mejores en términos de ciertos valores, de pluralidad, del valor de la conversación, de los consensos.

-¿Sentís que existe una polarización muy pronunciada?

-Sí, hay mucha polarización. Si yo me pusiera a tuitear “Milei es un facho” y poniéndome en el rol “miren que soy súper progresista y todo lo que hace Milei está mal”, probablemente ganaría muchos más seguidores. Pero la verdad es que no creo que sea constructivo, justamente en términos de romper la polarización. Para superarla, hay que hacer el ejercicio de intentar crear un lenguaje que pueda dialogar con los dos lados de esta polarización. Es un trabajo más de hormiga: es mucho más difícil, porque recibís puteadas de ambos lados, pero también creo que es mucho más sólido lo que se va construyendo a largo plazo, porque el contrato de lectura pasa a ser “soy una argentina que es peronista y que es feminista, y que está preocupada por lo que está pasando por el país, y que quiero dialogarlo con gente que piensa diferente a mí”. Creo que eso es más constructivo.