LA PACHAMAMA, EN PELIGRO
CRISIS TERRITORIAL Y DESMONTE
El licenciado en Ciencias Antropológicas Lisandro Verneri trae un grito de urgencia frente a las nuevas avanzadas de los derechos ambientales en Argentina. Desde diálogos y conversaciones con comunidades originarias de Salta, con quienes enmarcó su tesis de licenciatura, aporta una necesaria visión en el Mes de la Pachamama. Solo con saberlo, ¿es suficiente?
En el mes de la Pachamama, la deidad protectora de la tierra, mientras las organizaciones ambientalistas en la provincia de Chaco exigen a la Justicia el cese inmediato de toda actividad de destrucción del bosque nativo que ponga en riesgo el ecosistema, la legislatura salteña está a punto de aprobar un nuevo Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos (OTBN).
Frente a la pretendida distribución “racional” de los territorios para la habilitación de desmontes, proyectos productivos y/o de conservación, nos preguntamos: ¿Será la misma racionalidad económica extractivista que permitió que más de un millón de hectáreas de bosques nativos dejaran de estar bajo la categoría de Áreas Protegidas para poder ser deforestadas en Chaco?
Además, en el contexto de aprobación del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), ¿qué garantías tenemos de que el Gobierno Nacional no presione para despoblar los territorios y que la tierra y sus recursos pasen a manos de los empresarios, convirtiendo nuestros preciados bosques en billetes verdes?
EL DESMONTE Y LA CRISIS TERRITORIAL EN EL NORTE ARGENTINO
En las últimas décadas, la expansión de la frontera agropecuaria en Argentina ha avanzado sobre territorios históricamente habitados por comunidades indígenas y pequeños productores, lo que ha generado profundos conflictos socioambientales. La Ley Nacional N° 26.331, conocida como «Ley de Bosques», fue sancionada en 2007 para proteger los bosques nativos y garantizar la participación de las comunidades en la planificación y el ordenamiento territorial. Sin embargo, su implementación ha sido problemática, especialmente en las provincias con altos índices de deforestación, como Misiones, Salta, Chaco y Santiago del Estero.
“Los estudios de impacto ambiental realizados por las empresas interesadas en explotar los recursos naturales suelen omitir la consulta participativa con las comunidades”
Los pueblos campesinos e indígenas se ven particularmente afectados por la explotación forestal y agrícola, a pesar de la normativa que debería proteger su derecho a un ambiente sano (así como para el resto de los habitantes de la Nación), pero la realidad muestra el avance persistente sobre sus territorios y formas de vida. Los estudios de impacto ambiental realizados por las empresas interesadas en explotar los recursos naturales suelen omitir la consulta participativa con las comunidades, algo que debería estar garantizado según el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al cual nuestro país suscribe, lo que ayuda a perpetuar un modelo de desarrollo extractivista que margina y desplaza a los pobladores rurales.
PERDÓNALOS, NO SABEN LO QUE HACEN, ¿O SI LO SABEN?
Para colmo de males, este modelo extractivista no es patrimonio exclusivo de ningún partido ni gobierno de turno: a nivel nacional, la eliminación del Fondo Fiduciario de la Ley Ovina y el desfinanciamiento de la Ley de Bosques, cuyo presupuesto ha sido subejecutado desde su sanción en 2007 -las provincias recibieron en 2023 solo el 7% de lo estipulado-, reflejan una política sistemática de vaciamiento de los territorios rurales.
Estas acciones ponen en peligro la supervivencia de las comunidades campesinas e indígenas, principales garantes y protectoras de la conservación del ambiente, abriendo las puertas para la explotación desmedida de los recursos naturales por parte de intereses empresariales extractivistas. Son las consecuencias tanto de la mano invisible del mercado como de las visibles que llevan a cabo la represión.
En Misiones, por ejemplo, el desfinanciamiento de la Ley de Bosques dejó a la provincia con una deuda de casi 500 millones de pesos, debilitando enormemente su capacidad para gestionar y proteger sus bosques nativos, controlar la deforestación ilegal, prevenir los incendios, desarrollar proyectos de conservación y promover la investigación científica. Este tipo de políticas no solo afectan el ambiente, sino que también exacerban la pobreza y la desigualdad endémicas en las regiones más vulnerables de nuestro país, sobre todo en el norte argentino.
El nuevo Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos que se está discutiendo en Salta pretende corregir algunas de estas falencias al proponer un enfoque más técnico y equilibrado para la protección de los bosques, teniendo en cuenta tanto los criterios ambientales como las necesidades productivas. Sin embargo, la implementación de estos planes sigue enfrentando resistencias y desafíos, especialmente cuando los intereses económicos de sectores poderosos se contraponen a los derechos de las comunidades locales.
“Es crucial que el Gobierno Nacional y las autoridades provinciales reconozcan la importancia de los bosques y de las comunidades que los habitan”
Desde las ciencias sociales queremos aportar una perspectiva crítica que problematice la mirada meramente técnica/económica sobre la crisis territorial y los desmontes. Analizando los impactos sociales y culturales del extractivismo cuestionamos las acciones que responden a intereses empresariales y no a las necesidades del pueblo ni del cuidado del ambiente.
Es crucial que el Gobierno Nacional y las autoridades provinciales reconozcan la importancia de los bosques y de las comunidades que los habitan. Solo a través de una verdadera participación y consulta con las comunidades indígenas y campesinas se podrá asegurar un desarrollo sostenible que respete tanto el medio ambiente como a sus habitantes. Sería importante que nuestros gobernantes, además de repensar las políticas públicas y diseñar sistemas eficaces para la toma de decisiones, sigan el ejemplo de los pueblos originarios y aprovechen este mes de agosto para agradecer y pedir disculpas a la madre tierra: Pachamama, ¡perdón por tanto daño!