Hoy quiero escribir un poema triste.
Estoy al borde.
No del poema que no viene.
El poema está al borde del lenguaje.
Quizás diría: acá sigue habiendo sol
pero nadie sabe disfrutarlo
porque no estás.
No lo escribo.
Yo estoy al borde de mí.
Hay una tolerancia cruel en el duelo.
Asumir que ya no deseo
el lugar que se me niega
y sin embargo anhelar
la plenitud del deseo.
En cambio, digo:
En el ocaso de las cosas
mi último acto de amor será
convertirme en alguien que nunca
hubieras podido amar.
