LA VIDA DE UN PROCER DE LA INDEPENDENCIA

CUANDO EL ALMIRANTE BROWN DESEMBARCÓ EN GUALEGUAYCHÚ

No tiene el reconocimiento de otros grandes, como San Martín y Belgrano, pero, sin lugar a dudas, el almirante Guillermo Brow fue uno de los próceres patrios más importantes del proceso revolucionario. En lo que sigue, el profesor Ignacio Journé se detiene en el trazo grueso y en detalles poco conocidos de la historia del almirante irlandés.

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Vamos a hablar de uno de nuestros próceres más importantes: Guillermo Brown. Su nombre es muy resonante, con él se han bautizado ciudades, clubes y escuelas, pero su historia de vida, signada por el drama y el heroísmo, es generalmente desconocida.

Hablamos de uno de esos grandes hombres y mujeres que, junto a San Martín, Belgrano, Güemes, Juana Azurduy, forjaron la independencia. El objetivo de esta columna es acercarnos a Brown y a su saga, que lo llevó en algún momento allá por febrero de 1827 a las costas de nuestra ciudad.

BREVE BIOGRAFÍA

Guillermo Brown nació en Foxford, Irlanda, el 22 de junio de 1777, en el seno de una familia humilde y católica. A los 14 años se trasladó con su padre a los Estados Unidos, inicialmente a Filadelfia. Al año el joven Guillermo Brown quedó huérfano, cuando su padre murió de fiebre amarilla, y en esa situación se embarcó como grumete en un barco norteamericano.

Durante diez años navegó por las aguas del Océano Atlántico y esa experiencia le permitió conocer la náutica. En 1796 ya era capitán cuando fue apresado por un buque inglés, que a su vez fue tomado luego por un navío francés. Allí fue Brown, como prisionero, a Francia, de dónde al tiempo logró fugarse.

Guillermo Brown adquirió pericia en la navegación y en el comercio, ocupaciones a las que se dedicó toda su vida, salvo en los tiempos en los que, como veremos, asumió responsabilidades militares.

En 1809 se casó con Elizabeth Chitty, en Inglaterra, la mujer con la que compartió su vida. Y a fines de ese año llega al Río de la Plata para dedicarse al comercio y arriba a Buenos Aires el 18 de abril de 1810, en el marco de gestiones comerciales. Estamos hablando de un mes antes de la que sería conocida como la Revolución de Mayo, hecho histórico de cuyo inicio fue testigo, pero no protagonista. Al menos, todavía. 

 “Brown no tenía formación militar, pero sí una vastísima experiencia y habilidades excepcionales”

Como es sabido, la Revolución pasó por distintas etapas iniciales con la alternancia de triunviratos que reflejaban las tensiones entre los distintos sectores internos, a la vez que se luchaba por fortalecer y extender el proceso revolucionario. En marzo de 1812 llega San Martín a Buenos Aires para sumarse y consolidar los ejércitos que se veían acechados por las fuerzas realistas. 

En 1814 el director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Posadas, le encargó a Guillermo Brown la organización de la escuadra de Buenos Aires, claramente por ser quien más conocía de navegación. Y aquí otra aclaración importante: Brown no tenía formación militar, pero sí una vastísima experiencia y habilidades excepcionales. Este aceptó y rápidamente puso manos a la obra para armar la escuadra que, al poco tiempo, el 11 de marzo de aquel año, tuvo su bautismo en el combate naval de la Isla Martín García, en el que enfrentó a las fuerzas realistas.

Combate del Buceo, en Montevideo, donde las fuerzas patriotas obtuvieron un triunfo que resultó crucial para la Revolución

El conflicto continuó y el 14 de abril zarpó hacia Montevideo, donde, el 17 de mayo, tendría lugar el combate del Buceo, en el que las fuerzas patriotas obtuvieron un triunfo fundamental en la consolidación de la Revolución. El propio San Martín definió esa victoria de Brown como «lo más importante hecho por la revolución americana hasta el momento».

