POSTALES DE UNA FIESTA DE VERANO

LOS CORSOS POPULARES, EN FOCO

Joaquín García es uno de los artistas que destaca entre los muchos que ofrece la Ciudad del Carnaval. Su fotografía cuenta historias como pocas, quizá por su experiencia como fotoperiodista. Este domingo, estrena “Matecito”, un ensayo fotográfico sobre los corsos populares.

Texto: Luciano Peralta | Fotografía: Joaquín García
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Hablar de Joaquín García es hablar de esos buenos compañeros de laburo con los que terminás forjando una amistad. Nos conocimos hace más de diez años, cuando yo hacía mis primeras herramientas en el periodismo gráfico y él se sumaba, junto a Santiago Burgos -otro gran profesional de la imagen- al equipo del diario ElDía, desde donde compartimos muchísimas coberturas. 

Más allá de sus obvias cualidades técnicas, para ejercer el fotoperiodismo es necesario tener esa visión que hace que una foto sea tapa o portada: una mirada de primer plano, un abrazo de gol o el grito de una madre que reclama justicia. Joaco siempre entendió el oficio y creo que eso le dio un valor diferencial sobre otros muy buenos profesionales de la fotografía que habitan estas latitudes.  

Después del diario compartimos otros proyectos, algunos vieron la luz, otros no. De hecho, el menor de los hermanos García fue parte del primer equipo de trabajo de esta revista, cuando comenzamos, allá por octubre del 2023. Obviamente, desde que nos dejó lo extrañamos y deseamos que pegue la vuelta, al menos con algunas colaboraciones, al menos con algunos pequeños aportes. Para ser sincero, esta nota tiene algo de eso: con todo placer, adelantamos “Matecito”, el ensayo fotográfico que este domingo presentará en el Museo del Carnaval, pero no sin darnos el gusto de publicar, en nuestra edición 110 algunas imágenes de ese exquisito material.


– ¿Cómo comienza tu relación con la fotografía? ¿qué peso tuvieron en eso tus hermanos?

– Primero Banfield, después arranquemos (risas). Empieza por curiosidad y por una decisión de estudio cuando estaba por terminar la secundaria. Quería ir a estudiar música, pero no estaba del todo convencido, entonces me anoté en la FADU, en Imagen y Sonido, y ahí conocí un mundillo hermoso entre la música y la imagen, que es hasta el día de hoy el que interpela absolutamente todo lo que hago. Con mis hermanos, al ser yo el menor, siempre uno absorbe, sobre todo la música… ellos empezaron más de grande con la imagen -y digo imagen y no fotografía porque siempre anduvimos entre videos y fotos- y fue un combo mágico. Emi (Emiliano García) laburaba en un ciber mientras yo estudiaba en baires, y en sus tiempos libres empezó a incursionar con los efectos en videos. Siempre nos compartimos info, todo el tiempo, hasta el día de hoy. Después, Emi la embala a Cele (Celeste García) para que empiece a meterse en la movida, yo ya laburaba en una productora y cada vez que venía a Gualeguaychú venía con data. Y ahí nació 3G, yo después de un tiempo vuelvo para Gualeguaychú y ahí explotamos.


– ¿Cómo es eso de haber crecido profesionalmente trabajando con tus hermanos?

– Bueno, vos también laburas con tus hermanos y sabés que no es fácil (se ríe), pero tiene ese otro plus extra porque sabés que si no fueran ellos no sería lo mismo. Fue increíble, tenemos miradas muy distintas y en esto uno va aprendiendo constantemente y cambiando, sobre todo. Lo que sí supimos desde el inicio fue que queríamos trabajar desde lo espontaneo, y eso lo logramos. Después, lo que tiene la fotografía es que reflejás en tu visión narrativa lo que sos, por eso digo que tenemos miradas distintas. La espontaneidad la logramos, pero cada uno da su impronta en la manera de contar desde la imagen. Hoy, si bien 3G sigue existiendo, estamos en etapas diferentes, pero seguimos con la cámara, para mí es más divertido, porque ahora es juntarnos a contarnos cuestiones nuevas, desafíos nuevos y esas cosas. Ahora, somos hermanos colegas, antes éramos hermanos socios.



– ¿Cómo nace el proyecto del Matecito y hace cuánto lo venis laburando?

– Matecito es consecuencia de mis primeros trabajos como fotoperiodista. Al corso fui siempre, desde chico, como espectador y como murguero, porque el tambor es algo que tengo desde muy chico también. Cuando del diario para el que trabajaba en ese momento (2017), me mandan a cubrir el Corso Popular Matecito lo primero que pensé fue en la espuma y en cuidar la cámara. Entonces, fui, saqué cuatro fotos y me fui. Pero me quedé con ganas de volver. No pasó mucho para eso: la siguiente noche de corso ya estaba menos en alerta por el tema de la espuma y el cuidado del equipo, entonces empecé hacer los primeros disparos, veía cosas a las que jamás había prestado atención. Siempre, con la cámara te sentís un poco en una cápsula, entonces te vas metiendo en cualquier lado, vas perdiendo el miedo. Y en toda esa vorágine pensé que tenía que hacer un registro de todo lo que sucedía ahí, que es mucho más de lo que uno cree. Fue el siguiente verano, en el 2018, que empecé hacer archivo de cada edición del Matecito. Y lo sigo haciendo y voy a seguir haciéndolo.

“Suma un registro que no se aboca llanamente al desfile de las murgas, refleja mucho más la convivencia del espectador con todo lo que sucede en ese ámbito, que tiene mucho más que ver con el real festejo de carnaval”

– ¿Qué creés que aporta a la historia del espectáculo?

– Suma un registro que no se aboca llanamente al desfile de las murgas, refleja mucho más la convivencia del espectador con todo lo que sucede en ese ámbito, que tiene mucho más que ver con el real festejo de carnaval, no con el desfile en una pasarela, que si bien sucede, para mí, más de la mitad de la gente no le da ni pelota. Y de eso me di cuenta cuando puse la mirada desde la cámara. Es un aporte a la memoria, como siempre sucede con la fotografía, quizás en diez años, cuando veamos estas fotos, no haya cambiado nada en el Matecito, quizás sí. Y ahí vamos a tener estas imágenes para poder recordarnos lo que era.


– Contame sobre la muestra… 

– La muestra es algo que quería hacer hace un tiempo, pero no encontraba el momento. Este año, con la ayuda del Fondo Municipal de las Artes lo materialicé de la mejor manera, porque pude tomarme mi tiempo para la curaduría -no es nada fácil seleccionar entre cientos de archivos- para revelar con buena calidad en un laboratorio importante de Buenos Aires. Todas las fotografías están enmarcadas con vidrio y paspartú, y todo eso tiene un costo realmente elevado como para afrontarlo solo. Son más de 20 fotografías reveladas y toda la muestra será donada al Museo del Carnaval de Gualeguaychú, que es donde va a estar expuesta a partir del domingo 30 de noviembre a las 20 horas. Además, va a haber una pequeña reunión de inauguración abierta al público de manera gratuita, con la compañía musical de Juan Pablo Pérez, gran referente de la ciudad y del ritmo tradicional de la murga local. Así que, muy contento con eso. Ojalá que mucha gente pueda disfrutarlo.