FRERI X 3: HISTORIAS DE TIROS, CORAZÓN Y AMISTAD

RELATOS DESCARNADOS

FRERI X 3: HISTORIAS DE TIROS, CORAZÓN Y AMISTAD

Valentín Freri escribe como titula, con el corazón. La crudeza de su relato habla de lo simple, del dolor cotidiano, en microdosis o en puñaladas a traición. Habla, también, de lealtad, infancias eternas y corazones pisados. En esta entrega, la número 45, Freri x 3. Ilustrado por Diego Abu Arab.

Texto: Valentín Freri

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Ilustración: Diego Abu Arab

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¡CORAZÓN!

Dicen algunos, -los que saben-, que hay que alimentar este órgano muscular para vivir plácidamente.

Juan, lo sabe, pero hoy no encuentra cómo, espera de manera estrepitosa que la angustia no lo invada más y que esas pastillas al costado de su cama, en esa mesa de luz despintada, algún día dejen de visitarlo.

El hierro que lo cruza por el pecho, aún no está listo para fundirse y sus ojos inquietos buscan refugio cuando el pánico invade la calma.

El sudor lento va cayendo por su espalda y la panza esta escalofriantemente congelada como un glaciar.

Reposa sentado y sus piernas bailan de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba (la punta de las suelas de sus zapatillas), ya están gastadas de ese movimiento repetitivo.

Cuando la garganta seca y cerrada se presenta, un cuarto de caramelo, sacado de ese plástico un tanto vidriado, permiten que la codicia del pánico se aleje, al menos, un rato.

Se pregunta: ¿Cómo se combaten los enemigos que no vemos?

Hay turistas emocionales que vienen y que van y que alquilan por pequeños periodos vivenciales un lugarcito en nosotros…

¡No es sencillo echar a los turistas del piso del corazón!

Juan solo desea en la inmensidad de su elocuencia emocional, que la vida, no le pise más el corazón.

la amistad

La amistad es salvarse.

¿Por qué?

En este mundo, donde los caminos -en gran medida- ya están orientados al ocaso, la amistad es un puente.

Puente que…

Sostiene nuestros corazones aún fértiles y abraza esas lagrimas que caen hacia la inocuidad del agua.

Vamos, juntxs, amigxs, hermanxs, en este martirio vacuo.

Y somos…

La vehemencia de los corrompidos que se encuentran.

Sopetón a la corporeidad de cuerpos alejados y estancos.

Queridxs amigxs, hermanxs, la amistad es la epopeya a la tiranía individual que apremia.

En las sensaciones unitivas:

Salvarse, es cuestión de amor.

UN BRILLO PARA UN CORAZÓN APAGADO

La helada se puede observar cayendo bien finita por los postes de luz, aunque la misma no frena la ranchada en la esquina Quinquenal y Juan Domingo, ahí están, el Tucu, Guzmán y el negro Pirri.

El Tucu le pasa una pechito azul al Pirri, este, mostrando su destreza, apoya la tapa metálica sobre su boca y la abre con las muelas, después se la alcanza a Guzmán que tiene los ojos en fuego esperando por ese elixir.

Pirri, hace garabatos en el aire y con un pucho en la oreja cuenta las andanzas del día, esas andanzas que permiten comprar un brillo para su corazón apagado.

El negro, se sabe jugado:

Ya varias veces tocó la puerta del cielo, pero nadie se animó a abrir, caseros, pitufos, deudas, pipa.

¿Pero qué puede hacer?

Sí sobrevivir al infortunio es salir a poner el pecho.

Y no todos pueden poner el pecho del mismo modo…

Va retratando lo del día en esa esquina fría, –sale vaho tras palabra- y se llena el alma de piedra con cadáveres vidriados esparcidos…

Se pierde en el relato en un momento y grita: ¡gato de nadie! y un treinta y ocho al aire, inaugura dos solidos centellazos.

Amiguero, gracioso y de palabras cálidas, tatuaje de la madre en el corazón, esa que hizo lo posible para que aquel niño, Catriel, hoy conocido como el negro Pirri, pueda pegarle un arrebato al destino.

Pero no fue suficiente, como tantas otras historias en las que no alcanza la voluntad y la potencia del amor. Sabemos que no alcanza porque la desidia y la tragedia es naturalizada por los señoritxs sin callos en las palmas.

Es entonces que:Es entonces queEs entonces que:

:Llega la gorra, bajan dos ratis con itaca en mano y un ruido de botas estruendoso, le dan un par de cachetazos a los guachos esquineros mientras refunfuñan a las risas para que se eduquen…

El Tucu y Guzmán logran rajar, metiéndose por los pasillos se refugian de los cazapibes. El negro, que ya estaba jugado hacía tiempo -como muchos de nuestros gurises-, desafiando la impostura de los cobanis y esparciendo berretines a mansalva, ortivas, mulos, loros, saca el treinta y ocho con impotencia…

Y…

¡Bang Bang al pecho!

El disparo ingresa al lado del tatuaje materno, Pirri cae lentamente arrastrando su espalda por la pared, dejando una estela de sangre fina en el recorrido hasta el suelo.

Allí, esa noche, en ese preciso instante, luego de ranchar con los compas, miró al cielo por última vez y se dio cuenta –mientras unas lágrimas silenciosas escapaban de sus ojos–, que la luna era otra manera de iluminar su corazón apagado.