¿DE QUÉ SE RÍE MAYANS?: EL ABISMO ENTRE LA POLÍTICA Y LA CALLE

DE CASTAS, SHOW Y REPRESIÓN

¿DE QUÉ SE RÍE MAYANS?: EL ABISMO ENTRE LA POLÍTICA Y LA CALLE

El análisis del discurso del senador peronista por Formosa y jefe de su bloque en la Cámara Alta es una muestra de la crisis de la política, de la distancia que existe entre su discurso y el del tipo de a pie, y de la incapacidad de gestionar la derrota de buena parte de la dirigencia que ahora los libertarios llaman “tradicional”.

Texto: Luciano Peralta

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Ilustración: Diego Abu Arab

Tenía 16 años cuando, en la Argentina del 2001, el presidente (por unos días) Adolfo Rodríguez Saá daba ese histórico discurso en el que anunciaba el no pago de la deuda con el FMI. Recuerdo lo que me generó: era como una luz de esperanza en medio de una realidad en la que se respiraba angustia (como hoy).

Obviamente que a los diez minutos al puntano se le impuso la realidad, los propios le soltaron la mano y a sus palabras se las llevó el viento (que las habrá amontonado en algún rincón con otras tantas frases épicas que han cobrado vida en el Congreso de la Nación).

Era mi primera frustración. Qué cagada, tan power que parecía el Adolfo. Una lástima.

Después me hice grande y decidí trabajar con los discursos sociales -dentro de los cuales, los políticos suelen entusiasmarme puntualmente-. Y, de vez en cuando, me dedico a analizarlos.

¿DE QUÉ MIERDA SE RÍE MAYANS?

El miércoles llegué tarde a casa, antes de las once de la noche. Como no había visto casi nada del debate por la Ley Bases en Senadores,me dispuse a ver en qué andaban. Antes de Mayans, escuché a cuatro legisladores, dos de cada lado, defender más o menos convincentemente su posición (salvo excepciones en LLA, nadie parece estar convencido de nada). Más de lo mismo.

Hasta que llegó el momento del cierre de Unión por la Patria, del que estuvo a cargo el presidente del interbloque, el formoseño José Mayans, quien se encargó -sin proponérselo, lógico- de dejar bien clara la distancia que existe entre buena parte de la clase política, de la que es un fiel exponente (desde el 2001 es senador nacional, antes fue diputado provincia, también por más de 20 años)y lo que los tiempos y la sociedad demandan de la política.

Ya son más de las onceymedia y, como la enorme mayoría de los adultos de este país, llego cansado a esta hora. Y lo veo y lo escucho a Mayans, y no puedo pensar en otra cosa: es la cara de la derrota. No del peronismo, o no sólo del peronismo: la derrota de un discurso, de una forma, de un estilo. Él no lo sabe, pero Mayans, lo que representa su discurso,puede ser una gran herramienta para entender un poco más la crisis de la política (que, entre otras cosas, habilitó el arribo de un presidente anarco-libertario).

¿De qué mierda se ríe Mayans? Esa fue mi sensación: ¿de qué se ríe este tipo? ¿Por qué su discurso es más parecido al de un charlatán de despensa que al del jefe del bloque opositor más importante?

Desordenado. Ramplón. Poco profundo. Podrían ser, tranquilamente, cualidades de algún discurso cualquiera del presidente de la Nación. Pero no, ahora es Mayans el que elije ver la realidad con las anteojeras que más le convienen. Entonces, relaciona el neoliberalismo económico con casi todas las dictaduras del siglo pasado (Aramburu, Onganía, Videla) y con Macri, pero omite a Carlos Saúl Menem, ícono de la fiesta de los noventa. Hacerlo implicaría asumirse como parte del fracaso y eso la lógica política no lo permite. Mayans ocupa cargos públicos hace 40 años, antes, durante y después del menemismo. Más casta, imposible.

Aunque parte del peronismo se enoje y argumente esto y aquello, Mayans es una clara muestra de la crisis peronista actual.

¿De qué se ríe?, sigo pensando. Porque si estuviese acongojado por la represión de los suyos, en la puerta del Congreso, estaría de otro humor. Porque si realmente estaría convencido que se nos va la patria, la soberanía y la vida toda en esta ley, no se pondría el traje de standapero parlanchín que genera carcajadas entre los suyos mientras afuera esa patria se prende fuego.

TERMINATOR I, II Y III

Su discurso empieza relacionando la fecha -12 de junio- con el aniversario del general Juan José Valle (asesinado por la Fusiladora del 55) y tendiendo algunas líneas de relación entre ese gobierno defacto y el actual. Hasta ahí, un discurso más.

Pero a los dos minutos aparece la primera muestra de la incapacidad opositora de autocrítica y de asumir responsabilidades: “Milei es resultado de las redes sociales”, asegura Mayans y habla de como se puede manipular a todo un pueblo a través de las mismas. Todo un síntoma: buena parte de la sociedad piensa que Milei es producto de un pueblo que no sabe votar, de un pueblo bobo al que le vendieron espejitos de colores, como si la actualidad no fuese resultado de una mala gestión que no hizo más que profundizar la mala gestión anterior.

“Acá hay gente que fue cómplice del gobierno de Macri, pero esa parte se la olvidan”, dice el formoseño, y levanta el índice escrutador. Apelando a la memoria selectiva que no hace más que evidenciar su misma lógica argumentativa: ellos se olvidan de Macri porque no les conviene, y eso es malo; yo me olvido de Menem, porque no me conviene, y eso es bueno. Es un espejo, la crisis es sistémica.

El discurso, que duró casi 45 minutos, va y viene por casi todos los temas de agenda. Va y viene entre dictaduras, empleo, Macri, Alberto y Milei. En el medio, el senador dispone de argumentos y cuestionamientos más que válidos contra lo realizado por el gobierno nacional, como el recorte a la educación, la política de subsidios, la paralización de la obra pública y la coparticipación federal, entre otros temas. También habla del “gran problema de la Argentina”: el brutal endeudamiento que dejó el gobierno de MM. Pero la culpa siempre es de ellos.

Hasta ahí, sigue, políticamente aceptable.

Pero, a la media hora de discurso, el formoseño empezó a derrapar al ensayar una poco feliz analogía entre Terminator, el clásico del cine protagonizado por Arnold Schwarzenegger, y la figura de Milei.

“Dice que es Terminator, díganle que Terminator termina con la cabeza aplastada (la senadora de al lado se ríe y suma: “no la entendió”). No la entendió… Sarah Connor le hace así (hace seña de puñal en el pecho) y quedó ahí Terminator”. La escena da pena, tanto como las risas que despierta y que se hoyen perfectamente en la trasmisión oficial. Afuera hay gases, balas de goma, palos, fuego y decenas de heridos. Adentro, la farsa.

“El segundo Terminator termina rerretido (sic): cuéntenle como terminó el segundo Terminator”, sigue Mayans, notablemente envalentonado por el festejo de sus pares, tan distantes de la realidad como él. Y sigue: “y el tercer Terminator, que es la modelo avanzada, que esla mujer, que no sé si es Karina o quién”, dice y las palabras se le entrecortan por su propia risa. Y, el mismo tipo que unos minutos antes había aclarado “acá estamos discutiendo algo muy serio”, remata su patético show de stand ap: “terminan matándose entre los dos (…) hasta Schwarzenegger terminó mal, lo echó la señora de la casa, ¡un desastre los Terminator!”.

Afuera continúan los gases, las balas de goma, los palos, el fuego y las decenas de heridos. Adentro, la farsa está por terminar.