POESÍA
ADAGIO PARA ESCRIBIR
La palabra, el pulso y la sensibilidad de María Eugenia Trillo, en esta poesía.
ADAGIO PARA ESCRIBIR
Hay palabras mudas
que de pronto son trozos escondidos de una carta marcada,
un galope andar sin riendas
mientras que la mano anda suelta sin lugar en el bolsillo.
El ruido de pronto es silencio.
El silencio es pulso.
Y la palabra enmudece ahogada en tinta.
La imagen hecha dibujo parece una distorsión.
Tampoco es analfabestismo la angustia:
se presenta como una fugaz orfandad mental
mientras que el blanco de la hoja es más blanco todavia.
¿Qué pasó con la mano que tampoco está en el bolsillo?
De pronto el soplo y contra soplo cardíaco taquicardian el reflejo contra espejos.
Parece que esto se desborda
y la mano mientras tanto vaya a saber dónde quedó.
La hoja sigue en blanca calma.
¿Será prudente este comienzo de resistentes dibujos?
A lo mejor la antesala de hiladas precisas que eviten el derrame de tinta.
Con trocha o sin trocha
el blanco puede ser el universo
o solo un tímido correlato de palabras.
Como sea será
magnífica imagen de un reflejo estenopeico,
una trascendencia inesperada.
Curiosa transformación,
aun cuando el renglón es cornisa y el blanco es blanco,
un punto anterior a esta albura como destello de todos los colores.
Cuál es entonces el desorden que altera el producto.
Noches ausentes de amaneceres,
huevos sin anteriores gallinas,
tintas sin antes palabras.
El blanco es cornisa
y las palabras anteriores necesarias.