En tiempos en que las políticas de género son desmanteladas, ridiculizadas o directamente atacadas, defender los espacios que promueven derechos no es solo un acto de convicción: es una necesidad social. Lo que está ocurriendo en distintos niveles del Estado —el cierre de áreas, la eliminación de programas y la desfinanciación de iniciativas de formación, prevención y acompañamiento— no se queda solo en las esferas gubernamentales. Esos retrocesos llegan también a las instituciones comunitarias, como las escuelas, los medios, los espacios culturales… y también los clubes deportivos.
En este escenario, los dispositivos de género en los clubes cumplen un rol crucial. Son espacios que visibilizan las desigualdades, promueven prácticas respetuosas y acompañan situaciones de violencia o discriminación que, sin esa estructura, suelen quedar silenciadas o normalizadas. Su existencia no responde a una moda ni a una bajada ideológica: responde a una realidad concreta que atraviesa todas las instituciones de nuestra sociedad, el deporte incluido.
POR QUÉ IMPORTAN LOS ESPACIOS DE GÉNERO EN EL DEPORTE
Los clubes son mucho más que lugares donde se practican deportes. Son centros de pertenencia, construcción de identidad, sociabilidad y desarrollo comunitario. En ese marco, los dispositivos de género:
– Brindan herramientas para prevenir violencias.
– Intervienen en situaciones que antes eran desestimadas o minimizadas.
– Acompañan a quienes atraviesan situaciones difíciles dentro del espacio deportivo.
– Forman a entrenadores/as, dirigentes, familias y deportistas en prácticas respetuosas, libres de discriminación.
– Generan políticas internas que garantizan mayor equidad.
– Intervienen en situaciones que antes eran desestimadas o minimizadas.
La existencia de estos espacios mejora la vida institucional de los clubes y protege a su comunidad. Cuando se eliminan o se debilitan, lo que se pierde no es una estructura burocrática, sino una red de cuidado.
LA LEY MICAELA EN EL DEPORTE: UNA OBLIGACIÓN LEGAL, NO UNA OPCIÓN
En 2020 se sancionó en Argentina la Ley 27.499, que establece la capacitación obligatoria en género y prevención de violencias para todas las personas que trabajan en la función pública y que luego se amplió a través de la adhesión de la Ley Provincial 10.768 a clubes e instituciones deportivas. Esta ley surgió como respuesta a una demanda urgente: reconocer que el ámbito deportivo también reproduce desigualdades estructurales y violencias de género, y que las instituciones deben hacerse cargo.
Sostener espacios de género dentro de los clubes no es un gesto voluntario o decorativo: es una forma de cumplir con la ley, pero también de construir instituciones más democráticas, inclusivas y responsables.
“Esta ley surgió como respuesta a una demanda urgente: reconocer que el ámbito deportivo también reproduce desigualdades estructurales y violencias de género”
JUVENTUD UNIDA, PIONERO EN ENTRE RÍOS
En septiembre de 2020, la Comisión Directiva del Club Deportivo Juventud Unida aprobó la creación del Departamento de Género, con la intención de promover valores y prácticas de convivencia basadas en la igualdad, el respeto y la no violencia.
Gracias al trabajo sostenido y al compromiso institucional, un año después —en septiembre de 2021— el club recibió un reconocimiento oficial por parte del Honorable Concejo Deliberante de la ciudad.
Durante su funcionamiento, el Departamento impulsó múltiples instancias de formación —teóricas y prácticas— dirigidas a autoridades, planteles deportivos, docentes, trabajadores y socios. Además, intervino de manera cuidadosa y comprometida en diversas situaciones complejas, muchas de ellas vinculadas a situaciones de violencia, y promovió activamente la igualdad y el respeto dentro de la vida cotidiana del club.
Sin embargo, en junio de este año, les integrantes del Departamento fueron notificados por correo electrónico de la decisión de la Comisión Directiva de interrumpir sus funciones y competencias.
RETROCESO NO ES NEUTRALIDAD
En el clima actual, marcado por discursos de odio, negacionismo y ataques sistemáticos a las conquistas feministas, desarmar estos espacios no es una acción neutra. Quitar el enfoque de género del deporte no significa volver a un “estado natural” de las cosas, sino perpetuar estructuras de exclusión, silenciamiento y violencia.
“Quitar el enfoque de género del deporte no significa volver a un ‘estado natural’ de las cosas, sino perpetuar estructuras de exclusión, silenciamiento y violencia”
Frente al vaciamiento institucional, los discursos de “no meterse en política” o de “evitar conflictos” terminan siendo funcionales a quienes quieren mantener privilegios y sostener impunidades. Por eso, sostener dispositivos de género es sostener comunidad, derechos y democracia.
UN LLAMADO A NO RETROCEDER
Hoy más que nunca, necesitamos que los clubes, las federaciones, los organismos deportivos y la sociedad en su conjunto se pronuncien y actúen. No alcanza con repudiar las violencias una vez que ocurren: hay que generar las condiciones para prevenirlas.
Llamamos a:
– Defender y fortalecer los espacios de género en las instituciones deportivas.
– Exigir la implementación efectiva de la Ley Micaela.
– Reconocer que el deporte también es un espacio de disputa política y social.
– Crear redes de acompañamiento y formación entre clubes y profesionales comprometidos con los derechos humanos.
El deporte no puede ni debe ser un ámbito ajeno al debate por la igualdad.
Un club sin perspectiva de género no es un club más: es un espacio que renuncia al cuidado de su comunidad.
Sostener estos espacios no es ideología. Es memoria, compromiso y futuro.
Porque no es lo mismo sin perspectiva de género.
Porque el deporte que queremos es con todes adentro.
Firmantes: Cecilia Bourlot, Estefanía Sosa, Lucia Villanueva, Camila Ronconi, Florencia Milito, Candela Giacopuzzi, Susana Villamonte, Andrea Villamonte y Laura Villamonte