A través de una carta abierta, la Asociación Civil Primeras Madres Cuidadoras de Gualeguaychú, institución emblemática de la ciudad en el trabajo con infancias, dio a conocer la realidad con la que lidian todos los días. El desamparo, la falta de oportunidades y el avance del consumo de drogas hace estragos en los barrios del oeste.
Como lo hicimos en la nota titulada“Adicciones” (https://lamalarevista.com.ar/articulo/adicciones/), el objetivo de lo que sigue es visibilizar una realidad que a muchos les queda lejos y otros tantos siquiera se imaginan. Pero, lejos de ser un problema de un sector de la sociedad o un problema de clase, el narcotráfico, el consumo problemático y las adicciones son una problemática de salud pública, por demás nociva para la sociedad toda.
LA AUSENCIA ESTATAL
“Desde 1998 trabajamos en el barrio Eva Perón (348 viviendas) para generar espacios seguros para las infancias. Pasamos crisis, crecimos, peleamos y construimos. Hoy la realidad nos pasa por encima. Nunca vivimos una situación como la que ahora nos toca enfrentar, nunca. El consumo de drogas, su venta y todo lo que hace a ese sistema perverso de acumulación de dinero en base al sufrimiento de familias enteras, ha sobrepasado todos los límites. Es día a día, minuto a minuto, el avance de la problemática. Cada vez hay más gente ‘entrando y saliendo’ del barrio, cada vez es menor la edad en la que se accede al consumo, cada día que pasa las infancias y todo el barrio se ven vulnerados por esta dinámica de la crueldad, el desamparo y el abandono”, comienza, sin medias tintas, la carta abierta.
“Esta realidad se recrudece en las condiciones particulares del barrio, pero tenemos que decir que lejos está de ser un problema solo de los barrios periféricos. Este es un problema cuyas fuentes (de dinero, de personas y de deseos) vienen de toda la población, de toda la ciudad de Gualeguaychú: en los barrios se ve a la luz del día la cocina que en el resto de la ciudad no quiere ver. En los barrios se alza parte de la estructura de narcomenudeo que alimenta el consumo de toda una ciudad, sin distinción de clases. En los barrios se vende la resaca de la droga que se consume en el centro”, sostienen quienes son vecinas de lugar y testigos de lo que pasa, todos los días, a la luz del día.
“Por estas razones, poner el foco sólo en los barrios para abordar el consumo problemático y el narcotráfico es insuficiente, precario y parcial. De igual manera es deficiente llenar las cárceles de chicos y chicas ‘quemados’ por las drogas. Los barrios y sus poblaciones marginadas han sido y son el chivo expiatorio de una sociedad que no quiere ver y que no puede hacerse cargo de un problema estructural. Lo decimos bien claro: el vaciamiento y la ausencia estatal es cómplice directo del crecimiento de la droga en los barrios y en toda la ciudad”, denunciaron.
Asimismo, en esta línea, la carta firmada por Madres Cuidadoras continúa: “el consumo, la distribución y la venta entre la gurisada es inversamente proporcional a la falta de oportunidades concretas, de acceso a la salud, a la educación, a la vivienda y a un trabajo digno. Esto se recrudece con la realidad de precarización laboral, el encarecimiento de la alimentación y otras dinámicas de marginación, exclusión, discriminación y privatización de lo esencial en Gualeguaychú”.
“Una foto que se repite en todos los barrios”, fue la respuesta que la asociación que ahora da a conocer esta carta abierta recibió del Municipio de Gualeguaychú cuando presentaron los resultados del censo comunitario realizado en el barrio junto a otras organizaciones, alertando sobre el crecimiento del consumo y de los circuitos de compra/venta de droga. “De la maquinaria del narcotráfico regional y local, las poblaciones marginadas, los barrios, no llegan a ser ni siquiera la punta del iceberg y aun así son quienes fundamentalmente pagan las consecuencias”, expusieron.
