17 DE OCTUBRE DE 1945: VOCES DE UN DÍA IMPOSIBLE DE DESCRIBIR

EL DÍA QUE TODO LO CAMBIÓ

17 DE OCTUBRE DE 1945: VOCES DE UN DÍA IMPOSIBLE DE DESCRIBIR

De pocos hechos históricos se ha escrito tanto en el país. Ese día nació el peronismo, el movimiento político más importante del país hasta estos días. Gualeguaychú tuvo su 17 de octubre, motorizado por las autoridades provisorias del Comité Radical Yrigoyenista. Sobre ello escribe el sociólogo y docente Ignacio Journé.

Texto: Ignacio Journé

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Ilustración: Diego Abu Arab

“No hay nada en nuestra historia que se le parezca al 17 de octubre”, dice Félix Luna ([1]) en su libro El 45. Y con mucha razón, porque nunca un día en Argentina terminó tan distinto a cómo empezó. Las rutinas se rompieron, las labores se dejaron como estaban, el poder político viajó de la Casa Rosada a la habitación de Perón, y Perón pasó de un solitario encierro al balcón más esperado ([2]). Una “caliente y vociferante presencia popular cuya existencia no habían imaginado hasta entonces”, agrega Luna, se desplomó con todo su peso sobre el centro de la ciudad, sobre el centro de la política argentina.

El nacimiento del peronismo ya ha sido explicado cientos de veces y prácticamente desde todos sus ángulos posibles. Estas líneas no pretenden originalidad, sino simplemente revisitar algunas voces y paisajes que, de alguna forma, ilustran el carácter inagotable e inaprensible del 17 de octubre de 1945 como acontecimiento épico, en el que las masas trabajadoras colmaron la ciudad de Buenos Aires y se movilizaron en todo el país en reclamo por la libertad de su líder. Un día movido por la pasión, la intuición y también la razón, que vuelve y vuelve para que lo entendamos o, mejor, para que disfrutemos de sus enigmas, de su imposible cabal comprensión.

Ciertamente las columnas de trabajadores habían empezado a llegar el día anterior. El diario La Nación habla de 6 mil obreros provenientes de Avellaneda que ingresaron el 16 de octubre y que andaban deambulando por la ciudad. En Berisso y en Ensenada, en Zárate, en las zonas fabriles del gran Buenos Aires, los trabajadores ya estaban movilizados desde hacía días. La inquietud era general porque intuían que sus conquistas peligraban.

Recordemos que Perón había sido desalojado del poder ([3])el 9 de octubre y el 10 se improvisó un acto (de despedida, pero también de arenga) frente a la Secretaría de Trabajo y Previsión, en el que se hizo evidente el fuerte descontento popular. La grabación de aquel acto ([4]) (difundido en vivo por radio a todo el país), permite advertir claramente el ánimo caldeado de la multitud proletaria.

A esto se sumó que las patronales pronto empezaron a ensayar sus revanchas: el 12 de octubre, por el pago doble por feriado del “Día de la Raza” encargaban a “que se los pague Perón”. Quizás allí, por esas febriles horas, cayó de forma univoca en la conciencia de los trabajadores una certeza, tal vez la primera certeza peronista: no volver jamás a la vieja intemperie del pasado.

Por su parte, y tras una extensa discusión en la medianoche del 16 de octubre, la CGT aprobó la huelga general por 24 horas para el 18 de octubre. Evitando nombrar a Perón entre sus puntos, pedía sugerentemente “por la libertad de todos los presos civiles y militares que se hayan distinguido por sus claras y firmes convicciones democráticas y por su identificación con las causas obreras”([5]). Pero la fuerza contenida se desbordó el 17,y lo hizo con el rigor y la determinación de los hombres y mujeres de trabajo.

“Esa insurgencia fue eminentemente proletaria, instintiva, espontánea, sentimental, sin orientación doctrinaria” ([6]). La Plaza de Mayo se fue llenando poco a poco de obreros que venían de los cordones fabriles del conurbano, desde distintos puntos y con diversos orígenes, experiencias, formaciones y realidades, pero unidos en aquello a lo que, sin saber, estaban dando nacimiento.

