La pluralidad de voces no tiene que ver necesariamente con cuántos medios de comunicación hay en nuestra ciudad o en el país, sino con la diversidad de espacios desde donde se generan esos medios.
Hoy asistimos a la inauguración de un canal de streaming impulsado por la Cooperativa Eléctrica Gualeguaychú, una institución que aspira a expandir sus horizontes y no solo limitarse a la prestación de servicio eléctrico.
Esta situación abre un escenario de posibilidades muy grande para quienes pretendemos abonar a la diversidad y a la pluralidad de voces en la ciudad, como así también para la generación de espacios de trabajo de mejor calidad para el sector.
Desde La Mala, medio autogestivo y cooperativo, entendemos fundamental ampliar las miradas, por lo que, sin medias tintas, celebramos la novedad. Sobre todo, porque nace de una empresa cooperativa y, por lo que parece, con la intención de jerarquizar la labor de las y los trabajadores de la comunicación.
Es que los medios de comunicación no escapan a la degradación a la que, hace mucho tiempo, están sometidas las instituciones en nuestro país. Ejercer el periodismo, sea en un medio comunitario o en el mismísimo Clarín, es asumir condiciones de precarización insospechadas para quienes está afuera.
Como las docentes, como las enfermeras, como los empleados de comercia, como el grueso de la clase trabajadora, sea asalariada o parte del mercado informal -esa distinción ha sido diluida por la creciente precarización general-, no es una excepción que quienes trabajamos en comunicación tengamos que hacerlo en dos, tres, cuatro o cinco lugares al mismo tiempo para poder llegar a fin de mes. Los sueldos son de miseria: para que se den una idea, el convenio vigente para la prensa escrita sostiene salarios menores a los $700.000 ¡salarios de indigencia!
Y no es que antes los salarios hayan sido fantásticos, ni mucho menos. La diferencia con la crítica situación actual es que antes los salarios bajos alcanzaban para vivir y hoy apenas si alcanzan para la primera quincena del mes.
Hago eje en lo salarial porque, como en cualquier otra profesión, no se puede pretender una buena comunicación, un buen nivel periodístico, cuando los sueldos no son igual de buenos; cuando la norma es salir rajando de un lado para llegar al otro, y de eso otro a un tercero. No es la calidad del periodista, ¡es el pluriempleo, estúpido!
Pero, lejos de regocijarnos en el lugar de víctimas de un sistema que, claramente, no nos tiene como favorecidos, La Mala es, entre otras cosas, una respuesta a esta realidad: “Si vamos a trabajar por poca guita, al menos hagamos lo que tenemos ganas de hacer”. Así nacimos y así sostenemos este espacio, cada vez menos solos, cada vez más acompañados por quienes caminan más o menos para el mismo lado.
Por eso celebramos la emergencia de un nuevo medio de comunicación que apueste, desde el cooperativismo, a generar las condiciones para ofrecer productos de calidad. Sin desconocer lo existente, pero apostando a la renovación que demandan los tiempos y al cuidado humano de cada persona, algo que suele desvanecerse en la lógica comunicacional dominante.
Gchu TV tendrá sus detractores, como todo nuevo jugador en cualquier mercado. Es lógico que eso pase, pero no es lo importante. Lo que sí lo es que, por primera vez en su historia, Gualeguaychú tendrá un canal de streaming con condiciones técnicas y recursos humanos muy por encima de lo que existe en la ciudad. Por sí solas estas condiciones no garantizan éxito alguno ni acompañamiento de la comunidad, pero sí aseguran un piso desde donde proyectar una mejor comunicación, ágil, renovada y novedosa. Acorde a lo que pasa en el país y el mundo.