EDUCACIÓN PARA POCOS, EL PROYECTO LIBERTARIO

UNIVERSIDAD PÚBLICA, UN ACTO DE SUPERVIVENCIA 

Somos parte de una sociedad a la que le cuesta demasiado construir consensos. Porque la culpa siempre es del otro, donde habita el mal y el peligro. Es verdad. Pero también es verdad que la universidad pública es uno de los pocos consensos que, en más de cien años, han construido la identidad argentina. Defenderla es un acto de patriotismo, sí. Pero también de supervivencia.

Texto: Luciano Peralta | Fotografía: Joaquín García
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Mirá que hay cosas para cambiar en este país. La lista sería larga, demasiado. No lo voy a hacer, por supuesto. Pero también hay cosas, muchas, que sostener, mejorar y fortalecer. No todo puede quedar a disposición de la motosierra libertaria (hoy, oxidada por la corrupción que, como una gran nube negra, oscurece la gestión de Javier Milei).

La universidad pública es una de esas cosas que no se puede romper así porque sí. Es que hace más de 100 años que es el pilar de una sociedad en la que, a diferencia de lo que sucede en prácticamente toda América Latina, los hijos e hijas de los pobres tienen acceso a la formación universitaria.

Movilización, el pasado 17 de septiembre, en Paraná


Quizá, como con tantas otras cosas, no logramos valorar esto. Pero, aunque se haya repetido mil veces, son momentos de volver a lo importante las veces que haga falta: los médicos que nos curan en los hospitales de todo el país son egresados de la universidad pública; las y los profesores que nos forman son egresados de la universidad pública, y los ingenieros que tienen a cargo la construcción de los puentes y las rutas por donde se traslada la producción y el turismo también son producto de la educación pública. Igual que las investigadoras y los científicos que crean las vacunas que nos curan o los remedios que mejoran nuestra calidad de vida.

Argentina es un país maravilloso y, en buena medida, lo es por su tan castigada pero resiliente clase media. No pasa eso en Paraguay o en Perú, países con equilibrio fiscal, sí, pero con niveles de desigualdad intolerables para quienes nacimos en esta parte del mundo. Allí la clase media es prácticamente inexistente, hay pocos con mucho y muchos con poco. El dólar no se dispara ante la primera crisis política, es verdad. Pero también es verdad que la salud, la educación, el futuro, en definitiva, es bien selectivo. Muchísimo más que acá.

Paraná, miércoles 17 de septiembre


De eso parece haber tomado conciencia buena parte de la ciudadanía que el último miércoles salió a la calle a protestar contra el veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario. O se tomó conciencia, o se llegó al límite de tolerancia con un gobierno que ha hecho del desprecio su bandera y de la crueldad una impronta que pretende expandir al mundo, en esa fiebre internacionalista que tan atractiva le resulta a la exótica ultraderecha criolla. Quizá, ambas cosas.   

Fue durante las manifestaciones —hubo en todo el país— que se conoció el rechazo a los vetos al Financiamiento Universitario y a la Emergencia en Pediatría. Se celebró.

Paraná, miércoles 17 de septiembre


Esta situación ratifica lo evidente: Javier Milei ha perdido el control del Congreso. Con el respaldo de legisladores que en algún momento fueron cercanos al oficialismo, la oposición logró superar sin dificultades los 171 votos afirmativos —equivalentes a dos tercios de la Cámara Baja— necesarios para sostener ambas normas.

El Ejecutivo intentó evitar la derrota hasta el último instante, ofreciendo flexibilizar el ajuste fiscal, repartiendo Adelantos del Tesoro Nacional (ATN) a las provincias aliadas, un “Plan platita” institucional, e incluso anticipando para octubre la entrega del presupuesto universitario previsto para el año próximo. Sin embargo, las señales de convivencia política llegaron tarde. Muy tarde.

Ahora será el Senado de la Nación, donde el oficialismo tiene aún menos presencia, el que deberá decidir si se dejan sin efecto los vetos presidenciales.

Después de perder por casi 14 puntos en las elecciones legislativas del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, el gobierno de Milei atraviesa su peor momento. La educación universitaria, también.

Paraná, miércoles 17 de septiembre


El gobierno es presa de su propia soberbia, hostilidad y falta de capacidad política para conducir los destinos de un país que, pese a todo, sigue apostando a la convivencia democrática, la libertad de expresión y la defensa de los acuerdos básicos que, con los más y los menos, nos han llevado a ser la nación que somos. 

Milei va a pasar, como pasan todos los presidentes. Las páginas que le dediquen los libros de historia es otra discusión. Pero va a pasar. Lo que no va a pasar es el lugar que la Universidad Pública argentina se supo ganar en nuestra rica historia. Defenderlo es un acto de patriotismo, sí. Pero también es un acto de supervivencia para los hijos y las hijas de trabajadores. Lo fue en el siglo XX y lo es hoy.

Sin educación pública no hay futuro, y no es una metáfora.