DISCULPE LAS MOLESTIAS, NOS PRENDEMOS FUEGO

FUEGO EN CÓRDOBA

DISCULPE LAS MOLESTIAS, NOS PRENDEMOS FUEGO

Córdoba al rojo vivo: más de una semana de fuego y 60.000 hectáreas quemadas. ¿Cuáles son las causas y los efectos de los incendios? Natalia Gaitán (brigadista), Víctor Valente (periodista) y Mauro García Rodríguez (activista) ayudan a ponerle voz a este desastre ambiental.

Texto: Isidro Alazard

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Ilustración: Diego Abu Arab

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Más de 900 kilómetros separan a Gualeguaychú de Chancaní, uno de los focos más vivos del fuego en Córdoba (además de Villa Berna, Punilla, Capilla del Monte, entre otras zonas implicadas). Es difícil comprender la dimensión del incendio: 60.000 hectáreas quemadas. Es decir, el ejido de nuestra ciudad no cubre ni siquiera el 50% de esa superficie (la Reserva Natural Las Piedras, por ejemplo, tiene sólo 302 hectáreas).

“Luchar contra el fuego, desde nuestro lugar, implica una gran organización, entrega, logística y dedicación constante, ya que de todo lo que implica salir al fuego nos hacemos cargo nosotros. Implica entrenamiento, formación, producción, recaudar fondos, reunirse ,conseguir y gestionar nuestro equipamiento y herramientas para trabajar, su cuidado y reparación, etcétera. También es importante cuidar la salud mental y física, porque salir al combate no es algo tan sencillo”. Así comienza el relato de Natalia Gaitán, quien es brigadista en los incendios.

LOS MOTIVOS DEL FUEGO

Víctor Valente, director de la revista territorial La Unión Regional de Sierras Chicas y conductor de Te Quiero Verde, programa de periodismo ambiental de la FM de la UNC, nominado a un Martín Fierro Federal, nos comenta que las causas de los incendios muy poco tienen que ver con motivos naturales: “En el 98% de los casos, son ocasionados por el ser humano con algún tipo de intencionalidad, o en algunos casos con algún tipo de desaprensividad, por ignorancia, como sucedía años atrás que los gauchos o los baquianos que encendían las lomas para renovar las pasturas, pero eso no sucede más. Sólo en el 2% restante, los incendios ocurren por cuestiones naturales, como un rayo en una temporada de sequía, e inmediatamente desaparece la tormenta, cosa que es difícil que suceda”.

“Los incendios son causados en su gran mayoría por personas”, dice Natalia Gaitán. “Muy rara vez ocurren por razones naturales. Pueden ser causados por negligencia, por ejemplo, alguien que quema una poda y se le va el fuego, o alguien que tira una colilla. Pero, principalmente, es con intención específica de quemar terrenos enteros y más. En este momento del año, las condiciones ambientales (temperatura, baja humedad y vientos) y el estado de la vegetación seca favorecen al desarrollo de incendios forestales. El riesgo de incendio es extremo. Lamentablemente, suele pasar que los conflictos territoriales o vecinales se resuelven quemando campos, o también por intereses agropecuarios o de urbanización. Hay muchos ejemplos de territorios que luego de haber sido quemados se convirtieron en otro uso de suelo”, expresa la brigadista.

Desde Gualeguaychú, Mauro García Rodríguez aporta su visión como activista ambiental: “Estos incendios son síntomas de una enfermedad más profunda: la desconexión con la naturaleza, el desprecio por lo que consideramos ‘natural’, en pos de un modelo de desarrollo que privilegia la ganancia rápida sobre la preservación de la vida. Se habla mucho de sequía, pero poco de la responsabilidad humana y política detrás de estas catástrofes. Es cierto que la sequía contribuye a la propagación de incendios, pero sería ingenuo pensar que es la única causa. Detrás de ellos, muchas veces, se esconde la falta de conciencia ambiental, la avaricia de quienes ven a la tierra como un recurso explotable, y la especulación inmobiliaria”.

LOS EFECTOS DE LOS INCENDIOS

“Los incendios de bosque nativo destruyen toda forma de vida, flora y fauna, –cuenta Natalia–, se pierden ecosistemas enteros, árboles muy añejos, familias de animales. Se pierde capacidad de retención de agua en el suelo, las inundaciones pasan a ser más frecuentes y las aguas se contaminan con ceniza y sedimento”.

