ELECCIONES 2023
Un domingo que no fue solo un domingo
Luis Castillo, concejal de Gualeguaychú entre Todos, espacio que acompañó a Mauricio Davico, es el primer funcionario confirmado de la gestión que viene. Será director de Cultura. En sus palabras, algunas de las razones que ayudan a entender qué encuentra en el intendente de Pueblo Belgrano el electorado que lo depositó en Irigoyen 75.
Hubo elecciones este domingo último. Para algunos, un acto casi rutinario que viven hasta con cierto inocultable fastidio; para otros, un bálsamo de esperanza que llega cada cuatro años a invitarnos a reflexionar. A hacer memoria. Y después, tomar ese trozo de papel casi con un misticismo religioso para depositarlo junto con nuestros sueños en una urna ayer de madera y hoy de cartón. Cambia, todo cambia, diría la Negra Sosa entonando ese himno que Violeta Parra nos hizo tararear cuando éramos –los de mi generación− jóvenes que atravesábamos dictadura tras dictadura casi ininterrumpidamente y, en ese entonces, un acto eleccionario era verdaderamente un acto revolucionario.
Pasaron 40 años desde que, con las heridas aún abiertas tras el último y sangriento golpe de Estado, comenzamos a transitar este camino de poder elegir a quienes consideramos más capacitados para conducir los destinos del país, de la provincia, de nuestro pago chico.
Un domingo de hace 40 años, en Gualeguaychú, la Unión Cívica Radical ganaba el municipio como casi en toda la Argentina detrás de ese líder inconmensurable que fue Raúl Alfonsín. Cuatro años más tarde, la voluntad popular erigía como presidente municipal a un representante del peronismo. Y continuó durante 36 años el gobierno municipal conducido por ese partido.
“Y el premio mayor para ellos –bajo mi mirada− fue que, tras finalizar sus mandatos, todos y cada uno volvió a ser un vecino más entre tantos vecinos”
Cada presidente municipal gobernó con su impronta propia, con aciertos y errores lógicos y esperables en cualquier gestión. Y el premio mayor para ellos –bajo mi mirada− fue que, tras finalizar sus mandatos, todos y cada uno volvió a ser un vecino más entre tantos vecinos. Jamás se conoció una agresión, un insulto o una falta de respeto hacia ninguno de ellos. No es poca cosa.
Este domingo, 40 años después de aquel domingo, los vecinos eligieron cambiar de signo político y optaron por romper la tradición de continuar con otro gobierno peronista. El responsable de ese cambio tiene nombre, apellido y, como no puede faltar en un pueblo que se precie de tal, un cariñoso apodo que suele tener más fuerza semántica que el nombre mismo: Palito. Mauricio ″Palito″ Davico.
″Palito″ nació en Gualeguaychú y pasó su infancia jugando a la pelota en la zona del puerto, en una época en la que los gurises eran los dueños de las calles a la hora de siesta y las improvisadas canchas se armaban en donde hubiera un espacio abierto; cualquier pulóver o remera era un arco que se defendía con el honor y las rodillas raspadas hasta sangrar.
″Palito″ soñaba en aquel entonces con llegar a las grandes ligas de fútbol, no podía imaginar que el destino le tenía preparado otros escenarios para destacarse. Primero, el de la música; después, el de las tribunas desde donde podía ver cómo la gente creía cada vez en mayor número en sus propuestas y se enamoraba de su visión de la política. Una visión tan increíblemente simple como la necesidad de actuar con honestidad, con convicción y todo esto sustentado sobre un liderazgo basado en la solidaridad, la búsqueda el bienestar común y la empatía.
Líder, el verdadero líder, no es aquel que sabe o cree saber todo de todo sino aquel que sabe escoger y rodearse de los mejores en cada área, en cada tema, en cada iniciativa. Capacidad y conocimiento, pero necesariamente acompañado de la ética y la honradez. De nada sirve, él lo sabe, escoger a quienes pueden ser idóneos, si carecen de la fuerza moral para no caer en la trampa de la soberbia que suele hacer titubear a ciertos espíritus débiles que, apenas se ven tocados por una cuota de poder, se olvidan de que están donde están para servir y no para ser servidos, adulados y mucho menos temidos.
La oposición celebró haber llegado a la intendencia después de 36 años ininterrumpidos de peronismo en Gualeguaychú
″Palito″ creció, aprendió, se rodeó siempre de quienes pudieron enseñarle aún más, ya que se reconoce como un eterno ávido aprendiz. Es alguien que sabe que nadie se salva solo. Ni una persona ni una comunidad. Todos necesitamos de todos y cada uno aporta lo que tiene, lo que sabe o lo que puede. Y con ese material, ″Palito″ trabaja incesantemente para que podamos estar mejor individualmente y como comunidad.
No son tiempos fáciles. Nunca lo fueron y mucho menos hoy, cuando estamos viviendo un quiebre generacional del cual no todos somos totalmente conscientes. Estamos en el siglo XXI, con todo lo bueno y lo malo que eso significa. Con un país en donde intentan convivir analfabetos tradicionales y analfabetos digitales. Donde hay acceso ilimitado a la información y estamos sin embargo cada vez más desinformados. Donde es más fácil transmitir conocimiento, pero también mentiras, difamaciones; y donde, fatalmente, la intimidad es tan poco respetada como los códigos y las normas de convivencia.
Tiempos difíciles sin duda. Y para ese tiempo que es hoy, Gualeguaychú eligió a un hombre que prioriza el diálogo y el sueño colectivo, que evita la discusión estéril y la univisión mesiánica; una persona que no tiene vergüenza de llorar cuando las emociones lo conmueven y tiene tantos abrazos para dar como los que hacen falta para poder recuperar la esperanza de convivir como sociedad.
“El verdadero líder no es aquel que sabe o cree saber todo de todo, sino aquel que sabe escoger y rodearse de los mejores en cada área, en cada tema, en cada iniciativa”
″Palito″ es una persona que, pese a las adversidades, no ha perdido su sonrisa de niño, quizás por eso no es extraño ver cómo los niños sonríen con solo verlo. Y por eso quieren acercarse a él, tocarlo, abrazarlo, jugar con él. Tomarse fotos y dedicarle canciones. Pedirles a sus mamás que los lleven a ver a ″Palito″. Esto es así, yo lo he visto y doy fe de ello. No me lo contaron.
Extraño fenómeno este político que viene a reivindicar, sin proponérselo, el rol del político en un tiempo en que casi todos descreen de los políticos. Extraño fenómeno este hombre que arrastra multitudes y entre una multitud reconoce a Juan, a María, a doña Paula, y distrae un memento su discurso para tirar un beso o saludar con la sonrisa.
En un tiempo marcado por urgencias, ″Palito″ comparte su tiempo con quien lo invite en un taller, en un galpón, en una casa, y escucha. Escucha y evalúa cómo dar respuestas a tantas urgencias. Pero es un hombre de fe y, como tal, confía en que realizar los sueños es posible. No es fácil ni sucede por arte de magia, pero es posible. Y transmite su confianza con la sencillez de las palabras que no precisan de estridencias.
Un domingo que no fue cualquier domingo, un pueblo eligió creer en alguien que, a su vez, cree que vale la pena soñar y luchar por esos sueños.