“La movilización popular, con su mezcla de celebración y revancha plebeya, fue disolviendo todas las referencias políticas e institucionales vigentes”

“La muchedumbre avanzaba por la ciudad y, ya cerca del centro, entré en una librería abierta para comprar tizas. Entregué centenares de tizas al pueblo y empezamos a dar consignas que se escribían por todos lados. De pronto alguien dibujaba una caricatura de Perón en el asfalto y era tal la mística que ya no se pisaba ese pedazo de calle. ‘Por aquí pasó el pueblo’, se escribía”, recuerda Blanca Blum ([7]).

La movilización popular, con su mezcla de celebración y revancha plebeya, fue disolviendo todas las referencias políticas e institucionales vigentes, lo que daría lugar a momentos absurdos. Arriba, en el balcón, frente a la incipiente multitud, el general Eduardo Ávalos, jefe de la guarnición de Campo de Mayo y principal instigador del apartamiento de Perón observaba la plaza, cuando el general Edelmiro Farrell, Presidente de la Nación y amigo de Perón, le dijo burlonamente “esto se está poniendo lindo…”.

Félix Luna apunta por su parte: “En la Casa de Gobierno y en el Hospital Militar (donde estaba Perón) las entradas y salidas de esos personajes tienen el ritmo absurdo de un guiñol enloquecido. Propuestas, decisiones, sugestiones, órdenes y contraórdenes aparecen y desaparecen a lo largo de esas horas, subiendo y bajando todos los niveles” ([8]).Deambulaban así por la Casa Rosada: el embajador de Inglaterra, delegados sindicales, periodistas, el secretario del Procurador General de la Nación, curiosos que se asomaban. El ministro de Marina, Vernengo Lima, por su parte, sugería despejar a la fuerza la Plaza, que se seguía poblando. Todos opinaban de igual a igual, pero nadie podía decidir nada.

Hacia la tarde finalmente la plaza se colmó. Y en el balcón ya se evidenciaba el total desgobierno; el general Ávalos, a esas horas enemigo público número uno, le pidió al coronel Mercante, conocido aliado a Perón, que dirija unas palabras a la multitud para tranquilizarla. Mercante, pícaro, accedió e inició su discurso diciendo: “El general Ávalos…”.A esto le respondió una la silbatina ensordecedora. Risueño, reiteró su afirmación con idéntica reacción, ante lo cual allí mismo Ávalos pidió su inmediata detención. Luego de eso, quien tomó alegremente la palabra fue el periodista Eduardo Colom. ¡A esa altura cualquiera hablaba en el balcón de la Casa de Gobierno! Igual, nadie atendía. Porque, como dijo el obrero Juan Carlos Giadas,“la gente que hablara que no fuera Perón para nosotros no existía” ([9]).

Los hechos se desencadenaron finalmente hacia lo conocido. Perón fue traído desde el Hospital donde estaba detenido y se reunió primero con el presidente Farrell. Tras una breve reunión, el coronel de los trabajadores salió al balcón de la historia.

¿Qué es entonces lo que nos hace volver una y otra vez al 17 de octubre de 1945?¿Qué seguimos buscando? Scalabrini Ortiz y Marechal ensayaron maravillosa poesía para acercarse a los sentidos profundos de aquella jornada. “La multitud tiene un cuerpo y un ademán de siglos. Éramos briznas de multitud y el alma de todos nos redimía. Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río. Lo que yo había soñado o intuido durante muchos años estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espíritu conjunto”, dijo Raúl Scalabrini Ortiz. Y Leopoldo Marechal recordaba: “Me vestí apresuradamente y bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí y amé los miles de rostros que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder.”

“El 17 de octubre es imposible de describir. Fue como si Dios hubiese bajado al balcón y nos hablara”

Ernesto Sábato, desde la vereda antiperonista explicaba: “Yo tuve la impresión de que algo muy poderoso, hasta lleno de misterio, estaba sucediendo; la impresión de que una fuerza enorme y silenciosa, casi subterránea, se había puesto en movimiento”. Y Félix Luna confiesa: “Cuando escuchamos la voz por la radio, catapultada por una tormenta de rugidos, nos dimos cuenta que algo estaba pasando en el país. Pero como no entendimos qué era exactamente lo que pasaba, nos quedamos mirando sobradoramente desde la ventana. Así diez años más” ([10]). Otros como Borges se refugiaron en la negación total, al punto de imposibilitarse la palabra. El peronismo era simplemente “el otro horror” después de Rosas.