“La pérdida de la biodiversidad es muy grande, estamos hablando de más de 60.000 hectáreas ya quemadas (es un dato que podemos chequear a través de las imágenes satelitales de la CONAE). No sólo afecta a la flora y la fauna, sino que son décadas de la imposibilidad de que el monte se recupere como debería hacerlo”, alerta el periodista Valente. Y sigue: “En la reserva de Chancaní, por ejemplo, se han quemado especies que tienen 400 años, los quebrachos y algarrobos más longevos de Argentina. Todo eso que se pierde afecta también las cuencas hídricas. En Córdoba, por ser una provincia seca, y ante la ausencia de precipitaciones importantes desde hace siete meses, el incendio también hace que haya menos agua. Y la poca que hay, es de cada vez menor calidad”.

HAY DOS DETENIDOS, PERO, ¿HAY DOS CULPABLES?

-Víctor, se habla de que dos personas iniciaron el fuego intencionalmente ¿por qué podrían haber tomado esa decisión?

-Para los periodistas territoriales o comunicadores ambientales que estamos trabajando en los territorios, esas dos personas son como “perejiles”, porque es muy llamativo que alguien de a caballo, con un bidón de combustible, ande monte adentro y sea capturado con tanta facilidad, ¿no? Es, mínimamente, llamativo. En Córdoba sentimos que quienes iniciaron los incendios nunca van a ser encontrados, y más importante sería encontrar a quiénes los mandan a iniciar el fuego, y con qué intereses.

“No estamos hablando de actos de locura –dice Mauro García–, los incendiarios no son individuos fuera del sistema, son productos del modelo de ‘ganar o ganar’, en el que todo tiene que ser explotable para generar beneficio. Bajo esta lógica, quienes ven a los animales y los territorios como meros recursos consideran que no explotarlos es un desperdicio. Una montaña conservada, un bosque intacto, es visto como un pasivo económico, algo que no genera ganancia. Para este modelo, si la naturaleza no se convierte en mercancía, no tiene valor”.

“Los incendios no son accidentes aislados ni actos irracionales, son el resultado de una cosmovisión que prioriza la acumulación de capital sobre la vida. La especulación inmobiliaria y la expansión agroindustrial destruyen ecosistemas con el único fin de hacer rentable lo que, de otro modo, sería protegido. Este modelo es incendiario en sí mismo, ya que pone en riesgo no solo a los animales y las plantas, sino también a la estabilidad de nuestros propios ecosistemas y, en última instancia, a nuestra supervivencia como especie”.

«Los incendios no son accidentes aislados ni actos irracionales, son el resultado de una cosmovisión que prioriza la acumulación de capital sobre la vida»

¿EXISTE UNA SALIDA?

-¿Cómo se podría solucionar, Natalia?¿Es posible?

-La mejor solución a esta problemática es la prevención. Es necesaria una legislación que se cumpla, como la Ley de Bosques, pero principalmente es necesario que el Estado destine recursos para la ejecución de cortafuegos, de silvicultura controlada, de puestos vigías constantes, etcétera. El gobierno actual eliminó recursos que estaban destinados para el plan de manejo del suelo y es negacionista del cambio climático, así que mucha intención de cuidar los ambientes naturales, evidentemente, no tiene. También dice que los bomberos están bien equipados, que no les hace falta nada más de lo que tienen, pero eso no es cierto, están en constante acción para conseguir ingresos que les permitan mejorar su equipamiento. Por otro lado, gran parte del problema tiene que ver con el paradigma con el que trabaja el sistema de manejo del fuego. El orden de prioridades, para ellos, es: primero las vidas humanas, luego las propiedades privadas y por último los ecosistemas naturales. Eso hace que en muchas ocasiones haya una respuesta insuficiente cuando el bosque se quema. Tampoco se suelen hacer guardias de ceniza. Todo eso implica que el fuego avance o reinicie si nadie está observando lo que en teoría ‘ya está apagado’.

«El gobierno actual eliminó recursos que estaban destinados para el plan de manejo del suelo y es negacionista del cambio climático, así que mucha intención de cuidar los ambientes naturales, evidentemente, no tiene»

Por su parte, Víctor nos contextualiza un poco más sobre la situación histórica: “Las soluciones a esta altura deberían estar dadas, porque este incendio es el segundo en importancia en Córdoba, después del de 2009. En ese momento se hicieron leyes. La famosa Ley de Bosques, por ejemplo, que demarcó con colores las diferentes zonas: en la verde se puede construir, en la amarilla se debe discutir qué se puede hacer, y en las zonas rojas no se puede hacer absolutamente nada. Los Estados (provincial y nacional) deberían poner más equipamiento, más recursos. En el caso de Córdoba también se deberían recuperar algunas ideas del viejo plan del manejo del fuego, que establecía la posibilidad de colocar puntos vigía en las montañas altas para prevenir incendios. De esa manera se podía observar el inicio de un foco y apagarlo a tiempo. Eso se levantó y mucho tuvo que ver el actual Gobierno Nacional al levantar programas y recursos”.

