APORTES SOBRE LA CONSTRUCCIÓN PATRIARCAL
CIENCIA CUIR: TU ESQUEMA DE GÉNERO ES UNA MENTIRA
Lxs investigadores cuirs de Arqueoterra, Matías Kalina y Axel Weissel, ponen a discutir una serie de investigaciones sociales sobre el género. Trayendo casos arqueológicos, abriendo interrogantes e impulsando un armado de pensamientos y prácticas que, además de cuestionarnos, construyan un horizonte de comunalidad en la diversidad.
Se reconoce la emergencia del llamado “Patriarcado Moderno” desde la expansión e invasión occidental de América, en cuya colisión -dice Aníbal Quijano, antropólogo peruano- se gesta la Modernidad. Desde entonces, lentamente, se iría insertando en las territorialidades americanas un sistema social de igual forma colonial como patriarcal.
La colonialidad involucró, tanto en los territorios como en los cuerpos conquistados, un despojo de recursos y un abuso de las mujeres y las disidencias, además de una construcción histórica y social del varón hetero-cis como el modelo de actor histórico y político. Hetero, por la hegemonía de la heterosexualidad frente a las otras tantas orientaciones sexuales, y cis por la predeterminación absoluta de la identificación del género asignado al nacer.
Desde Europa a Argentina se habló y se habla -incluso hoy en el siglo XXI- de la historia del Hombre. Hay museos del Hombre y el ser humano universal tiene género, usualmente es varón. Lxs hijxs de las tres olas feministas reconocemos que esto no es casualidad, el patriarcado sigue más vivo que nunca. Un sistema de estructuración sexo-género que se constituyó históricamente en la tríada Dios, Patria y Familia. Y, aún si fue ampliamente discutido por los movimientos sociales, la estructura de comportamientos sexistas y machistas permanecen vigentes y dominantes.
Según el informe “Violencia Feminicida en Cifras” de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en el año 2024 en América Latina una mujer es asesinada por razones de género cada dos horas y una de cada tres mujeres sufre o sufrió agresiones físicas o sexuales por su pareja o expareja.
¿Por qué seguimos naturalizando estos datos?
Hay mucho por discutir y mucho por cambiar. La perspectiva antropológica y arqueológica puede contribuir al debate y a la configuración de los paisajes de sentido contemporáneos, aun cuando las subjetividades patriarcales nos penetran e, incluso, afectan las cualidades de las interpretaciones científicas, otra arena de lucha ideológica.
(RECONOCER) LA HISTORIA DEL GÉNERO COMO TECNOLOGÍA HUMANA
¿Cómo hacemos una arqueología o antropología del Patriarcado Moderno?
“Ni los territorios ni nuestros cuerpos son objeto de conquista” ,decían los carteles del movimiento Ni una menos aquél lluvioso 3 de junio del 2015.
La mirada “queer” o “cuir” surge en la segunda mitad del siglo XX como una propuesta superadora de la división binomial de las categorías de género planteadas por las diferentes teorías feministas. El planteo central de esta escuela es que la identidad de género es un fenómeno construido y subjetivo diferente del sexo biológico. Como tal, admite más de dos categorías, teniendo en cuenta identidades de género fluidas, que cambian con el tiempo y/o las circunstancias, así como identidades que transcienden el género, a veces significadas como lo no binario. Es decir, superando la dualidad de estructura cartesiana, la mirada queer pone énfasis en la sexualidad y el deseo como dos categorías distintas de la persona.
Por lo que un aspecto significativo de esta perspectiva es el estudio de la corporalidad, pensando el cuerpo como un artefacto tecnológico humano construido socialmente y cargado de significados. Dicho de otra forma, un campo de disputas de sentidos y prácticas. Bajo este marco, al reconocer que el género es históricamente construido y constituido, se tira abajo -nuevamente- cualquier reclamo esencialista de las identidades y sexualidades. La genitalidad (usualmente nombrada como “sexo”) refiere a nuestros órganos de reproducción biológicos, pero el género refiere a nuestra identidad y a cómo decidimos expresarlo.
“Superando la dualidad de estructura cartesiana, la mirada queer pone énfasis en la sexualidad y el deseo como dos categorías distintas de la persona”
Como generación y como científicxs socialmente comprometidxs nos toca levantar las investigaciones y las luchas de referentes nacionales e internacionales y seguir profundizando en la construcción de conocimiento localizado y socialmente útil, así como en la comunicación pública y en la promoción de espacios comunitarios. Nuestro trabajo, diría la filósofa Donna Haraway, es mantener los refugios y hacer “kinships”, relaciones de compañerismo entre seres diferentes biológicos y no biológicos, humanos y más que humanos, hombre, mujer, no binario, transexual u otras categorías. ¿Toda una utopía antiespecista?
En la actualidad del siglo XXI el proceso humano globalizado tiene efectos planetarios e implica una relación de interacción con otras especies y seres no biológicos. Se diferencia en velocidad, complejidad, escala y sincronicidad de la manera en que modos de producción anteriores han humanizado el paisaje.
