DERECHOS LABORALES
Revalorizar el trabajo
En nuestra ciudad, más de 400 personas trabajan diariamente como repartidoras y repartidores urbanos, un rubro que se expandió fuertemente durante la pandemia. A nivel municipal y a nivel nacional se discute la formalización de una tarea por demás precarizada.
El trabajo de los repartidores urbanos/cadetes no es nuevo. Ni en la ciudad, ni en el país, ni en el resto del mundo. Sin embargo, ha sido una actividad que ha ido incrementándose con el paso del tiempo y que tuvo su auge durante la pandemia, en 2020.
Ser repartidora o repartidor urbano se convirtió en una actividad refugio en un contexto de creciente desocupación, pero ese trabajo requiere la imperiosa intervención del Estado. Este viernes ingresó en el Concejo Deliberante un proyecto de ordenanza trabajado conjuntamente con el sector, que tiene el objetivo de restablecer reglas claras y valorizar esta tarea, tanto de parte del Estado como de la sociedad toda.
Según el registro municipal, en Gualeguaychú son siete las agencias oficializadas.
Con ese norte, un grupo de agencieros comenzó a organizarse y a tener reuniones, tanto con la Dirección de Tránsito de la Municipalidad como con el Concejo Deliberante, para avanzar sobre una nueva legislación. Entre los puntos principales que se contemplan se destaca un seguro para quienes ejercen esta labor, para que tengan la cobertura mínima si sufren un accidente; y la inscripción en el monotributo social, para que tengan obra social y aporte jubilatorio, por un lado, y se establezcan reglas claras entre las agencias y los trabajadores, por otro.
CADETE VS. REPARTIDOR URBANO
Entre los agencieros que fueron parte de las reuniones con el Municipio se encuentran Nazareno y Lucas Marchesini, dueños de la agencia NazayTu, ubicada en la zona céntrica de la ciudad. Ambos comenzaron a trabajar en el rubro como repartidores urbanos, hoy son socios y llevan adelante su propia agencia con la intención de, entre otras cosas, “revalorizar a la persona que trabaja”.
Es que la labor del repartidor no sólo está desprotegida e informalizada, sino que además está infravalorada por la sociedad y muchas veces por los mismos trabajadores. “En principio, tenemos que revalorizar el rol de la persona que trabaja, nombrarlos como repartidores urbanos es clave para la identidad. Cuando tenemos identidad sabemos dónde estamos y qué nos pasa, tenemos un horizonte”, manifestó Lucas, que comenzó a trabajar en el rubro cuando estalló la pandemia, hace tres años.
Nazareno, en tanto, habló de “poner en valor el rubro a partir de la legislación”. Es que “durante mucho tiempo las personas venían a pedir trabajo como repartidores urbanos cuando ya no tenían otra oportunidad, esa desvalorización venía desde el inicio”.
En este sentido, no son menores las acepciones de la palabra cadete: el rango menor en la escala de jerarquías de una institución militarizada o el empleado primerizo de una empresa. Nombrarlos como corresponde es el primer paso para que, más allá de la formalización por parte del Estado, el resto de los trabajadores y la comunidad toda los visibilice como trabajadores formales en la prestación de un servicio.
“Durante mucho tiempo las personas venían a pedir trabajo como repartidores urbanos cuando ya no tenían otra oportunidad”
NAZARENO MARCHESINI.
ORDENAR LA TAREA
Luego de reunirse para organizarse, las y los agencieros -son siete las agencias registradas oficialmente en Gualeguaychú- decidieron llevar sus demandas al Estado local y fueron recibidos, primero, por el director de Tránsito, Oscar Navone, y luego por concejales de la ciudad.
Entre ese puñado de demandas, hay tres pilares fundamentales que tienen que ver con los derechos y las responsabilidades de la agencia, del repartidor urbano y del consumidor final.
“Hay que reglamentar, fundamentalmente, la figura del que está en el medio, que es el repartidor urbano, no sólo para otorgarle beneficios a la persona, sino para darle seguridades, tanto al agenciero como a quien contrata o recibe el servicio”, manifestó Lucas, en la misma línea que, días atrás, el ministro de Economía y candidato presidencial, Sergio Massa, instó a que los trabajadores del sector tengan acceso a la ART, cobertura de obra social y derecho a la jubilación. El problema trasciende largamente los límites locales.
En la Caja Municipal de Jubilaciones, días pasados las y los trabajadores se capacitaron en el monotributo social.
Según datos de la Cartera económica, en 2023 más de 200.000 trabajadores prestaron servicios al menos una vez a través de las plataformas con las que trabajan los repartidores urbanos. Lo que representa alrededor del 10% del volumen de los monotributistas del país y el 1,8% de las personas ocupadas. A su vez, en 2022, las plataformas generaron ingresos por un total de $67.500 millones en Argentina.
Para Lucas y Nazareno Marchesini estas medidas y regulaciones no sólo van a permitir que la labor del repartidor urbano deje de ser la última opción que elijan las personas a la hora de tener que salir a ganarse el mango, sino que, además, tendrán un fuerte impacto simbólico.
“Tiene que ver con un todo, con decidir hacerse el monotributo social, dejar la informalidad, agarrar la moto y tomar la decisión de ser repartidor urbano. Hasta mencionarlo de esa manera ya cambia la realidad”, coincidieron.