En esta línea, continúa: “El verano que viene será bravo: los efectos del cambio climático, la sequía y la crisis hídrica en Córdoba son una realidad, y con estos incendios se agrava absolutamente todo. Sabemos que todos los sedimentos de los incendios van a caer en las cuencas, por lo tanto, se van a ver contaminadas. Córdoba tiene serios problemas ambientales a partir del mega negocio ganadero, del mega negocio agricultor, del mega negocio minero y del mega negocio inmobiliario. Desde la sociedad rural, el actual presidente insta a que se cambien los colores de la Ley de Bosques para avanzar con los negocios. Esto que sucede en Córdoba también se replica en otros lugares del país, solo que acá se agrava por la sequía, característica de la provincia”.

«Córdoba tiene serios problemas ambientales a partir del mega negocio ganadero, del mega negocio agricultor, del mega negocio minero y del mega negocio inmobiliario«

LA MIRADA ATROPOCENTRICA, PARTE DEL PROBLEMA

-Mauro, como psicólogo y activista, ¿cuál crees que es el problema?

-Cuando lxs activistas ambientales y por los animales escuchamos a los medios tradicionales que cubren los incendios, decir que «no hubo víctimas fatales», nos destroza, ¿A quiénes consideran víctimas? Sigue pensándose de forma profundamente especista. Esta visión antropocéntrica es parte del problema, esa que ignora a los miles de animales no humanos, cuyas vidas valen cero, que mueren en estos desastres, atrapados por las llamas sin posibilidad de escapar. Los incendios no solo matan animales, sino que arrasan con hábitats enteros, dejando la flora devastada y el suelo erosionado, lo que afecta la biodiversidad en sí misma. Algo que encubren y suavizan detrás del mito cruel de que ‘el incendio es natural y regenerativo’.

-¿Qué se puede hacer?

– Una solución real supone pasar de una mentalidad extractivista, que ve la naturaleza como un recurso para explotar, a una que la perciba como un sistema que necesita ser protegido y cuidado. Esa transición seguramente deberá incluir una combinación de educación ambiental (desde una perspectiva ética, fomentando el respeto por todos los seres vivos y generando un cambio cultural), políticas públicas, participación comunitaria (es fundamental que las comunidades locales y los gobiernos adopten un rol activo como custodios de los territorios), mecanismos de monitoreo y enfoques regenerativos. La falta de un compromiso sólido por parte de los gobiernos, la negación del cambio climático, el desfinanciamiento y la aplicación deficiente de leyes como la Ley de Fuegos (que busca prohibir el uso de terrenos incendiados para fines comerciales o productivos durante un determinado tiempo) contribuyen a agravar la crisis ambiental en Córdoba y otras regiones del país. La solución requiere una mayor presencia del Estado, con políticas que prioricen la sostenibilidad y la protección de los ecosistemas a largo plazo. Ante los recurrentes incendios forestales en Córdoba, la no declaratoria de emergencia ambiental refleja la falta de prioridad que los gobiernos otorgan a la crisis climática. Declarar la emergencia no solo implica reconocer el problema, sino también movilizar recursos para mitigar los impactos y prevenir desastres futuros.

LOS QUE DEJAN LA VIDA

Para cerrar, y en modo de agradecimiento a quienes (de verdad) luchan contra la destrucción, me gustaría retomar las palabras de Víctor: “Hay que poner en valor todo el trabajo que hicieron los bomberos y las brigadas forestales, incluso bancándose las fake news de todo tipo y muchas agresiones de gente, en algún punto entendiblemente enojada, porque se les incendió la casa, perdieron sus animales, sus cosechas. Pero se la agarraban con los brigadistas y bomberos, una cosa increíble. Es muy difícil entrar al monte, con lenguas de fuego de más de diez metros. Lo primero que hay que hacer es apoyar, acompañar, empatizar. Por eso hay que destacar y reconocer la labor de muchísima gente que le estuvo poniendo el alma y la vida al combate contra las llamas”.


captura de pantalla

Fire in Paradise (2019, D. Cooper – Z. Canepari)

A través de testimonios, este documental explora causas y consecuencias del devastador incendio de Camp Fire, California, que literalmente redujo un pueblo entero a cenizas.

llamas del despojo (2022, Ojo de Treile)

Busca visibilizar cómo las empresas forestales han utilizado históricamente el fuego para quemar el bosque nativo, además de cómo los monocultivos propician las condiciones para generar incendios forestales.

Only the brave (2017, Joseph Kosinski)

Basada en hechos reales: el 28 de junio de 2013, un rayo provocaba el comienzo de un incendio en Yarnell, Arizona. La peli sigue al equipo de bomberos de élite luchando contra el devastador incendio.