LA VUELTA DE OBLIGADO Y PUNTA QUEBRACHO

VUELTA DE OBLIGADO

LA VUELTA DE OBLIGADO Y PUNTA QUEBRACHO

La batalla de Vuelta de Obligado, del 20 de noviembre de 1845, constituye una parte de la resistencia que encaró el gobierno de Juan Manuel de Rosas ante la embestida anglo-francesa contra la soberanía nacional. El final de la aventura, luego de que las naves invasoras regresaran de su periplo por el Paraná, fue la contienda de Punta Quebracho, siete meses después del triunfo de Obligado.

Texto: Alejandro Tarruela

Ilustración: Diego Abu Arab

publi-san-felipa

Noventa buques mercantes
veinte de guerra
vienen pechando arriba
las aguas nuestras.
Miguel Brascó

La batalla de Vuelta de Obligado, del 20 de noviembre de 1845, constituye una parte de la resistencia que encaró el gobierno de Juan Manuel de Rosas ante la embestida anglo-francesa contra la soberanía nacional. El final de la aventura, luego de que las naves invasoras regresaran de su periplo por el Paraná, fue la contienda de Punta Quebracho, siete meses después del triunfo de Obligado.

Sucedió el 4 de junio de 1846, fecha que coincide con la de 1943, que recuerda al movimiento nacional que acabó con la década infame. Muchos historiadores se preguntan por qué se conmemora el Día de la Soberanía Nacional el 20 de noviembre, cuando en ese combate las fuerzas de la Confederación Argentina, al mando de Lucio V. Mansilla, fueron vencidas pese a haber logrado herir la estrategia de los europeos.

Sin dudas, Obligado puede señalarse como el inicio de un proceso histórico que culminaría años después con la capitulación definitiva de los ingleses, que aceptaron las condiciones que exigía el gobierno de Juan Manuel de Rosas. José de San Martín sería uno de los patriotas que saludó con mayor énfasis la victoria, tanto que entregaría el sable histórico que lo acompañó en sus batallas de América al Ilustre Restaurador de las Leyes en un episodio histórico.

Una curiosidad que deja la recreación de estos hechos es que remiten a la actualidad, cuando el país principal de la avanzada contra la soberanía nacional en aquella oportunidad es el mismo que hoy ocupa aún las Islas Malvinas argentinas.

Por aquí no pasan
Veinte de guerra vienen
Con sus banderas
Angostura del quebracho
De aquí no pasan
Miguel Brascó

Lo cierto es que durante muchas décadas la celebración de esa etapa de la resistencia nacional frente a la Pérfida Albión, denominación que identifica a Inglaterra en la consideración de gran parte del mundo, fue negada por la historia oficial. Así, el 20 de noviembre era una fecha afín a los partidarios del “tirano” Rosas, como lo menoscababan los unitarios y su continuidad.

Siete meses habían transcurrido desde la batalla de Vuelta de Obligado, cuando el 4 de junio de 1846, al regreso desde el Paraguay, la armada anglo-francesa fue vencida en Punta Quebracho por Lucio V. Mansilla y sus soldados, en un enfrentamiento que merece ser recordado en su verdadera dimensión.

La localidad está ubicada a más de 30 kilómetros de Rosario. “Viva la soberana independencia”, se clamaba y en particular los ingleses reconocerían siempre la significación del episodio y el valor de los argentinos en una contienda para la cual no contaban con el mejor armamento.

Por el triunfo en Punta Quebracho el país lograría recuperar la flota que había quedado en manos de los invasores, Inglaterra y Francia tuvieron que acabar con el bloqueo naval al puerto de Buenos Aires y, en negociaciones posteriores, esos países reconocerían la soberanía nacional. Inglaterra, por su parte, tuvo que reivindicar a nuestra bandera con una salva de 21 cañonazos lanzados en Londres. Fue la única ocasión en la historia en la que el imperio hizo un acto semejante.

“Hoy, en Punta Quebracho se encuentra el puerto de la empresa Cargill y el monolito que recuerda la batalla fue trasladado para no incomodar a los modernos invasores”

En la actualidad, la reversión de la historia nos coloca en uno de los momentos más oscuros de su derrotero. Hoy, en Punta Quebracho se encuentra el puerto de la empresa Cargill y el monolito que recuerda la batalla fue trasladado para no incomodar a los modernos invasores. El sentimiento colonial de los gobernantes que admitieron ese oprobio es semejante al del gobierno de la entrega que sufrimos los argentinos por estos días.

Carlos D’Amico, gobernador de Buenos Aires que sucedió a Dardo Rocha en la última década del siglo XIX, sintetizó entonces los rumbos que siguen los entregadores anteriores y actuales al escribir: “Cada cinco años tendrán una crisis cuyos peligros irán creciendo en proporción geométrica, hasta que llegue un día en que los usureros del otro lado del mar sean dueños de todos sus ferrocarriles, de todos sus telégrafos, de todas sus grandes empresas, de todas sus cédulas [hipotecarias] y de las cincuenta mil leguas que les hayan vendido a vil precio. Cuando no tengan más bienes que entregar en pago empezarán por entregar las rentas de sus aduanas; seguirán por entregar la administración de todas sus rentas, permitirán, para garantir esa administración, la ocupación de su territorio y concluirán por ver flotar en sus ciudades la bandera del imperio que protege la libertad de Inglaterra, pero que ha esclavizado al mundo con la libra esterlina, cadena más fuerte y más segura que el grillo de acero más pesado que haya usado jamás ningún tirano”.

Es de esperar que esa etapa termine como culmina por estos días, una era histórica mundial y se aventura una recuperación en la que nos encontremos los argentinos que amamos a esta historia y este rumbo donde se inscribe la dignidad de un pueblo. En tanto cantaremos.

Qué los parió a los gringos
Una gran siete
Navegar tantos mares
Venirse al cuete
¡Qué digo venirse al cuete!
Miguel Brascó