El cambio climático es un punto de inflexión que implica químicos, tóxicos, radiación, minería, agotamiento de los recursos, genocidios de humanos y otros seres. La consecuencia es el colapso del sistema y, al mismo tiempo, es cada vez más complicado enunciar que las máquinas no son actores de la trama social. Pero además de disolverse la división naturaleza-cultura y humano-máquina, se disuelve también el dualismo de género hombre-mujer para dar lugar a otras clasificaciones de la identidad.
Ante este derrumbe de las estructuras clásicas de significación, Haraway propone repensarnos como “cyborgs”:organismos cibernéticos pre-moldeados por el contexto tecnológico que nos toca vivir como personas del siglo XXI. El cyborg de Harawayes una máquina-organismo, una quimera criatura de un mundo post-género, post-humano en la post-división humano/tecnología.
Para la Antropología contemporánea ya no podemos hablar de divisiones tajantes bipolares. Lo humano, en tanto cyborg (del inglés organismo cibernético), es reconocer que estamos hechos y moldeados por la tecnología y las máquinas de nuestra época. En la era de los cyborgs, las identidades sociales se fracturan, se fractarizan y se constituyen parcialmente o en modelos estratégicos.
NUESTRO MOMENTO HISTÓRICO
¿Es algo único de nuestra época la conciencia de género construida?
La historia humana vista desde la óptica no-binaria de la perspectiva de los estudios de género está llena de diversidades de comportamiento, de orientación y de identidades. Cerrarnos a mirar el pasado pensando sólo en el Hombre que provee y la Mujer que atiende el ámbito doméstico atrasa. Teniendo en cuenta las diversidades sexuales y de género que observamos en el presente, no podemos extender nuestras categorizaciones sexistas o machistas contemporáneas a los individuos arqueológicos del pasado.
En el año 2020 un grupo de arqueólogxs dio en los Andes de Perú con un hallazgo (en el sitio Wilamaya Patjxa) de una mujer-cazadora de hace 9.000 años. Un hallazgo que rebatió la idea de que “sólo los hombres cazaban”. Sumado a un análisis estadístico de una muestra mayor que determinó que entre el 30 y el 50 por ciento de los cazadores en estas poblaciones eran mujeres, concluyendo que la división sexual del trabajo era fundamentalmente diferente, probablemente más equitativa que durante gran parte del siglo XX.
Entre otros tantos casos de la historia humana, destacamos que en la India durante siglos (por lo menos desde el siglo IX D.C.) se reconoció y respetó la identidad Hijra como un tercer género no identificado con el binomio Hombre-Mujer. Pero bajo la avanzada de la Modernidad en Asia los británicos colonizadores impulsaron leyes para borrarlas de la vida pública, efectivamente marginando y discriminando a la población Hijra.
Dice Eduardo Restrepo, antropólogo colombiano, que la identidad es producto de la toma de conciencia. Los movimientos sociales de la India lograron que en un fallo histórico de 2014 de la Corte Suprema de ese país se reconozcan formalmente los derechos de las personas de identidad Hijra, en tanto un tercer género. En Argentina y Latinoamérica el género es otro campo de disputa entre los sectores de la élite -que imponen su ideología de género con sus iglesias, sus escuelas y el control de los Estados- y los grupos contrahegemónicos, cada vez más fuerte.
Hasta hace poco más de 30 años, para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la homosexualidad y la transexualidad eran enfermedades y problemas de salud mental. “Disforia de género”, exclamaban los psiquiatras, patologizando como trastorno mental las identidades de tantas personas.
El homo, lesbo o transodio, tan vigente en la sociedad actual, tiene aquí sus raíces y tiene su correlato a nivel policial y judicial. Por eso son y serán una victoria para toda la sociedad argentina las leyes del Matrimonio Igualitario (2010), de Identidad de Género (2012) y el Decreto que incorporó la posibilidad de optar por la nomenclatura “X” en el Documento Nacional de Identidad y en el Pasaporte Argentino (2021).
“Hasta hace poco más de 30 años, para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la homosexualidad y la transexualidad eran enfermedades y problemas de salud mental”
La mirada queer y post humanista nos brinda a lxs científicxs sociales herramientas que nos permiten tanto la producción de conocimiento desde una propuesta superadora, como también una estrategia para cuestionar las propias categorías y prácticas sociales. Abre la posibilidad de generar una ciencia social socialmente comprometida y útil, mediante el cuestionamiento de uno de los fundamentos más elementales de la estructura social occidental contemporánea, a saber: el heteropatriarcado, que es usado como marco interpretativo que se extrapola a los pasados humanos.
De Simone de Beauvoir emerge la aún vigente frase “mujer no se nace, se llega a serlo”, como del mismo modo no se nace heterosexual, se llega a serlo. Hoy tenemos la oportunidad de replantear aquello que entendemos que deberíamos llegar a ser como personas sexuales y engenerizadas (en tanto, hemos sido moldeadxs por un género y una sexualidad asignada al nacer).
En la crianza y en nuestra cotidianeidad se juegan fenómenos que suelen ser cómplices con una estructura que se ha demostrado extractivista y violenta. Así como en el pasado, actualmente hay identidades y sexualidades diversas y, por suerte, orgullosas de sí mismas. Nuestro género es una mentira, una construcción, una tecnología. No lo asumas a priori, date la ventaja de la duda.