FUTBOL FEMENINO
El futuro ya llegó, ¿y nosotras dónde estamos?
Pasó el noveno Mundial de Fútbol Femenino con récords en asistencia, cobertura, participación de equipos y con una inédita selección campeona, como lo fue España. El fútbol femenino comienza a ganar visibilidad a escala mundial. Pero, ¿qué pasa en Gualeguaychú? ¿Cómo es la realidad de ciudades vecinas como Concepción del Uruguay o Gualeguay? ¿En qué parte del camino recorrido estamos?
El Mundial Australia-Nueva Zelanda 2023 dejó números inéditos para la historia del fútbol femenino: 1.222.839 personas concurrieron a las canchas para presenciar los 48 partidos de la primera fase, lo que representa un promedio de 25.476 espectadores por encuentro. Número que supera ampliamente los de las ocho ediciones mundialistas previas. Respecto a Francia 2019, el incremento fue del 29%.
Pero, ¿cómo llegamos hasta acá? Históricamente en el mundo, el fútbol fue considerado un espacio masculino, y las trayectorias de las mujeres en ese plano quedaron reducidas a experiencias individuales, invisibilizadas y silenciadas.
“El fútbol es un megáfono de la sociedad, un microcosmos donde lo bueno y lo malo sale a flote. La voluntad humana y la amistad, por un lado, y las desigualdades y el machismo por el otro. Son un espejo de lo que ocurre en el mundo”.
Marion Reimers, periodista deportiva.
En el marco del importante rol que adquirieron los movimientos feministas nacionales, después del masivo #NiUnaMenos, en 2015, las demandas del ámbito futbolístico fomentaron la reunión de mujeres y disidencias y la creación de organizaciones, redes de hinchas y equipos de fútbol recreativos, entre otras formas de acciones colectivas.
Desde ese lugar comienzan a observarse y a visibilizarse el crecimiento, el desarrollo y la politización del fútbol femenino, lo que marca un antes y un después en cada una de sus expresiones.
LUCES Y SOMBRAS DEL FÚTBOL GRANDE
Después de cuatro años de la firma de los primeros contratos en nuestro país, en abril de 2019, se dieron pasos significativos: el aumento en la mínima de contratos profesionales y de equipos participantes en el campeonato de la Primera División A de AFA —de 17 a 20—; la eliminación de las “cláusulas anti embarazo”, que lo consideraban una lesión; la ampliación y el fortalecimiento de los cuerpos técnicos; las mejoras en logística y en las condiciones de entrenamiento de los planteles; la cobertura —mayormente de medios y periodistas independientes— y televisación de algunos partidos; el desarrollo de categorías formativas y sus torneos, y la progresiva apertura de los estadios principales de los clubes.
De igual manera, la práctica de fútbol femenino sigue siendo considerada semiprofesional, no sólo por la precariedad salarial, expresada en sueldos que no superan un Salario Mínimo Vital y Móvil, sino también por la falta de voluntad política de algunos clubes para apostar decisivamente en este campo.
GUALEGUAYCHÚ, ¿DÓNDE ESTAMOS?
Con matices, la actualidad del fútbol femenino es bastante similar en toda la Argentina. Y, si la contada más arriba es la situación del fútbol grande y de una selección mundialista como la nuestra, imagínense los desafíos de las ciudades del interior.
Desde 2018, Gualeguaychú tiene su Departamento de Fútbol Femenino en la Liga Departamental. El primer torneo oficial de Primera División lo jugaron dieciséis equipos: Tigre, Luchador, Pueblo Nuevo, Central Larroque, Águila, Sporting, Sudamérica, Jockey Club, Unión del Suburbio, Deportivo Gurises, Independiente, Juvenil del Norte, Defensores del Oeste, Atlético Sur, La Vencedora y Sarmiento. Actualmente, nueve de ellos continúan siendo parte de los torneos oficiales de la ciudad, a los que se sumaron tres equipos más: Isleños Independientes, Camioneros y Juventud Unida.
Pero los torneos de fútbol femenino están lejos de ser una novedad en la ciudad: existen hace más de 30 años. Entonces, cuando se habla de “institucionalizar” una disciplina, se habla de mejorar las condiciones de la práctica del deporte, de mejorar las condiciones de juego en las canchas habilitadas y habitables, de requerir profesionalidad de los árbitros que dirigen cada partido, de otorgar una permanente disponibilidad de fechas y horarios, y de una lista infinita de mínimos derechos para con el deporte, para con las mujeres y las disidencias, que aún se encuentran poco claros.