Luego de esos primeros combates, Brown obtuvo la fragata “Hércules” como pago por sus servicios durante la campaña de Martín García y Montevideo, y con esta emprendió una campaña de corso por aguas de Chile, Perú, Ecuador y Colombia, desde fines de 1815 hasta mediados de 1816. Llevó las ideas de libertad de la Revolución de Mayo y cuando regresó a su hogar volvió a su actividad comercial.

GUERRA CON BRASIL, VUELVE BROWN

En diciembre de 1825 se inicia la Guerra con el Imperio del Brasil y Brown es nuevamente convocado por el gobierno nacional para reorganizar y comandar la flota patriota. Recordemos muy brevemente el contexto: desde 1817 el Imperio Luso Brasileño ocupó la Banda Oriental, que era parte del territorio de las Provincia Unidas del Río de la Plata, y la nombró como Provincia Cisplatina.

Don Gervasio Artigas nunca dejó de resistir y combatir la ocupación, pero luego de la Batalla de Cepeda de 1820, el famoso Tratado del Pilar entre Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, y el consecuente enfrentamiento y derrota ante Ramírez, debió exiliarse en Paraguay y nunca más pudo regresar a su patria. Ello supuso un debilitamiento de la capacidad de resistencia y organización patriota en el territorio de la Banda Oriental, pero no su dilución total.

La voluntad de recuperar la Banda Oriental cobró impulso hacia 1823, cuando desde las costas de Buenos Aires comenzó a tramarse la reconquista. Juan Antonio Lavalleja, Manuel Oribe y otros dirigentes orientales estaban en Buenos Aires y, con la activa colaboración hombres locales, entre ellos Juan Manuel de Rosas, organizaron lo que se conocería luego como la expedición de los 33 orientales, en abril de 1825.

En ese marco, a fines de ese año el Imperio del Brasil le declaró la guerra a las Provincias Unidas del Río de la Plata y una escuadra imperial bloqueó Buenos Aires. Ante esta situación, el gobierno llamó a Guillermo Brown y le confirió el grado de Coronel Mayor. Brown organizó la escuadra rápidamente e incorporó nuevas naves. Las primeras acciones contra la flota brasileña tuvieron lugar en febrero de 1826.

Son varias las batallas, pero se destacan sin dudas el combate de los Pozos, en 11 de junio de 1826; el combate de Quilmes, del 30 de julio de 1826, y el de Juncal, el 9 de febrero de 1827. En todos estos conflictos, y aún en inferioridad de fuerzas, venció la flota nacional. La destreza e inteligencia de Brown para comandar fueron determinantes y generaron admiración y reconocimiento popular. 

LOS BRASILEÑOS SE RINDEN EN GUALEGUAYCHÚ

La batalla de Juncal tuvo su desenlace final en Gualeguaychú, más exactamente en el puerto de la ciudad. Las goletas brasileñas “9 de enero”, “7 de septiembre” y “12 de octubre”, y las lanchas cañoneras “Paranaguá” y “Canamá”, que integraban la Tercera División Naval Imperial, habían logrado escapar de Juncal y, en esa huida, ingresaron primero al río Uruguay y luego al Gualeguaychú.

“El almirante Brown fondeó en la boca del río Gualeguaychú y lo remontó con cuatro embarcaciones hasta llegar al puerto local. Allí exigió la entrega de las naves y los prisioneros”

Tras ellas venía la flota patriota comandada por Brown. Y fue aquí, en el puerto de nuestra ciudad que las fueras brasileñas decidieron rendirse y presentaron su capitulación ante la Comisión de Guerra de Entre Ríos, integrada por Mariano Vera, Mariano Calvento, Facundo Nadal, Jacinto Martínez y José María Vázquez. Se trataba de una tripulación de 352 personas, con víveres y municiones.

