Me traje un poco de las cenizas de mi padre en la maleta de Buenos Aires a Madrid.
Ya en Alicante, hice el ritual en familia. Hay que quitarle el dolor a la muerte, todavía es un tabú ese dolor y no debería.
Ese ritual lo hice compartiendo la pérdida, buscando la modestia del adiós con amor en el Mediterráneo. Mi papá amaba la mitología. La moneda es cubana, con la estampa del Ché para dársela a Caronte, el barquero que cruza el Río de los Muertos.
A Serrat le cambiamos Mediterráneo y el silbido es de la Internacional Socialista de los comunistas.
Rojo como el barquito y mi viejo.