“No puede ser que las mismas infancias que nosotras ayudamos a criar, a crecer y a alimentar, hoy estén vendiendo o consumiendo droga en la adolescencia”
“No es nuestra intención plantear el tema en términos de víctimas y victimarios, pero como Madres Cuidadoras que hace tres décadas acompañamos infancias en contextos vulnerables tenemos que decir: es momento de encontrar algún límite. No puede ser que las mismas infancias que nosotras ayudamos a criar, a crecer y a alimentar, hoy estén vendiendo o consumiendo droga en la adolescencia. En estos casi 30 años hemos visto como algunos de los gurises que miraban asombrados los juguetes y abrían los brazos para un abrazo, se fueron metiendo en esos círculos de plata fácil, droga y peligro. Cada vez son más y nosotras nos sentimos cómplices porque no tenemos recursos ni herramientas para intervenir con proyectos amplios de gestión social y seguridad sociocomunitaria”, expusieron las mujeres, graficando una triste realidad.
“¿Cómo creemos que se han constituido los famosos estados narcos? -continúa el documento- ¿Cómo pensamos que Rosario se convirtió en lo que hoy es con respecto al narcotráfico? El empoderamiento del narcotráfico a través de los órganos del poder es distinto en cada lugar, pero lo que es seguro es que en todos los casos fueron procesos con sus distintas escalas. Nada de lo que hoy pasa sucedió de un día para el otro, ni acá ni allá. Se fueron construyendo las condiciones necesarias en el tiempo y esto es lo que vemos en nuestra ciudad: el crecimiento del narcomenudeo, de las violencias a los cuerpos y de la complicidad (pasiva y/o activa) de los gobiernos”.
“La crisis que hoy transitamos pretende ser tapada con las redes sociales, pretenden confundir e improvisan un ‘acá no pasa nada’ que cada vez es más difícil de sostener. Es igual a lo que hacemos cuando viene la policía a allanar una casa en el barrio: meter a las infancias a las aulas. Pero el cruce entre personas que se entregan una bolsita, pibes tirados por la madrugada por la ‘cascarilla’ y ocultos prendiendo un encendedor son imágenes tan cotidianas que corremos el peligro de naturalizarlas”, lamentaron.
“Mientras algunos se debaten entre si hay inflación o no, o cuál es su número, si la pobreza bajó o subió, en los barrios la realidad es día a día más cruda, más cruel. Los gobiernos se pusieron en retirada. Su vaciamiento impactó directa e indirectamente en las posibilidades del accionar territorial de quienes venimos acompañando y conteniendo en los barrios. Los espacios vacantes (físicos y sociales) empezaron a ser ocupados por el crecimiento de las dinámicas de la droga y la violencia”, sostiene la carta abierta.
“Mirando para otro lado, criminalizando la pobreza, reduciendo posibilidades y deshabitando los territorios la situación sólo puede empeorar”
Sobre el final del documento que las Madres Cuidadoras hicieron circular se preguntan: “¿Cuál es el límite? ¿Hasta dónde se tiene que llegar para que se tomen medidas reales y significativas para regenerar esta situación? ¿Vamos a esperar a lamentarnos por lo que le ha pasado a nuestra querida Gualeguaychú o nos vamos a poner a la tarea colectiva de empezar a desandar esta situación? ¿Vamos a seguir buscando responsables, perdiendo tiempo y oportunidades?”.
“Son muchas las preguntas y las pocas respuestas que tenemos desde Madres Cuidadoras las damos a diario, con hechos, con las infancias, con la comunidad del barrio que cree en un futuro mejor, con un sin número de personas que nos ponen el hombro cuando ya no nos da más el cuerpo de tanto sostener. Aun entre la desesperación de familias enteras y de juventudes sin perspectiva, las infancias, entre todo ese caos, siguen tratando de jugar y siguen enseñándonos desde la esperanza de lo posible. Entre todo esto de algo estamos seguras, mirando para otro lado, criminalizando la pobreza, reduciendo posibilidades y deshabitando los territorios la situación sólo puede empeorar”, expresaron. Y cerraron: “Ojalá Gualeguaychú, vos, nosotras y toda la comunidad se pueda hacer cargo de un problema que genera colectivamente, pero que no recibe de igual manera sus consecuencias. Mientras tanto nosotras seguimos a diario conteniendo, acompañando y de alguna manera, sobreviviendo a un abandono total del que no queremos ser cómplices”.
