POESÍA

LITURGIA DE LOS ROTOS

¿Quién no anda un poco roto por estos días? Con un estilo crudo, de manos quebradas y bocas rotas por la pipa, Valentín Frieri vuelve sobre los márgenes una y otra vez. Hoy, con cuatro piezas.

Texto: Valentín Freri | Ilustración: Diego Abu Arab
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VAMOS, ROTOS

Lector, en este breve instante

no leerá alguien capaz de expresar

el dolor, el desarraigo y la miseria interna colectiva

como Pizarnik o Bukowski,

pero sí alguien que intenta irrumpir

sobre la lógica de la historia oficial,

en la que los rotos quedan siempre en los márgenes.

Vamos, rotos,

y entre rotos nos comprendemos.

Lejos de los conceptos naif

de esta era de hipersensibilidad digital,

los rotos ponemos el pecho

a la colonización destructiva de la injusticia.

Ni siquiera sabemos cómo hacemos,

tanto usted como yo,

tecleando, amagando, atravesando

climas impiadosos y sorpresas

que clausuran el placer.

Pero lo intentamos, una y otra vez.

Es de rotos calmar el infierno

con las herramientas que encontramos.

Cada cual con su cada cual,

dice mi vieja,

y es un poco así:

no hay manera de dejar de ser roto.

Los rotos asistimos al vaivén de la vida

con espíritu valiente,

aunque en nuestras espaldas carguemos

una tonelada de fracturas.

A LA MAÑANA SABIENDO SIN SABER

A la mañana,

sabiendo sin saber,

uno aprende de la vida

sin papers colapsados

de colores y palabras aburridas.

Me como un arrebato desde un costado que no veo:

como daga envenenada

va picando mi corazón.

El Loco camina con muletas

por el medio de la calle 25 de Mayo.

La lluvia moja su bolsa de arpillera,

donde guarda lo poco que tiene,

su casa entera.

Los perros son sus amigos,

su familia.

Con ellos despliega su casa

dentro del Banco.

Un toque, no mucho,

porque siempre está el ortiva

que cumple órdenes.

—Semejante gil —dice el Loco.

Hay pobreza humana

que no es simplemente material,

ni de destino pulcro.

Hay pobreza humana que es emocional,

me comenta,

mientras apoya la bolsa sobre el banco

y toma un sorbo de uvita tinto.

—¿Vos sabés que los que me ignoran

ignoran más su propia vida

que mi existencia insulsa?

Me deja atónito,

con la garganta cerrada.

—Tranqui, amigo.

Las verdades quitan aliento.

Y sostener mentiras ficticias

enferma a las personas.

Le pido un trago,

para sopesar tanta profundidad cotidiana.

—¿Vos sabés que hay una frase

que me hace acordar a vos, Loco?

—¿Sí? ¿Cuál? —me pregunta.

—Cuánto tarado que no entiende

y te la quiere contar.

—Claro, amigo, yo no entiendo mucho,

a decir verdad.

Pero sí sé

que la vida se trata de sentir.

Me dice esto mientras se prende un liso

entre sus manos

cortadas por el frío.

Hay realidades

que no se condensan

desde el ego intelectual.

ME VOY ASFIXIANDO EN TRISTEZA

Me voy asfixiando en tristeza.

El sol no logra salir,

y la luna es estampa

las veinticuatro horas.

Los secuestros retienen el corazón

y lo vuelven piedra.y lo vuelven piedra.

Se me acerca el final,

y con él

la resurrección del poeta muerto.

Hay historias de rotos,

ejércitos de rotos

que la misma vida no recuerda.

El hallazgo es supinar hacia el frente,

pero mirando al costado,

y sobre todo hacia atrás.

Aquellos que quedan en el camino,

por la pipa encendida,

por las montañas blancas

servidas en platos calientes,

por las bocas torcidas de tanto exceso,

sepan que viven un poco en mí.

EL PERRERÍO TE ACOMPAÑA

El perrerío te acompaña,

rabiando cerca de los pedales.

Maniobras por los pozos,

en un lugar nuevo,

otro lugar

donde los rotos se aventuran.

Los rotos de cuna,

de té y pan,

vamos exigiendo

que la vida aminore

el tormento pasado.

El consumo escondido de la adultez

es otra rebanada

del consumo de la propia calle

que ayudó a comer.

El pan y el plástico.

La tierra

y las puertas golpeadas

marcan el rigor de la violencia

en el punto exacto.

De pasos hacia el azúcar y la leche,

hacia la faraónica tarea

de la salvación.

Sobrevivimos hoy,

cuando nos miramos

mi yo y mi otro yo antiguo

frente al espejo.

Pero el guachazo al estómago,

aun en estos momentos,

se junta

de a pedazos.