EL TRÁGICO 21
HISTORIA DE UNA FOTO
El texto no es nuevo, pero se reescribe como las tragedias de la historia argentina. Las tragedias que tienen como víctimas a las y los trabajadores, que ponen el cuerpo en la fábrica, en el aula y en la siembra, pero también lo hacen en las calles cuando la injusticia ya no se soporta.
Llegué ahí con mi abuela y mi vieja, me dijeron bajá y mirá: eso es lo que estabas buscando.
Gualeguaychú es termómetro de este país, pero su historia mucho no se conoce. Lo que queda más fresco son los cuerpos vivos de carnaval. Inescapables. La foto, en cambio, es del Cementerio Norte.
El Primero de mayo de 1921 estaban llamados dos actos al centro de Gualeguaychú. Separados por una hora uno de otro y por recorridos que se rozaban a pocas cuadras. Uno era convocado por la Liga Patriótica, “estrechamente vinculada su cima directiva a la oligarquía terrateniente, grupos políticos conservadores, radicales antipersonalistas o alvearistas, militares, etcétera”*.
Mientras que el otro había sido organizado por la “Federación Obrera Departamental (FOD) que agrupaba a panaderos, gráficos, estibadores, rurales y otros oficios, más el Centro Socialista, yrigoyenistas y algunos anarquistas aislados”. Eran los albores de los enfrentamientos urbanos.
La foto tiene una rayita hecha con birome negra, limpia y lo más prolija posible considerando la herramienta. Así se editaban las fotos en los ’90para publicar un suplemento llamado “Cuadernos de Gualeguaychú”, que abordaba en detalle la historia de la ciudad.
El método era artesanal. Se imprimían los textos al papel, se recortaban, se fileteaban sin pelos a tijera, párrafo por párrafo, y con las fotocopias de las fotos se ubicaba todo ordenado con barrita de pegamento. ¿Los errores? corrector líquido y de ahí a la imprenta.
Esta foto ilustraba la única nota, en los casi 200 números de Cuadernos de Gualeguaychú que se publicó en dos números del suplemento “El Trágico Domingo de Mayo del 21”. El suplemento lo hacían a mano mis abuelos maternos en el diario El Argentino.
Fue “trágico” (una herida abierta sin retorno), con cuatro obreros, un policía y un liguista muertos, según dicen los periódicos de la época. O con alrededor de 17 muertos, según el recuerdo oral de los sobrevivientes.
Fue trágica esta pérdida de vidas, así lo describe el periodista Fabián Magnotta, en uno de los Cuadernos de Gualeguaychú: “los patrióticos miraron de mala manera la bandera roja que junto a la argentina acompañaba a los manifestantes de la plaza y la policía pidió la discutida enseña para calmar los ánimos, accediendo a ello los obreros(…) Instantes después se escuchó el primer tiro y comenzó el caos. Nadie sabe desde donde partió el disparo que generó la hoguera… desaparición de documentos y fotografías, sumándose el temor de los años posteriores… Como secreto a voces, siempre circuló la versión según la cual algunos liguistas desorbitados dispararon desde las antiguas terrazas parroquiales, mediando algún permiso”.
Como la Patagonia Rebelde o la Semana Trágica, como los Presos de Bragado… pero en Gualeguaychú, se repetía la misma historia y nos basta, incluso, esta breve oración para trasponerlo a estos también breves años, si de historia hablamos. Años cargados de Víctor Choque, Teresa Rodríguez, Aníbal Verón, de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, de Carlos Fuentealba, de Mariano Ferreyra, estudiante en Barracas, y de Christian Ferreira, campesino en Santiago del Estero; cargados de los muertos en el Parque Indoamericano, de Santiago Maldonado y Facundo Nahuel, y un etcétera de trágicos casos para continuar el hilo con el que se construye la historia de nuestro país.
En todo esto pensaba hace unos años para una nota en la última página de la Revista Sudestada, para el primero de mayo, cuando falleció mi abuela, el 28 de febrero. Ella era la historiadora del suplemento Cuadernos de Gualeguaychú (y del pueblo también, parece). Fue declarada “Hija ilustre de la ciudad”,
La despedimos en su entierro, sin las oraciones que pidieron sus amigas docentes que la acompañaron entrañable y respetuosamente. En cambio, nos decidimos por una poesía de la propia Natividad, escrita cuando falleció su madre, mi bisabuela María.
Bajaré hacia la tierra.
Porque crezcan mis hijos y me hereden con nietos,
debe morir mi madre.
Es ley que ella no apriete con sus años
toda la vida que tras ella viene.
Cambiará su presencia por ausencia,
para traer a mí los seres nuevos.
Debe caer el escalón más ancho y bajo hacia la tierra
para que aquí los otros la sucedan.
Es ley que su presencia se convierta en ausencia.
Es ley que yo me vaya hacia la tierra,
a semillarla con algún recuerdo.
(N.S.)
La historia de este país, la historia de una ciudad, la historia del Primero de Mayo, de quienes nos antecedieron, la historia de una foto. Lo que vale es que contemos la nuestra.
Y perdure en el corazón, en el habla y en el pensamiento.
¡Viva el primero de mayo! ¡y la lucha de las trabajadoras y trabajadores!
*Todos los entrecomillados son de Cuadernos de Gualeguaychú Nro 115, https://sites.google.com/view/gualepedia-cuadernos-de-gchu/115-cuadernos-de-gualeguaych%C3%BA
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