Enterado de esto, el almirante Brown fondeó en la boca del río Gualeguaychú y lo remontó con cuatro embarcaciones hasta llegar al puerto local. Allí exigió la entrega de las naves y los prisioneros, pero se encontró con la resistencia de las autoridades provinciales, que consideraban como propio el botín de guerra. El gran Almirante no retrocedió y amenazó con usar la fuerza de las armas si era necesario para llevarse las naves, porque la guerra contra Brasil continuaba y todo era importante para fortalecer a las fuerzas nacionales. Es así que, finalmente, Brown se fue de Gualeguaychú con las naves brasileñas y los pertrechos. 

Por su parte, Mateo García de Zúñiga, por entonces gobernador de Entre Ríos, protestó ante Rivadavia, pero sin suerte alguna. Mientras tanto, Brown continuaba combatiendo.

VENCE Y PERDONA AL SAQUEADOR GARIBALDI

Finalizada la guerra con Brasil en 1828 y tras ocupar el rol de gobernador delegado de Buenos Aires por escasos meses, Brown se retiró nuevamente a su vida y actividad privada. No tenía intención de tomar partido activo en el enfrentamiento que sobrevendría, entre unitarios y federales. Sin embargo, no podía abstraerse del todo, menos aún del llamado a defender la soberanía nacional de la cual él mismo había sido uno de sus más importantes forjadores.

En 1838, ya bajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas, Francia inició un bloque del puerto de Buenos Aires que duraría años y golpearía fuertemente la economía nacional. El almirante Brown, ya con 61 años y sin dudarlo, se puso a disposición para combatir.

Volvería al combate en 1841 al bloquear Montevideo, contra las fuerzas navales de Fructuoso Rivera, abierto enemigo del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. Pero su última gran victoria fue el 15 de agosto de 1842, cuando derrotó en Costa Brava a otro personaje histórico y tristemente célebre para nuestra ciudad, el italiano José Garibaldi. 

Este, siempre al servicio de las potencias que agredieron la soberanía nacional argentina, salvó su vida gracias a la clemencia del almirante Brown: “Garibaldi es un valiente. Dejen que se salve y que Dios lo ayude”, ordenó al dejarlo huir. Poco años después, en septiembre de 1845, el italiano saquería la ciudad de Gualeguaychú, en el marco de la ofensiva anglo francesa contra nuestra nación.

APUNTES SOBRE SU VIDA PERSONAL

Daguerrotipo de Guillermo Brown y su esposa Elizabeth Chitty, tomada en 1844

Algunos datos llamativos ilustran la vida del gran almirante Brown. Primero, uno trágico: El 27 de diciembre de 1827 su hija Elisa Brown murió ahogada en el río de la Plata y, según varios relatos, se habría tratado de un suicidio. Elisa se encontraba muy afectada por la muerte de su prometido y subordinado de su padre, el inglés Francisco Drummond, en la batalla de Monte Santiago (7 y 8 de abril de 1827). 

Cabe apuntar que Guillermo Brown ya había perdido dos hijos, uno recién nacido y otro de dos años. La muerte de su hija Elisa lo golpeó profundamente, ya que, según se conoce, eran muy apegados. 

Otro dato de interés: la primera fotografía conocida en Argentina es un daguerrotipo de nuestro almirante Guillermo Brown y su esposa Elizabeth Chitty, tomada alrededor del 29 de julio de 1844.

El 3 de marzo de 1857, Guillermo Brown, héroe nacional y prócer indiscutido, ejemplo de inteligencia y valentía, murió a sus 80 años.

* Lo expresado aquí sobre estos hechos surge de lo investigado por la historiadora Natividad Sarrot, que realizó aportes importantísimos a la historia local, en particular a través de Cuadernos de Gualeguaychú publicación periódica vigente entre 1992 y 2001. Sobre Brown en Gualeguaychú ver Cuadernos de Gualeguaychú Nº 46, “Barcos brasilero capitulan en Gualeguaychú” (21/08/1994).