Si bien este proceso de institucionalización responde a una demanda real, a cinco años de esta institucionalización, cabe preguntarse: ¿Cuán preparados estaban los clubes y sus dirigentes para ello? ¿Cuánto se han preparado o fortalecido las políticas dirigenciales para que realmente el crecimiento sea genuino y sostenible en el tiempo? ¿Qué compromiso existe de parte de los medios locales en que se visibilice esta práctica? ¿Cuánto hay de nosotros, como sociedad, para acompañar este proceso?
«Solo seis los que cuentan con categorías infanto-juveniles en la práctica de la disciplina y, después de cinco años, todavía no existen competencias oficiales donde volcar sus aprendizajes»
Aunque hay algunas excepciones puntuales, los doce equipos que juegan la liga oficial se autofinancian, con aportes individuales o colaboraciones. Además, son solo seis los que cuentan con categorías infanto-juveniles en la práctica de la disciplina y, después de cinco años, todavía no existen competencias oficiales donde volcar sus aprendizajes.
En la vecina Gualeguay, en tanto, el fútbol femenino comenzó a formar parte de la liga oficial desde el 2021 con ocho equipos, a los que se sumaron dos más este año. Allí es una decisión política y dirigencial que las fechas oficiales se jueguen cada fin de semana y no se suspendan como en Gualeguaychú o en Concepción del Uruguay, por falta de árbitros y canchas disponibles, por ejemplo.
Además, desde este año Gualeguay cuenta con la liga de juveniles (de 12 a 16 años), son cuatro equipos que juegan de manera preliminar a la Primera del femenino. Y, ahora, están discutiendo la manera de organizarse para poder incorporar también a las infantiles.
“El año pasado implementamos el proyecto y comenzamos jugando los domingos, todos los equipos en una misma cancha, los árbitros los designa la liga. Se juega sí o sí porque el femenino pertenece al fútbol de todos los clubes”, contó a La Mala Alma Morales, integrante de la Comisión Directiva de Gualeguay Central y una de las impulsoras del proyecto.
“En principio fue difícil la incorporación porque los clubes no querían gastar dinero en la disciplina, pero hubo un entendimiento sobre lo importante y necesario que era apostar al fútbol femenino, ya que el avance era inminente. Eso permitió que las niñas y las mujeres de la ciudad puedan jugar al fútbol de manera oficial”, valoró Morales.
Pero, si ponemos la lupa en otra de las ciudades vecinas, la actualidad gualeya podría ser la excepción a la regla. En Concepción del Uruguay el fútbol femenino está oficializado hace más de quince años, pero las condiciones de las canchas y de los árbitros se asemejan a las de Gualeguaychú, o son aún peores, ya que hay canchas que son de uso exclusivo del fútbol masculino, aunque el femenino sea representante de la liga a nivel provincial y nacional. Y es ahí, cuando parece que a veces, el compromiso, el trabajo y los logros no alcanzan al momento de igualar condiciones.
NIVELAR LA CANCHA
“El futuro del fútbol es femenino”, expresó Joseph Blatter, presidente de FIFA, luego de la finalización del Mundial de Fútbol Femenino 2023. Sin embargo, estamos en un momento en que las jugadoras no sólo se ven exigidas a demostrar ser merecedoras de sus derechos como trabajadoras, sino también a probarle a los clubes que son redituables, en situaciones que la mayoría de las veces son adversas.
“La moral masculina del aguante adquiere características propias y se resignifica en el fútbol femenino en el acto de “poner el cuerpo” ante condiciones adversas de la práctica y también en formas de militancias que resisten, defienden lo conquistado y disputan terreno”, destaca la salteña Mariana Ibarra, investigadora del Conicet, dándole en el punto exacto al proceso en que se encuentra nuestro fútbol femenino.
Hoy, la pasión futbolera se multiplica tanto como los récords exhibidos en el último mundial: en cantidad de hinchas, en cantidad de entradas, en cantidad de jugadoras. Por eso, ahora que somos más que antes, ahora que las cámaras nos están enfocando, hagamos lo que tengamos que hacer para que eso de nivelar la cancha, más que un eslogan, sea una realidad.