Eran las 23.10 horas cuando Perón apareció en el balcón. Pero el que estaba ahí arriba era el pueblo, que retornaba otra vez. Era el pueblo mirando al pueblo. “¡Trabajadores!”, gritó el General y consagró en ese mismo instante el triunfo más alto de la clase obrera argentina. Josefa Buela, una obrera protagonista entre protagonistas de esa jornada, se acercó a la más perfecta de las definiciones: “El 17 de octubre es imposible de describir. Fue como si Dios hubiese bajado al balcón y nos hablara” ([11]).

GUALEGUAYCHÚ TAMBIÉN TUVO SU 17 DE OCTUBRE

La movilización popular que dio cuerpo al peronismo no sucedió sólo en Buenos Aires. Los centros urbanos de todo el país vivieron jornadas similares. Y Gualeguaychú también tuvo su propia manifestación en apoyo a Perón, aunque en realidad ocurrió un día después, el 18 de octubre de 1945.

De acuerdo a los archivos del diario El Argentino, ese día a las 19.30 horas manifestantes “se congregaron en la intersección de las calles Del Valle y Pellegrini, partiendo por esta última en dirección a la 25 de Mayo”; recorrieron las calles “vivando al Coronel Perón” y al llegar a la 25 de Mayo tomaron rumbo a la Avenida Rocamora, “regresando luego por Urquiza y doblando en Humberto Primero (actual Italia)”. Allí establecieron una tribuna para los oradores, haciendo uso de la palabra: “los doctores: Roberto Massaferro, Pedro R. Bachini y Alejandro O. Vela refiriéndose al momento político actual y a las conquistas sociales logradas en los últimos tiempos e incitando al pueblo trabajador a mantenerse unido para asegurar aquellas”. La nota agrega: “Los oradores fueron muy aplaudidos y al terminar, la manifestación siempre guardando la mayor corrección, se disgregaron por distintas calles. Según cálculos de personas entendidas el número de concurrentes al acto supera los mil”.

Los convocantes y organizadores de la manifestación, cabe acotar, fueron las autoridades provisorias del Comité Radical Yrigoyenista. Ese día también nacía el peronismo de Gualeguaychú.


Referencias

Baschetti Roberto (Comp.); La plaza de Perón. Testimonios del 45, Ediciones Capiango.

Luna, Félix; El 45, Editorial Sudamericana, 1975.

Diario el Argentino de Gualeguaychú, Notas Políticas, 19 de octubre de 1945.


[1]Luna, Félix; El 45, Editorial Sudamericana, 1975, pág. 272.

[2]Cabe recordar que el día 13 de octubre Perón había sido detenido y llevado a la Isla Martín García. El día 15, con el argumento de un problema de salud, fue devuelto a Buenos Aires y trasladado al Hospital Militar.

[3]Perón era Vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión.

[5]El acta de dicha discusión está disponible en: https://bcn.gob.ar/uploads/Editorial-peron17-oct.pdf , pág. 215 – 240.

[6]Baschetti Roberto (Comp.); La plaza de Perón. Testimonios del 45, Ediciones Capiango, pág.128.

[7]Baschetti Roberto (Comp.); La plaza de Perón. Testimonios del 45, Ediciones Capiango, pág. 61

[8]Luna, Félix; El 45, Editorial Sudamericana, 1975, pág. 283.

[9]Baschetti Roberto (Comp.); La plaza de Perón. Testimonios del 45, Ediciones Capiango, pág. 108.

[10]Luna, Félix; El 45, Editorial Sudamericana, 1975, pág. 321.

[11]Baschetti Roberto (Comp.); La plaza de Perón. Testimonios del 45, Ediciones Capiango, pág. 62.