Hay una necesidad humana de ver las cosas reales para confirmar su existencia, de tocarlas con nuestras manos o vivirlas “en primera persona”. Solo así podemos dimensionar lo que es una casa, un plato, una comida, una rutina, un trabajo, una clase social, la desigualdad, las técnicas o el hambre, entre tantos etcéteras. La preeminencia de la evidencia, antes que la fe, caracteriza a las sociedades “modernas”.
¿De qué fin de año se trata el que estamos viviendo? Más allá de la depresión social, ¿qué posibilidades pueden abrirse desde una relectura de los paradigmas de las ciencias sociales?
La “revolución” global de la informática y de la digitalización de lo material se incorporó durante el siglo XXI en el día a día de casi todas las personas del planeta. Las redes nos consumen y nos suman ansiedades psicosociales de formas subliminales: de la sociedad disciplinaria a la postdisciplinaria; de la biopolítica a la psicopolítica; de lo humano a lo posthumano.
Hoy, en Argentina las generaciones millenials están presentes en la mayoría de las vanguardias políticas, económicas y tecnológicas. Además de trabajadores calificados, somos también camadas (y carnadas) que renovamos los extractivismos, las violencias y las ignorancias. El consumo cultural “Disney” fue y sigue siendo parte de la crianza de una gran porción de las infancias argentinas. “Patria no, colonia sí, bro”, parecen decirnos los ya no tan jóvenes compañeros de la escuela.
Dice bellhooks : “lo que hacemos es más importante que lo que decimos o lo que decimos que creemos”. Ella, escritora, feminista y activista social afroamericana, planteó hace 50 años a la interseccionalidad como marco para visibilizar los sistemas conectados de opresión en los cuales accionar colectivamente.
Patriarcado moderno, (neo)colonialismos y el capitalismo en su fase neoliberal deshumanizante. Según las Ciencias Sociales estas son las tres principales estructuras que actualmente ordenan, modelan y reglamentan, tanto a la naturaleza (como recurso natural) como a las personas (capital humano) en base a su sexo-género, su etnia-nación de origen y/o su clase social.
No es la conciencia personal lo que determina tu vida, por el contrario, son las condiciones sociales las que determinan tu consciencia.
INTERSECCIONALIDAD: FUTURABILIDADES ARGENTINAS
El filósofo italiano Franco “Bifo” Berardi define a la futurabilidad como una perspectiva que pone en relieve la multiplicidad de futuros posibles inscriptos en la actual conformación del mundo. En sus propias palabras: “Los estados futuros del mundo social no son una consecuencia lineal de la voluntad política, sino el resultado de relaciones, conflictos y mediaciones infinitamente complejas”.
La mirada interseccional involucra plantear las coyunturas desde una amplitud de perfiles sin perder de vista la interconexión y especificidad de las luchas sociales. En otras palabras, que las demandas de los obreros por trabajo, techo y salarios dignos, los reclamos de los movimientos transfeministas y de las diversidades en contra de las violencias o jerarquías sexo-género, y la pugna por la soberanía y la descolonización se encuentren en acciones comunes y concretas.
Su razón: la necesidad de unificar los reclamos frente a la escala de despliegue y organización de los sectores de capital (económico, político y cultural) concentrado. Alias, la lucha de clases con perspectiva de género y plurinacional.
Al día de la fecha, 2024/2025, la supremacía blanca global se sostiene en cómodos tronos tecno-feudales de dinero y/o casta (pseudo)monárquica. El principal motor energético del mundo mantiene su sostén en el petróleo, en las energías fósiles y en el plástico como materialidad fundante de nuestros objetos. De la misma forma, la colonización es un proceso aún en marcha. Hoy a través de los capitales financieros trasnacionales.
El sueño americano fue renovado muchas veces aún si pasó desapercibido. Acaso ¿no nos desapareció lentamente el sueño de una Argentina soberana?
El deseo, como el plástico, es cotidianamente modelado en base a la secuencia de informaciones que nos llegan. Escuela, celular, noticias, películas, amistades y familia. El deseo al plástico, a los juguetes, a la fama, al dinero, al viaje, a las cosas materiales, a los lujos, a lo descartable, al lifting o a la liposucción son también parte de la realidad histórica global que nos toca vivir. En Gualeguaychú y en todas partes de Argentina.
Pero este tipo de “deseos” también tiene sus límites. Sólo hay un mundial de Qatar y se nota cada vez más claro: los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres.
El límite ante tanto mundo tiene que ser local.
La argentinidad, ese espíritu de localía, tiene todavía lugar para crecer y desarrollarse. Pero, como toda identidad, está en disputa.
La bandera celeste y blanca no es de los milicos, de los patrones rurales o de un gobierno que se sostiene sobre el odio, la crueldad y la misoginia. La argentinidad son también los transfeminismos, las empresas recuperadas, las universidades obreras, así como los pueblos indígenas y lxs hermanxs afroargentinos que lucharon por igual por la independencia y soberanía de este territorio.
“Estamos viendo una crisis de la cultura política”, dice el referente Juan Monteverde, de Ciudad Futura, esperanzador movimiento municipalista y cooperativista de la ciudad de Rosario. Frente a la coyuntura de desesperación, tristeza y crisis, antepongámosle la ternura interseccional, compañerxs.
MUNDO(S) POR VIVIR: ARDEN MIL FUEGOS EN NUESTRO PAÍS
“Un mundo donde quepan muchos mundos”. Nos gusta parafrasear al movimiento zapatista en ARDE, la Federación de Cooperativas Culturales de la Argentina. Organización de segundo orden, actualmente integrada por 24 cooperativas y 45 en red, que me toca acompañar y construir como parte del primer Consejo de Administración. En contra de la violencia vincular, proponemos la diversidad, la ternura y la cooperación para sostener y constituir parte de las industrias culturales nacionales.
Al igual, si hablamos de medios de comunicación tenemos que celebrar el sostenimiento de medios digitales críticos, así como de medios comunitarios en Argentina. Antes que Clarín o Infobae, muchas personas elegimos en el cotidiano informarnos, leer y ser parte de comunidades de noticias críticas y saber quién produce la información. El crecimiento nacional de la Federación Argentina de Radios Comunitarias (FARCO), como de la Red de Medios Digitales (RMD), se festeja a la vez que se acompaña. Esta misma revista (La Mala) es un faro que en el hacer cotidiano congrega a un amplio sector que lucha y construye otra sociedad posible.
La lucha de clases es tanto una disputa por la generación y distribución de los recursos, capitales y riquezas, como una pelea por los valores que representan a una sociedad. Sostener que lo personal es político es un emblema que conecta las disputas sociales. Reconociéndonos a todxs como sujetadxs a las coyunturas. Al mismo tiempo, representa la necesidad de politizarnos y de involucrarnos física y socialmente en los espacios de referencia directa en nuestros cotidianos.
En un mundo en crisis, de exceso de información y liquidez de las estructuras, los nuevos símbolos de lo comunitario y lo colectivo -tanto en lo laboral como en lo político- tienen la oportunidad (o quizás, más bien, la obligación) de hacerse ver y de accionar concretamente. Más que nunca es una necesidad abrir la construcción desde la interseccionalidad, el diálogo y la inclusividad. El encuentro entre personas construye y consolida lo imaginario y lo real que queremos para nosotrxs y para nuestros suelos.
Hoy no estás solx, arden mil fuegos en nuestro país.